Estamos algo enfermos en relación con el móvil, no soportamos estar incomunicados
A veces nos viene bien detenernos y mirar nuestra vida con algo de perspectiva. Por eso nos ayuda tanto desconectar y hacer silencio aunque sólo sea por un fin de semana. Este año miramos el desierto que representa la Cuaresma. Un desierto en el que Dios se adentra y espera al hombre. Callarnos, aguardar, buscar, esperar.
El desierto asusta. Dejar las cosas que nos atan. Hace poco supe de la enfermedad llamada «nomofobia». La adicción al teléfono móvil es, para muchos, la enfermedad del siglo XXI. Según los expertos, el miedo a estar sin el teléfono se puede diagnosticar ya como un trastorno para una gran parte de la población, sin que los afectados sean conscientes de ello.
¿Quién es capaz de dejarse el móvil en casa y no tener un deseo irrefrenable de volver a por él? ¿Quién se ha quedado sin batería una tarde y no ha tenido la sensación de estar ilocalizable?
¿Quién ha salido sin teléfono y no ha albergado la sospecha de que precisamente a esas horas recibirá una llamada importante que no podrá atender? ¿Quién ha salido del cine o del teatro en alguna ocasión y ha aguantado hasta la puerta de la calle sin revisar sus llamadas o mensajes perdidos?
Sí, aunque nos cuesta reconocerlo estamos algo enfermos en relación con el móvil. Las redes sociales, los mensajes, las llamadas. No soportamos estar incomunicados.
Es verdad que a lo mejor no todos estamos tan enfermos, tal vez sea mejor no comprobarlo, pero sí que podríamos vivir con más libertad. Dependemos del móvil, nos esclaviza y no podemos salir al a calle sin él.
El otro día había un anuncio en un restaurante: «Aquí no hay wifi. Hablen entre ustedes». Me impresiona ver personas sentadas en la mesa y cada una escribiendo mensajes en el móvil. Es la comunicación que nos incomunica de la realidad presente.
No aguantamos sin estar en relación con otros pero luego tenemos muchas dificultades para entrar en relación con las personas que tenemos delante, para hablar de temas profundos, para abrir el corazón y contar en lo que estamos.