Cerca de 500 personas han fallecido en atentados perpetrados por el grupo islamista Boko Haram desde el sonado secuestro, hace más de un mes en una escuela de Nigeria, de más de 200 niñas, que los terroristas continúan reteniendo en algún lugar.
El ejército nigeriano afirma que ha localizado ya a las niñas pero no interviene todavía para no poner en peligro sus vidas. La campaña internacional para liberarlas #bringbackourgirls y la inclusión, el pasado 22 de mayo, de Boko Haram en la lista de grupos terroristas del Consejo de Seguridad de la ONU han dado visibilidad a un problema que aflige a este país africano desde hace años.
¿Cómo afrontarlo? ¿Hay que dialogar con los terroristas, ceder a sus peticiones, como la de intercambiar presos por niñas? ¿Por qué el Gobierno de Nigeria no es capaz de informar con rigor sobre este secuestro y de garantizar la seguridad en el país?
Según el arzobispo de Abuya, el cardenal John Olorunfemi Onaiyekan, el principal camino para la liberación de las menores es el del diálogo, pero un verdadero diálogo en el que cada parte hable y escuche, mantenido discretamente por un grupo reducido de representantes y sin concesiones al chantaje o a peticiones inaceptables.
“La única opción que queda es, por tanto, un espacio de diálogo y de dura negociación que traiga a las chicas de vuelta sin establecer un precedente peligroso e inaceptable”, afirma el cardenal nigeriano en una carta escrita desde Roma y publicada por el diario nigeriano Daily Times.
En su opinión, hasta ahora no se ha producido un verdadero diálogo, y en el proceso abierto entre el Gobierno de Nigeria y el grupo terrorista “ha habido mucha ambigüedad y confusión en lo que entendemos por el diálogo, dando lugar a la inconsistencia en las medidas prácticas que se han adoptado”.
El diálogo se debería realizar sin todo el boato y la pompa de la mesa de diálogo creada hace algunas semanas, indica, y añade que sería más eficaz que la negociación sea llevada por “un pequeño grupo de elegidos, hombres y mujeres sabios, incluyendo figuras religiosas sobre todo de la fe musulmana , que trabajen silenciosamente en segundo plano, […] desprovistos de toda agenda política transversal”.
En su carta, de la que se hace eco el semanario español Alfa y Omega, el cardenal destaca que no se puede aceptar el chantaje de los terroristas ni atender sus inaceptables peticiones, como la que compara a colegialas inocentes con terroristas detenidos por “delitos violentos y atroces”.
Para el arzobispo africano, no se puede aceptar el chantaje de los terroristas ni realizar una intervención armada.
Corrupción, crisis religiosa
Por su parte, el padre John Idio, de la iglesia de San Antonio en Asipa, Ibadan (Nigeria), propone soluciones contra el terrorismo de Boko Haram, como decisiones y estrategias eficaces del Gobierno para frenar la insurgencia, y una lucha en los escondites del grupo.
“El ejército necesita aumentar su inteligencia para ser capaz de penetrar en las células de Boko Haram y anticipar sus ataques -declaró a Aleteia-. Los soldados y los agentes de seguridad necesitan estar más equipados”.
Pero además de eso, en opinión del sacerdote “todo el mundo debería implicarse en las campañas para acabar con la insurgencia en el país; es necesario que se arreste a los que financian a los militantes, que se investigue y se procese a las personas implicadas en los crímenes violentos”.
“Algunos líderes musulmanes conocen a aquellos que están financiando a Boko Haram; quienes financian al grupo y quienes trabajan en colaboración con ellos deben ser expuestos”, afirmó.
Idio denunció que “hay un complejo vínculo en Nigeria entre política, religión, gobierno, corrupción, pobreza y violencia” y añadió: “Tengo la sensación de que Boko Haram tiene simpatizantes en el Gobierno y en las agencias de seguridad”.
“A menos que problemas como el mal gobierno, la corrupción sistemática y la crisis religiosa se aborden vigorosamente y de manera transparente en el país, todas las demás medidas no serán más que un fracaso estrepitoso”, sentenció.
Detectores de bombas en las iglesias
Nigeria sufre muchas tensiones territoriales, políticas y sociales, pero el elemento religioso también está presente: “Boko Haram” significa “la educación occidental es pecado” y persigue establecer la sharia como norma vigente en todo el país, y no sólo en el norte de mayoría musulmana.
Actualmente, en el norte del país las iglesias cuentan con fuertes medidas de seguridad: todas las personas que entran en el templo pasan por un detector de bombas, y durante las misas u otras celebraciones, los coches no aparcan en las dependencias de las iglesias, sino únicamente a lo largo de la carretera.
Los cristianos de Nigeria, alrededor de 80 millones, tienen un mensaje unitario de respuesta a Boko Haram, a través de la Christian Association of Nigeria (CAN).
Pero la violencia de Boko Haram afecta también –aunque en menor medida- a los musulmanes. En el año 2013, por ejemplo, destrozaron mil iglesias y tres mezquitas.
Grupos cristianos estiman este grupo terrorista ha matado a 4.000 personas desde el año 2009, y en el noreste del país, algunos barrios cristianos se han convertido en ciudades fantasma porque sus habitantes han huido al sur.