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¿Temes la muerte? Déjate consolar por Jesús

La misericordia del Signore – es

صفحة قصة كلّ يوم

Carlos Padilla Esteban - publicado el 19/05/14

En el cielo también estaremos juntos, comeremos y compartiremos todo, nos reiremos, amaremos la vida y nos cuidaremos, y descansaremos el uno en el otro

Jesús nos enseña a cuidar con ternura. Por ejemplo, Él se despide mostrando que le duele. Se conmueve ante el corazón de los suyos que tiembla. Su corazón también tiembla, de amor, de pena. Su sí al Padre le hace temblar.

Es el hijo obediente, es el Pastor bueno que se preocupa de los suyos, es el Padre que no quiere separarse de sus hijos. Es el que da la vida por cada uno. Cuando todavía está con ellos les da palabras de ánimo. Sólo piensa en ellos, no en sí mismo.

Jesús nos mira cuando nuestro corazón tiembla. No puede resistirse. ¿Por qué tiemblo yo? ¿Qué me hace temblar? Jesús, esa noche, en el Cenáculo, seguro que los abrazó. No sólo a Juan. A cada uno.

¿No es verdad que cuando sufren los que amamos algo se rompe dentro? Y les decimos que no pasa nada. Así nos cuidamos en la vida, hasta que lleguemos al cielo.

Jesús les dice a los suyos que no tiemblen, que no se va a ir nunca, que no los va a dejar, que sólo se adelanta un poco, como tantas veces que iba delante en los caminos de Galilea y de Judea, que tocaba puertas para que cuando ellos llegasen tuviesen un hogar.

Les guarda un sitio, porque en el cielo también estaremos juntos. También comeremos y compartiremos todo, nos reiremos, igual que en esta tierra, amaremos la vida y nos cuidaremos, y descansaremos el uno en el otro.

Es increíble cómo Jesús se pone a su altura y conoce sus anhelos, las preguntas en el corazón de cada uno de sus apóstoles. No le quita el valor a todo lo humano que sienten.

No les dice que así lo quiere el Padre y que lo importante es el cielo. No les dice que no tienen que sentir pena. Toma sus sentimientos, escucha cada uno de los latidos de su corazón e intenta calmar su miedo con palabras que entiendan.

Les dice que donde Él vaya, irán siempre ellos. Les dice que los espera, que les guarda sitio, que pronto estarán juntos y que ya no se separarán. Los comprende. Sabe que tienen angustia por lo que le va a pasar a Él y por lo que va a ser de ellos.

Y ellos, no entienden todo, pero se calman. Sus palabras encuentran eco en su corazón inquieto. Jesús les dice que no se va a olvidar de ellos. Les dice que volverá por ellos, para que, donde Él esté, estén también los suyos.

Volverá por cada uno. Y nos acompañará ya en esta vida. Cuando tomemos caminos de huida, saldrá a buscarnos. Volverá cuando le supliquemos que necesitamos sentirnos amados y tocar su herida. Volverá en el pan y en el vino cada día. Volverá porque soplará su Espíritu en nuestra alma y nos alumbrará, nos consolará.

Jesús es el camino, es la verdad y es la vida: «Jesús le responde: – Yo soy el camino, y la verdad, y la vida». 

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