¡Tenemos que tener mucho cuidado para que el odio no entre en nuestro corazón!
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Narrar lo que hemos vivido esta última semana no es nada fácil. Han sido días realmente intensos, de muchas noticias que vuelan entre segundo y segundo, de muchas noticias terribles. Estamos atravesando uno de los momentos más difíciles de nuestra historia. Cuando mi hijo mayor me llamó para decirme que Génesis Carmona acababa de morir, y que ella estudiaba en su misma universidad, yo sentí que el corazón se me partía. Uno está sintiendo la muerte de esos muchachos como si fuera la de un hijo propio.
Lo más difícil de todo esto es cómo poder llevar vida de madre y esposa en esta situación. Tenemos que armarnos de fuerza para pararnos de la cama en la mañana después de haber llorado por las noticias del día anterior y por la incertidumbre de lo que pasará el día de hoy. Para tener el valor de mostrar una sonrisa, a pesar de nuestra angustia, cuando vemos que la angustia de nuestro esposo es aún mayor. Tenemos que estar disponibles a la hora que sea cuando nuestros muchachos nos buscan para contarnos algo. Y es que ellos casi no duermen, tienen una resistencia impresionante.
Pienso que en estos momentos tenemos dos opciones: o tomar esto con una visión sobrenatural que nos ayude a seguir adelante, sin rendirnos, ¡con alegría y esperanza!, o tomar las cosas con desesperación e impaciencia, lo que nos puede llevar a vivir amargados, cosa que podría amargarle la vida a quienes nos rodean. ¡Tenemos que tener mucho cuidado para que el odio no entre en nuestro corazón!
El evangelio del domingo pasado fue muy claro. Jesucristo nos dice: "Ustedes han oído que se dijo: Ojo por ojo, diente por diente… Han oído ustedes que se dijo: Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo; yo en cambio, les digo: Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian y rueguen por los que los persiguen y calumnian, para que sean hijos de su Padre celestial… Porque si ustedes aman a los que los aman ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen eso mismo los publicanos? Y si saludan tan sólo a sus hermanos ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen eso mismo los paganos? Ustedes, pues sean perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto" (Mt 5, 38-48)
Yo se que no es nada fácil lo que nos pide Cristo, pero si rezamos, si estamos bien pegados a Él y a Su Santísima Madre, por medio de la oración y de los sacramentos, lo podremos lograr.
En estos días cayó en mis manos el libro del Cardenal F. X. Nguyen van Thuan: Testigos de Esperanza. Este cardenal vietnamita pasó 13 años en la cárcel, 9 de los cuales estuvo en aislamiento total. Él cuenta que cuando lo sometieron a aislamiento lo entregaron a cinco guardias. Por turno, dos de ellos estaban siempre con él. Los jefes les habían dicho: "Los sustituiremos cada dos semanas por otro grupo para que este peligroso obispo no los "contamine"". Después decidieron: "Ya no los cambiaremos más porque sino este obispo contaminará a todos los policías". Pero ¿de qué contaminaba el Cardenal van Thuan a sus carceleros? De paz y amor. Ellos no entendían cómo ese obispo preso podía transmitir tanta alegría y ganas de vivir estando en las terribles circunstancias en las que estaba. Eso fue lo que llevó a que muchos de esos carceleros comunistas, se convirtieran al catolicismo.
Este libro enseña cómo en los peores momentos de nuestra vida ¡nada ni nadie! nos puede quitar la Paz ni esa libertad interior de ser hijos de Dios y que nos hace entender que pase lo que pase Él nunca nos va a abandonar, porque si morimos en el intento nos espera nada más y nada menos que el Cielo, que es lo más grande que un cristiano sueña alcanzar.
Termino copiando la dedicatoria que Nguyen van Thuan hace a su madre en la primera página del libro. Espero que ayude a muchas madres y padres venezolanos que estamos aquí, viviendo estos momentos tan difíciles, momentos que tenemos que manejar muy bien para que no nos trague el odio y la maldad:
"A mi madre Elisabeth, que me educó desde que estaba en su seno. Me enseñaba todas las noches las historias de la Biblia, me contaba las memorias de nuestros mártires, especialmente de nuestros antepasados; me enseñaba el amor a la patria, me presentaba a santa Teresa del Niño Jesús como modelo de virtudes cristianas. Es la mulier fortis que sepultó a sus hermanos masacrados por los traidores, a los que luego perdonó sinceramente, acogiéndoles siempre como si nada hubiera sucedido. Cuando estaba en la prisión era mi gran consuelo. Decía a todos: "Reza para que mi hijo sea fiel a la Iglesia y permanezca donde Dios quiera que esté"".
Pidámosle mucho a Dios que seamos muy fieles a nuestra Fe, al mandamiento del Amor, que nos de mucha Esperanza y ¡mucha fortaleza! para poder seguir en nuestra Patria en estos duros momentos de nuestra historia, y que nuestro corazón nunca se llene de odio.
Algún día brillará la Justicia y la Paz en Venezuela. Pero para eso no podemos parar de rezar.
@VzlaEntrelineas. Artículo publicado originalmente por El Universal