Avisar sobre sus derechos y ofrecer una mirada humanitaria
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La Iglesia católica de Estados Unidos había venido advirtiendo a las autoridades federales sobre el inmenso drama que se estaba verificando en la frontera con México por la negativa del Congreso para llevar a cabo una reforma migratoria integral en la Unión Americana. Inmersos en la batalla electoral, sobre todo los republicanos han mantenido en estado de estancamiento esa reforma.
Mientras tanto, en la frontera sur de Estados Unidos, más aún, en Texas, California y Arizona, aumentaba el flujo migratorio pero esta vez de niños viajando solos, huyendo de la violencia de sus países de origen y en busca de sus familiares que dejaron atrás a su familia para poder tener un trabajo y un salario digno. ¿Y los católicos qué están haciendo ante este drama?
Avisar sobre sus derechos
Muchas agencias católicas de caridad a lo largo de Estados Unidos están ayudando a paliar la crisis migratoria infantil proveyendo a los menores que llegan al territorio de ese país sin la compañía de un adulto, brindándoles representación legal, según constata en su último número el semanario Our Sunday Visitor.
Mientras los casos de los menores están pendientes de algún juicio o de la deportación, los menores pueden quedarse en Estados Unidos con algunos familiares o bien, elegir permanecer en uno de los refugios temporales que ha puesto a la disposición de ellos el gobierno federal.
La representación legal de los menores por parte de la Iglesia católica les hace ver a los niños que pueden buscar el asilo en base a los temores que tienen muchos de ellos –temores más que fundados—de que podrían ser asesinados por las maras sobre todo en Centroamérica, pandillas que, seguramente, trataron de reclutarlos y al no dejarse los amenazaron de muerte.
Ciertamente, las cortes en Estados Unidos se han mostrado renuentes a elegir esta vía. “Estos niños, dijo el obispo auxiliar de Seattle y encargado por los obispos de Estados Unidos de las cuestiones migratorias, monseñor Eusebio Elizondo, están corriendo serio peligro de sus vidas y deben ser visto con el lente de la protección, no con el lente de la aplicación de la ley”.
Para monseñor Elizondo, no deben ser regresados a sus países de origen “sobre todo si es válido su reclamo de protección”. Sería tanto como devolverlos, dijo el obispo auxiliar de Seattle, a “una casa que se está incendiando”.
Una mirada humanitaria
Por su parte, el obispo Gerald F. Kicanas, quien encabeza la diócesis de Tucson, en el Estado limítrofe con México de Arizona, dijo a Our Sunday Visitor que la crisis humanitaria que rodea a los menores que viajan solos le recuerda cómo algunos países en el Medio Oriente están trabajando para asistir a un enorme número de personas que están cruzando las fronteras debido a las condiciones tremendas de vida que tienen que enfrentar, causadas por la guerra civil de Siria.
“Nadie quiere que esos miles de personas vengan a un país extranjero; obviamente, tenemos que trabajar para resolver la crisis en los países expulsores, pero con una mirada humanitaria: no podemos, solamente, echarlos fuera, tenemos que proveerlos de un ambiente seguro”.
Por su parte Kevin Appleby, quien es el director de la Oficina de Política de Migración y Asuntos Públicos de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos dijo a la misma publicación que la crisis es mucho más un asunto de política exterior que un tema de inmigración y apostilló su comentario diciendo que “Estados Unidos ha ignorado a América Central demasiado tiempo”.