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¿Es incompatible la justicia social con la sana doctrina?

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Aleteia Team - publicado el 15/04/14

Muchos creen que la opción por los pobres se une a posiciones doctrinales “progresistas”, pero esto no es cierto: lo muestra el Papa Francisco

Durante la homilía el otro día el sacerdote exhortó a los cristianos a comprometerse con dar de comer a los hambrientos, ocuparse de los sin techo, visitar a los presos. Terminó diciendo que no deberíamos morirnos pensando en nuestros pecados y especialmente en los relacionados con el sexo, sino comprometernos en lo que es más importante para Jesús – cuidar del pobre y promover la justicia social. He escuchado a este sacerdote muchas veces antes, y sabía que no quiso decir que el pecado no importa. Por eso fui a preguntarle por qué sentía la necesidad de hacer esa extraña distinción entre amar a los pobres y evitar el pecado. En la vida cristiana, ¿debemos escoger entre uno u otro?

Su homilía fue un clásico ejemplo de la cautivadora pero falsa dicotomía entre la doctrina teológica y la justicia social que ha dominado mucho el pensamiento católico y la predicación desde los años sesenta.

Este tipo de pensamiento ha causado división y sospecha entre las diferentes “filas” de católicos. Un amigo una vez me confesó que siempre que oía a un católico usar la expresión “justicia social”, asumía, según su experiencia, que esa persona apoyaría el aborto.

Este abismo entre justicia y ortodoxia también ha tenido efectos negativos en la asistencia de fieles, y ha vaciado a la Iglesia del mensaje redentor del catolicismo. Según algunas estimaciones, hasta un tercio de los católicos estadounidenses ha dejado la Iglesia desde los años sesenta, y muchos de ellos lo ha hecho para unirse a los evangélicos conservadores. Es enorme la cantidad de evangélicos que he conocido que fueron educados como católicos, que asistieron a escuelas católicas y terminaron dejando la Iglesia. La razón principal que oí es que ellos raramente oyeron hablar sobre la amistad con Jesús o los principios básico de la fe cristiana – hasta que encontraron a los protestantes evangélicos.

Este éxodo no se limita a Estados Unidos. Como dice el dicho en Latinoamérica: la Iglesia optó por los pobres, y los pobres optaron por el Pentacostalismo y el Evangelismo.

Uno de los desarrollos interesantes que hay que seguir en los próximos años será ver cómo el Papa Francisco ayuda a romper esta engañosa oposición de doctrina –justicia. Puesto que él entiende el error de cortar ambas piernas que llevan la vida cristiana, Francisco no juega a uno contra otro, sino que enfatiza cada uno en su lugar, e incluso insiste en su interdependencia.

Desde sus primeros momentos como Papa, Francisco instó a los cristianos a salir de ellos mismos y comprometerse con los pobres. “El lugar de Cristo está en las calles”, dijo. Advirtió contra la indiferencia del hombre rico al sufrimiento de Lázaro, como lo escribe en la Evangelii Gaudium.

“Casi sin advertirlo, nos volvemos incapaces de compadecernos ante los clamores de los otros, ya no lloramos ante el drama de los demás ni nos interesa cuidarlos, como si todo fuera una responsabilidad ajena que no nos incumbe. La cultura del bienestar nos anestesia y perdemos la calma si el mercado ofrece algo que todavía no hemos comprado, mientras todas esas vidas truncadas por falta de posibilidades nos parecen un mero espectáculo que de ninguna manera nos altera”. (54)

Con la misma pasión, habla abiertamente sobre el pecado y el demonio, es vehementemente pro vida y ha sido un defensor sólido del matrimonio. Habla sobre la necesidad de una vida de oración más profunda y la importancia de los sacramentos y la formación humana en las virtudes. Al centro de su mensaje está el trabajo redentor de Jesucristo, quien se preocupa por cada uno de nosotros como persona única e irrepetible con un destino eterno.

Una vez conocí a un joven fraile capuchino que trabajaba mucho por los pobres que dijo que los jóvenes católicos de su generación están muy preocupados por la teología, la ortodoxia, la liturgia y los sacramentos, mientras que los partidarios de la justicia social está preocupada por los pobres y no con la teología y la liturgia. Se preguntó si existe un camino para unirlas.

En muchos sentidos esto es lo que el Papa Francisco está haciendo, aunque “unirlas” es una metáfora incorrecta. La justicia social está en el ámbito de la teología moral y fluye de la creencia ortodoxa – de otra manera podría fácilmente volverse otra ideología política. El Papa Francisco ha destacado que la Iglesia no es simplemente otra ONG. Se hace eco de Benedicto XVI, que advirtió en Caritas in Veritate que si la justicia está separada de la teología, la caridad se “malinterpreta y se vacía de significado”.

Sólo en la verdad resplandece la caridad y puede ser vivida auténticamente. La verdad es luz que da sentido y valor a la caridad. Esta luz es simultáneamente la de la razón y la de la fe. Sin verdad, la caridad cae en mero sentimentalismo”. (3)

Francisco está reafirmando el centro de la Enseñanza Social Católica desde León XIII: una preocupación por la justicia social no se le opone, sino que debe fluir de ella, de nuestra relación con Cristo, de la liturgia y los sacramentos, de nuestra vida interior, y de un entendimiento del cuerpo místico de Cristo.

El Papa está siguiendo también las huellas de su tocayo, San Francisco de Asís. San Francisco no fue la única persona de su tiempo que hablaba de la pobreza evangélica y el cuidado de los oprimidos. Hubieron otros grupos como los Valdenses que hacían cosas parecidas – mientras enseñaban sus propias doctrinas, que les apartaron de la fe apostólica.

Lo que hizo destacar a san Francisco fue su enfoque en la vida interior y su fidelidad a la creencia cristiana ortodoxa. Fue esta combinación la que calmó los miedos del Papa Inocencio e hizo de San Francisco una fuerza a lo largo de los siglos.

Lo que el Papa Francisco nos está enseñando con sus palabras y hechos está en el corazón del Cristianismo. A menos que Cristo esté en el centro del hambre de justicia, “aquellos que trabajan, trabajan en vano”. El Papa Francisco está siguiendo a sus predecesores y a San Francisco, pero también a un santo anterior, San Juan, que resumió el Evangelio cuando escribe “religión pura es esto, interesarse por la viuda y el huérfano en dificultad, y mantenernos inmaculados del mundo”. (Jn 1, 27) los cristianos a veces se fijan en un tema a costa del otro. Francisco nos recuerda que “religión pura”, significa ambos. Si su ejemplo se sigue, los efectos serán enormes.

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doctrina socialjusticiapapa franciscopobreza
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