Ser fieles a Jesús es estar cerca del pueblo y de sus necesidades, dice el Papa Francisco a obispos mexicanos
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El tejido social de México está roto por la violencia que enfrenta el país entero desde hace una década. Los cárteles de la droga, las bandas de criminales y secuestradores han hecho que en poco tiempo los mexicanos hayan variado su forma de vida y tomado medidas de cautela que eran impensables en el país. La Iglesia misma ha sido duramente agredida: robos, sacrilegios y lo peor, asesinatos de sacerdotes, seminaristas, catequistas son más frecuentes que nunca en este país católico.
La dicotomía no ha sido pasada por alto en la visita “ad Limina” que en estos días se está desarrollando por parte de los obispos mexicanos al Papa Francisco, visita que no se daba desde septiembre de 2005, cuando los prelados mexicanos visitaron al hoy Papa Emérito Benedicto XVI. Dicotomía dolorosa: el segundo país con mayor número de católicos del mundo se desangra en una guerra fratricida por el trasiego de la droga que ha dejado, en ocho años lo menos cien mil muertos.
Al final de uno de los encuentros que sostiene el Papa Francisco con grupos de obispos mexicanos entregó a éstos un discurso en el que destacó del que la fidelidad a Jesucristo no puede vivirse sino como solidaridad comprometida y cercana con el pueblo y sus necesidades.
Durante el encuentro, el Papa Francisco dijo que si bien en México hay graves problemas de inseguridad, la Iglesia en esta nación posee pilares sólidos. El Pontífice instó a los prelados mexicanos a ser siempre fieles a la ”doble trascendencia”: la primera en la oración con el Señor, y la segunda con la cercanía a su pueblo.
”En estos últimos años, la celebración del Bicentenario de la Independencia de México y del Centenario de la Revolución Mexicana –escribió el Papa- ha constituido una ocasión propicia para unir esfuerzos en favor de la paz social y de una convivencia justa, libre y democrática. A esto mismo los animó mi predecesor Benedicto XVI invitándolos a ‘no dejarse amedrentar por las fuerzas del mal’, a ser valientes y trabajar para que la savia de sus propias raíces cristianas haga florecer su presente y su futuro”.
Promover el espíritu de la paz en todos los ámbitos
Entre los asistentes a la audiencia el día de ayer se encontraba el obispo de Apatzingán, en el Estado de Michoacán, monseñor Miguel Ángel Patiño, quien ha sido la más alta y decidida voz para denunciar los atropellos contra la población civil de una grupo de delincuentes autonombrados “Los Caballeros Templarios” y, al mismo tiempo, de la inacción de las autoridades gubernamentales en la lucha contra el cáncer del narcotráfico y la extorsión.
Por ello, el Papa Francisco se refirió a “las múltiples violencias” que afligen a la sociedad mexicana, particularmente a los jóvenes (puesto que la mayoría de los fallecidos en la guerra del narcotráfico lo son). Sin embargo, lejos de ser un obstáculo, dijo el Pontífice, “constituyen un renovado llamamiento a promover este espíritu de concordia a través de la cultura del encuentro, del diálogo y de la paz”.
Refiriéndose directamente a los obispos mexicanos (118 harán la visita este mes de mayo), el Papa señaló que a los pastores “no compete, ciertamente, aportar soluciones técnicas o adoptar medidas políticas, que sobrepasan el ámbito pastoral; sin embargo, no pueden dejar de anunciar a todos la Buena Noticia: que Dios, en su misericordia, se ha hecho hombre y se ha hecho pobre y ha querido sufrir con quienes sufren, para salvarnos”.
“La fidelidad a Jesucristo no puede vivirse sino como solidaridad comprometida y cercana con el pueblo en sus necesidades, ofreciendo desde dentro los valores del Evangelio”, remarcó el Papa ante la presencia de un numeroso grupo de obispos mexicanos, muchos de ellos promotores de las vías de solución que han encontrado las diferentes regiones, en especial en Tierra Caliente, en Michoacán, donde la Iglesia ha sido realmente un factor esencial en la defensa de las necesidades de paz de un pueblo atribulado.
Intima conexión entre el Evangelio y el bien
Más adelante, el Pontífice subrayó que conoce los desvelos por los más necesitados que muchos obispos mexicanos llevan a cabo, los que trabajan en condiciones infrahumanas con los indígenas, con los migrantes en busca de mejores condiciones de vida, los campesinos… “Sé de vuestra preocupación por las víctimas del narcotráfico y por los grupos sociales más vulnerables, y del compromiso por la defensa de los derechos humanos y el desarrollo integral de la persona”.
“Todo esto, que es expresión de la ‘íntima conexión’ que existe entre el anuncio del Evangelio y la búsqueda del bien de los demás coopera, sin duda, a dar credibilidad a la Iglesia y relevancia a la voz de sus Pastores”, remarcó el Papa Francisco ante la presencia de obispos de diversas regiones de México.
”La misión de la Iglesia -subrayó después el Papa Francisco- no puede prescindir de laicos… Los invito a que promuevan su responsabilidad secular y les ofrezcan una adecuada capacitación para hacer visible la dimensión pública de la fe. Para eso, la Doctrina social de la Iglesia es un valioso instrumento que puede ayudar a los cristianos en su diario afán por edificar un mundo más justo y solidario. De esta forma también se superarán las dificultades que surgen en la transmisión generacional de la fe cristiana”.
Recuperando el mensaje misioneros y de discipulado de Aparecida, el Papa Francisco refirió una de sus principales preocupaciones a los prelados mexicanos: los jóvenes. Enfatizó que los jóvenes se sentirán más plenos si ven “con sus propios ojos testigos vivos de la fe, que encarnan realmente en su vida lo que profesan sus labios. Y, además, se irán generando espontáneamente nuevos procesos de evangelización de la cultura”.
Salir a las periferias, levantar los brazos en oración
En este sentido, el potencial de la piedad popular, que es el modo en que la fe recibida se encarnó en la cultura y se sigue transmitiendo, constituye un imprescindible punto de partida para conseguir que la fe del pueblo madure y se haga más profunda, mencionó el Papa, sabedor del inmenso caudal de fe popular que se decanta en el pueblo mexicano, sobre todo ante la presencia de Santa María de Guadalupe.
Más adelante, el Papa Francisco animó a los obispos mexicanos La familia “a intensificar la pastoral de la familia, seguramente, el valor más querido en nuestros pueblos, para que, frente a la cultura deshumanizadora de la muerte, se convierta en promotora de la cultura del respeto a la vida en todas sus fases, desde su concepción hasta su ocaso natural”.
Después de recordar a los prelados la importancia de su cercanía a los sacerdotes y consagrados, así como la atención que deben prestar a su formación y la atención por las futuras vocaciones, el Obispo de Roma recuerda con agrado que en sus planes pastorales, ”han asumido las indicaciones de Aparecida, de la que en estos días se cumple el 7º aniversario, destacando la importancia de la Misión continental permanente, que pone toda la pastoral de la Iglesia en clave misionera y nos pide a cada uno de nosotros crecer en parresía”.
“Así –concluyó el Papa Francisco- podremos dar testimonio de Cristo con la vida también entre los más alejados, y salir de nosotros mismos a trabajar con entusiasmo en la labor que nos ha sido confiada, manteniendo a la vez los brazos levantados en oración”.