Queda de manifiesto que para los grandes partidos, Europa es una excusa para sus discursos nacionales
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Imagine que cada uno de los miembros de una familia se encerrase en su habitación y que, en lugar de participar del proyecto familiar, convivieran mediante pactos en virtud de los proyectos personales. Está claro que una casa así no es un hogar, más bien es un hostal; podría ser sostenible pero nunca cómoda ni reconfortante. El gran problema de los grandes proyectos aglutinadores es que cada uno acuda con la pretensión de convertirlo en subsidiario a sus intereses individuales.
Dani Rodrick, profesor de Harvard, describía este problema como uno de los más importantes en la actual globalización. El Trilema del mundo globalizado consiste en que los tres conceptos: la profundización en la globalización, la visión Nación-Estado y la calidad democrática no se pueden dar simultáneamente. Sólo se pueden dar dos a dos. Esto implica que desde una visión centrada y dimensionada que pivote en torno a la visión Nación-Estado, si queremos tener una mejor Europa debe ser a costa de disponer de peor calidad democrática en las instituciones o bien, si queremos avanzar en las instituciones democráticas, el proyecto europeo debe pasar a un segundo o tercer plano.
Actualmente, vemos cómo los dos grandes partidos PP y PSOE no sólo viven anclados en la dimensión política de Nación-Estado sino que han evolucionado hasta supeditarlo todo a una visión Partido-Estado. Así pues, para asegurar la supremacía de ambos partidos no resulta ciencia ficción que anuncien pactos, tal como declaró el candidato a eurodiputado el señor Ramón Luis Valcárcel o el expresidente Felipe González. Por lo tanto, sujetándolo todo a una visión todavía más reducida de Partido-Estado, según les convenga o bien evitan hablar de una política europea o bien torpedean la calidad democrática de las instituciones, tal como el trilema vaticina.
En estas elecciones europeas del día 25 de mayo, ha quedado patente precisamente que ante el ejercicio democrático, estos grandes partidos han optado por eludir la política a nivel europeo y poner en escena una dialéctica del “y tú más” que permite tapar sus vergüenzas y de paso desviar la atención de lo importante, la política europea. No olvidemos que las dos únicas reformas de la Constitución Española, la de 1992 y la del 2011, se han dado lugar a instancia de Europa.
No obstante, insisto, instalados en el vértice de la visión Nación-Estado, tras las elecciones, se volvemos a la dimensión del trilema Nación-Estado con Europa dando la espalda a la mejora de las instituciones democráticas. Volverá el férreo puño del mercado a gobernarlo todo (camisa de fuerza de oro según el gráfico).
Ante tal inconsciencia de los dos grandes partidos españoles sobre Europa y la naturalidad con la que pactan con la corrupción y otros desmanes, nuestros compañeros de proyecto europeo, ciudadanos del resto de Europa, que se escandalizan por el plagio de parte de una tesis, se quedan atónitos cuando nadie dimite por los casos de corrupción o que Magdalena Álvarez se mantenga en el BEI o que el caso Bárcenas no pase factura.
Y es que los dos grandes partidos han entendido que lo primero es proteger su propio status quo incluso a costa de diezmar la democracia o alejarnos de Europa. En sus programas no se detectará una visión europea y democrática conjuntamente porque, según el trilema, les debería situar en el federalismo global y renunciar a su visión Partido-Nación y eso señores, eso no se toca. En el fondo no necesitan esa Europa, la Europa de los ciudadanos. Simplemente, requieren de una Europa subsidiaria a sus intereses de Partido para la jubilación de sus políticos de carrera o simplemente apartarlos con honores
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En estas elecciones, algunos partidos pequeños han aprovechado la coyuntura del descontento social y la desafección política para abundar en una visión local, sin ninguna aspiración en profundizar en una mejor Europa, con la intención de mejorar la democracia pero con la necesidad urgente de acumular y capitalizar un patrimonio Partido-Nación que les permita competir con los que ostentan el bipartidismo. No obstante, otros partidos crecientes, han entendido esta dimensión y se atreven a pensar en Europa y explorar propuestas para la ciudadanía. Ninguno de los grandes partidos, ni de los oportunistas, sin ir más lejos, han planteado la unión fiscal y la mutualización de la deuda como una de las soluciones más sólidas e inmediatas que el propio Pisani Ferry, profesor y economista francés, ha propuesto para salir de la crisis con una Europa reforzada y mejor.
Pero para conseguir romper con este anclaje asfixiante del Partido-Nación y seguir con un proyecto Europeo, la ciudadanía debe tomar conciencia de su rango de ciudadano. La abstención, la falta de conciencia o la ignorancia sobre lo que hemos votado en estos comicios comportan un alto coste: que como violinistas del Titanic estemos tocando la marcha nupcial del explícito idilio de los dos grandes partidos y consolidando el status quo en el que nos vamos a ir hundiendo en una peor democracia y/o una peor y caduca Europa .