Acepta la invitación en un encuentro con la comunidad cingalesa
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“Acepto la invitación para visitar Sri Lanka”: lo dijo el Papa Francisco durante el encuentro, el sábado por la mañana en la Basílica Vaticana, con la comunidad cingalesa en Italia: una gran delegación que llegó a San Pedro para rendir homenaje a la Virgen en el 75° aniversario de la consagración a María de la Iglesia de ese País asiático.
Mensaje del Papa a la delegación cingalesa:
Buenos días,
¡los saludo queridos hermanos y hermanas de la comunidad cingalesa en Italia! Saludo fraternalmente al Cardenal Malcolm Ranjith y a los otros Obispos de su Patria. Y agradezco al Cardenal Ranjith por la invitación para visitar Sri Lanka. Acepto esta invitación y creo que el Señor nos dará la gracia. Han venido en peregrinaje a Roma para rendir homenaje a la Virgen, al término de las celebraciones por el 75° aniversario de la consagración a Ella de la Iglesia en Sri Lanka.
Hace setenta y cinco años, las nubes oscuras de aquel que habría sido el segundo conflicto mundial se adensaban en los cielos y, los fieles, guiados por un segura intuición de fe, se confiaron a la Virgen, que siempre defiende a sus hijos de los peligros. En el 1940, en las dramáticas circunstancias de la guerra, el Arzobispo de Colombo, Mons. Jean-Marie Masson, de los Oblatos de María Inmaculada, hizo el voto de hacer construir un santuario en honor a la Virgen, si la isla hubiera sido preservada de la invasión extranjera. Así sucedió y, después del final de la guerra, fue edificado el hermoso Santuario de Nuestra Señora de Lanka, en Tewatte, consagrado hace cuarenta años.
Queridos hermanos y hermanas, la Virgen está siempre cerca de nosotros, mira a cada uno de nosotros con amor materno y nos acompaña siempre en nuestro camino. No duden en recurrir a Ella para toda necesidad, sobre todo cuando el peso de la vida se hace sentir con todos sus problemas.
Su Patria es llamada la Perla de Océano Indico, por su belleza natural y su conformación. Se dice que la perla está formada por las lágrimas de la ostra. Lamentablemente, muchas lágrimas han sido derramadas en los últimos años, con motivo del conflicto interno que ha provocado tantas víctimas y causado tantos daños. No es fácil, lo sé, curar las heridas y colaborar con el enemigo de ayer para construir juntos el mañana, pero es el único camino que nos da esperanza de futuro, esperanza de desarrollo y esperanza de paz. Por esto, les aseguro que tienen un lugar particular en mi oración.
Suplico al Señor que les dé el don de la paz y de la reconciliación, y que los ayude en el intento de asegurar un futuro mejor para todos los habitantes de Sri Lanka.
Los confío a la materna intercesión de María, Nuestra Señora de Lanka. Les pido que recen por mí y de corazón los bendigo.