"Dios me estaba permitiendo ser sacerdote para no juzgar, para perdonar"
Un sacerdote en Ecuador contó cómo fue concebido en una violación cuando su madre tenía 13 años, y más tarde no sólo perdonó a su padre sino que oyó su confesión.
“Podría estar en un bote de basura, pero me dieron la vida”, dijo el padre Luis Alfredo León Armijos de 41 años, en una entrevista a ACI Prensa.
El sacerdote dijo cómo su madre, María Eugenia Armijos, tuvo que trabajar limpiando una casa en Loja, Ecuador, para ayudar a sus padres a mantener a sus siete hermanos.
Ella tenía sólo 13 años cuando “el dueño de la casa, aprovechándose que estaba sola, abusó de ella y la dejó embarazada”.
La familia de María Eugenia la rechazó. “No querían que naciera el niño así que le pegaron en la panza y le dieron bebidas para hacerla abortar”, dijo el sacerdote.
La chica decidió huir a la ciudad de Cuenca, donde dio a luz a Luis Alfredo, quien nació con problemas respiratorios debido a la corta edad de su madre.
Después de un tiempo, María Eugenia regresó a Loja con el bebé. “Terminó bajo el cuidado de su violador –mi padre– quien reconoció que era suyo y dijo que me cuidaría”, dijo León, “pero eso no significa que las cosas entre ellos estuvieran sanas”.
“Tuvieron tres hijos más y mi relación con él era distante”, explicó el sacerdote.
Cuando León tenía 16 años, fue invitado a la Renovación Carismática. “Tuve mi primer encuentro con Cristo”, dijo.
A los 18 años decidió entrar en el Seminario de Loja, y fue ordenado a los 23 años con el permiso especial del obispo debida a su corta edad.
Sus padres se separaron dos años después y su madre finalmente le reveló cómo fue concebido.
León dijo que se dio cuenta de que “Dios le estaba permitiendo ser sacerdote para no juzgar sino perdonar. Yo he juzgado mucho a mi padre por todo”.

Años más tarde recibió una llamada de su padre quien tuvo que ser operado. “Tenía miedo y me dijo: Quiero que oigas mi confesión”, dijo León.
“Le dijo: ‘Padre, tú mereces el cielo, la vida eterna’”, explicó el sacerdote. “En ese momento los ojos mi padre se llenaron de lágrimas”.
30 años más tarde, el padre de León recibió la comunión.
“Puedes llegar a saber tu propia historia y odiar tu vida”, continuó. “Juzgar a Dios como yo hice. Pero descubrí que el amor de Dios había estado ahí mirando atentamente mi vida”.
“Todo lo que tengo es una gratificación. La vida misma es un exquisito regalo de Dios”, concluyó.
El padre León es actualmente párroco en la Parroquia de San José en Loja, Ecuador.
Artículo publicado originalmente por LifesiteNews.com