Generaciones de jóvenes argentinos sellan sus vidas con una marca indeleble en cada Pascua Joven, organizada por la diócesis de San Isidro, en la zona Norte del conurbano bonoaerense. No es una exageración aseverar que este retiro-campamento de Semana Santa impacta en la vida de los jóvenes de 15 a 23 años que participan, y eso es lo más importante, pero también en la vida y en la pastoral de las distintas parroquias de la región Buenos Aires.
Se trata de un retiro espiritual de impacto organizado desde 1989 por el equipo de pastoral juvenil de la diócesis de San Isidro. Los principales destinatarios son los jóvenes que se encuentran en los últimos dos años del colegio. En muchos casos, Pascua Joven alcanza a quienes no tienen formación religiosa, por lo que suelen trabajar con temas básicos de catequesis. “Al ser hecho por jóvenes para jóvenes se apunta mucho a lo emocional y a conocer a un Dios alegre y personal que no muchas veces conocen”, explica Joaquín Güemes, de 22 años, uno de los 40 organizadores de la edición de este año.
Luz, que primero asistió como coordinada y luego como coordinadora, cuenta en el mismo sentido: “Durante el retiro, se ven y viven todo tipo de sentimientos, hay momentos de tristeza, de oración y de incertidumbre, pero más que nada, mucha ALEGRÍA. Todos van por lo mismo, todos buscan lo mismo, es una comunidad unida en Dios, y vos sos el que transmite a ese Dios a los demás. Hay de todo, algunos que no saben mucho de Dios y quieren conocer más, otros que están en duda o no tienen la fe muy presente y otros más practicantes y hasta algunos que saben más que vos. Con cada uno es un nuevo desafío, un desafío que Dios te hace”.
Cada jornada en Pascua Joven, explica Joaquín, se guía naturalmente por la liturgia de la pascua. Pero hay tres tipos de actividades distintas para acompañar la experiencia de los 3000 jóvenes: generales, grupales, y personales, denominadas estas últimas, desierto. “Un desierto con tres mil jóvenes en silencio llama mucho la atención a los chicos de 15 a 18 años”, se ríe Joaquín, evocando lo que es claramente una de las postales más transformadoras de Pascua Joven.
Pese a que es la liturgia la que orienta cada jornada, no todas las ediciones de Pascua Joven son iguales. “Todos los años se busca que sea distinto. Lo único que se mantiene es la liturgia. Todos los años nos orientamos a lo que los jóvenes buscan y los temas cambian… Uno que fue el año pasado sabe que puede volver este año”, aclara. Los temas que se van tratar este año involucran una agenda social y una intención de fomentar la apertura al prójimo, saliendo de prejuicios sociales, para ir al encuentro del otro.
Organizar a 3000 jóvenes de menos de menos de 23 años
El gran desafío parece tener que ver con la organización de tres mil jóvenes. “La gran mayoría son los que van a vivir. Los 40 organizadores nos juntamos desde agosto… Luego hay 600 coordinadores de grupos, que de a dos o tres coordinan 250 grupos; y 110 servidores, los encargados de la limpieza, de la alimentación…”, explica como si tal organización fuese fácil…
Los coordinadores comienzan a reunirse un mes antes de la Pascua. “Lo lindo de esa preparación es saber que lo haces por alguien más, que lo ofreces por ellos y en todo momento rezas por ese grupo que Dios te va a encomendar, que aunque aún no los conoces, ya estás empezando a trabajar por ellos”, relata Luz.
El trabajo de los servidores merece atención aparte. Son quienes permiten que todo funcione a la perfección en muchos casos desde lo invisible. Cuenta Juan Cruz, durante tres años servidor: “Ser servidor es acercarte al resto de una forma diferente, es saber que estás haciendo el trabajo más básico de todos, más sencillo, y muchas veces invisible. Y sin embargo es algo que permite a los que asisten al retiro realizar todas las actividades que vinieron a hacer”. Los amigos de Juan Cruz no entienden cuando él se alegra porque le toca limpiar los baños…. Y completa este sentimiento citando al Papa: “Como dijo el Papa Francisco, el camino de Jesús es el del servicio y humildad. Y el combustible, la alegría”.
Además, los jóvenes, que no pueden participar ni como organizadores una vez pasados los 23 años, cuentan con el apoyo de un sacerdote, un seminarista, y el Obispo, que asiste a algunas de las actividades. ¿Pero cómo hacer para que pese al recambio generacional Pascua Joven siga subsistiendo? “El que asiste, luego ayuda. Esto garantiza la permanencia”, responde con simpleza Joaquín.
El impacto de Pascua Joven se siente en la vida de las parroquias de las diócesis cercanas a San Isidro de una manera muy concreta. El repertorio musical de cada Pascua Joven entra de lleno en los templos como si de una campaña de marketing musical se tratase. “El coro es muy importante, a muchos chicos les impacta”, cuenta Joaquín, e insiste en que el coro siempre es distinto, porque cuando se cumple 23, se puede colaborar en algo concreto, pero se tiene que abandonar la organización. Los jóvenes cantan para los jóvenes de su generación.
Mientras muchos aprovechan el receso pascual para el descanso en la playa, en la montaña o en el campo, o bien en casa, muchos jóvenes en todo el mundo aprovechan la Semana Santa para el descanso en Dios. Pascua Joven en San Isidro es apenas un ejemplo de este tipo de actividades. Uno muy exitoso que sin duda marca el ritmo de la pastoral juvenil de la región durante todo el año. Y que siempre se renueva.
Hoy celebramos a...