Se celebra en Roma un seminario dedicado a la elaboración del luto provocado por el aborto, voluntario o espontaneo
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No los hemos cogido en brazos, no les hemos visto llorar, agitarse ni sonreír en una cuna, pero han existido. Son los niños no nacidos, víctimas de una decisión de los padres o bien de la crueldad de las circunstancias. Han existido, y siguen existiendo. Un niño no nacido es una presencia invisible para la mujer que lo ha perdido, una identidad que a ella le cuesta reconocer y distinguir de sí misma, pero que existe y es un grito en su vida y a veces, no siempre, en la vida de su padre. Esta ausencia provoca un dolor que puede hundirse en la depresión, en la ansiedad, y causar consecuencias muy graves.
Por eso desde hace mucho tiempo, la doctora Benedetta Foà, psicóloga, se ha dedicado a las personas que, después de haber perdido o dejado ir a un hijo, se descubren en dificultad. Se ocupa de ellas personalmente, en su despacho y en seminarios intensivos. Uno de ellos se está celebrando estos días en Roma, en la casa Parva Domus Marie, que dirige el padre Roberto Panizzo, de la comunidad Pia Unione dei Figli e Figlie del Cuore Immacolato di Maria.
Doctora Foà, ¿cómo nace la idea de este seminario?
Foà: Es el segundo de este tipo, después del de septiembre de 2013 en Medjugorje, siempre huéspedes de una estructura de don Roberto. Ahora lo celebramos en Roma, con siete personas.
El encuentro se divide en dos partes: en una intentamos explicar por qué es necesario elaborar el luto, qué es el estrés post-aborto, qué es el “síndrome del superviviente”, para ayudar a las personas a comprender lo que están viviendo.
Si uno no da un nombre a su propio malestar, no reconoce el síntoma que siente, mientras que reconociéndolo puede elaborarlo y dejarlo marchar. En la segunda parte nos dividiremos en dos grupos, uno dirigido por mí y otro por una colega, en el que estas personas tendrán tiempo para contar su historia.
¿Cuál es normalmente el itinerario de la mujer que atraviesa este luto?
Foà: Una mujer puede perder a su hijo espontáneamente, o bien puede provocar el aborto: el luto se da en ambos casos. Yo recibo llamadas telefónicas más de mamás que han tenido un aborto espontáneo y están destruidas. Su vida se detiene, la psique se detiene en el elemento pérdida y no consigue superarlo: en este caso, todas las energías de la mujer van al llanto, a la baja autoestima. Todo esto induce la depresión, e inmediatamente después a los estados de ansiedad.
Pero esta sensación de vacío la tienen también las otras mamás, por lo que a menudo se producen “embarazos sustitutivos”. ¿Qué quiere decir? Que tomaste una decisión, te das cuenta de que esta decisión te está causando un malestar, intentas recompensar y buscas quedar embarazada al poco tiempo. El problema es que vuelves a encontrarte con el mismo hombre en la misma situación.
Y los hombres ¿cómo viven el luto? ¿Cómo acompañan generalmente a su pareja?
Foà: Existen modalidades diversas, según la edad del padre. A los veinte años no se implican mucho con el acontecimiento; cuando el hombre crece y toma conciencia de lo que es la vida y de lo que ha hecho, entonces la situación cambia.
A menudo al hombre no se le informa del embarazo o bien es él el que empuja a terminarlo. El hombre, por tanto, si no es el verdugo, está ausente. Hoy en día hay también hombres que son “víctimas”: cuando no se te dice que existe tu hijo, no puedes elegir. Pero hay también casos en los que el padre suplica a la madre que tenga al hijo, y esta dice que no.
Yo he tenido papás que han elegido elaborar su propio luto que una vez han empezado el camino se dan cuenta del acto que han provocado, comprenden que era su hijo y que ya no existe. Estos sufren los mismos síntomas que las mujeres.
Esta patología ha sido llamada “síndrome post-aborto” y vale para todos: las características principales son depresión, estados de ansiedad, pesadillas nocturnas, incapacidad de relacionarse, cerrazón en sí mismos hasta llegar a pensamientos obsesivos y suicidas.
Hay estudios hechos en Finlandia que, partiendo de los suicidios y llegando a los historiales médicos, han visto que las chicas menores que habían abortado se habían suicidado en el plazo de un año cinco veces más que aquellas que no lo habían hecho.
¿Cuándo puede empezar la elaboración del luto?
Foà: Yo normalmente no trato a personas antes de los seis meses, que es un tiempo mínimo para que el ser humano intente elaborar algo tan traumático. No se puede pretender que una persona consiga perdonarse a sí misma o que deje ir el acontecimiento en un segundo.
Este acontecimiento, si no lo has elaborado, se queda dentro de ti: después de 30 años uno debería ser capaz de haber dado pasos adelante, pero a menudo no es así, sobre todo si no has tenido la suerte de encontrar un buen padre espiritual, un buen psicólogo, alguien que te haya ayudado.
¿Cuál es el método que utiliza?
Foà: Yo he elaborado un método que he llamado “método centrado en el niño”. La particularidad es que nos ocupamos de la relación mamá-niño: el niño de hecho no está, nunca ha habido una relación, pero una madre no consigue dejar ir a un hijo que no conoce. Así que nosotros lo rehumanizamos simbólicamente. Ante todo dándole un nombre.
Cuando se da un nombre ya se identifica, niño o niña. Y si lo identificas, ya tienes imágenes. Si no tiene nombre, sin embargo, todo se bloquea: no tiene nombre, por tanto no tiene sexo, no tiene rostro, y se queda “con-fundido” con la mamá. De hecho, muchas mamás que vienen a mí me dicen: “ha muerto una parte de mi”. Nuestro trabajo consiste en hacer del niño un ser por sí mismo, empezando a llamarlo por su nombre. Esto empieza a abrirnos la mente, y a verle.
Después la segunda tarea que llevamos a cabo es comprar un objeto, un juego, un zapatito, un babero, etc. Se trata de un “objeto de transición”, es decir, uno de los que el niño lleva siempre consigo y hace de intermediario entre él y la mamá. Dado que esta es una fase que todos nosotros hemos vivido de niños, el objeto que la madre compra establece la relación con el niño: por una parte lo hace objetivo, por otra nos lleva a nivel inconsciente a una relación mamá-niño.
Con este objeto nos relacionaremos sabiendo que habrá que enterrarlo. Por primera vez nos hacemos conscientes de que el niño está muerto y de que debemos dejarle ir.
Don Roberto, ¿qué realidad ha encontrado en esta colaboración?
Panizzo: Ante todo no la he buscado. La ocasión de compartir esta experiencia con la doctora llegó gracias a conocernos antes. Cuando me habló de la idea de hacer una semana de seminario en Medjugorje, nos prestamos, con disponibilidad logística y con participación.
Y debo decir que fue una experiencia extremamente positiva, porque me doy cuenta de que los problemas que llevan a muchas mujeres a vivir el aborto, tienen después consecuencias nefastas, deletéreas en la continuación de su vida. Y si no se afrontan y se entierran, vuelven a salir.
¿Cuánto pesa la experiencia del aborto en estas mujeres?
Panizzo: Creo que el aborto es una de las cosas que más profundamente toca al ser humano, en particular a la mujer. Para mí ha sido compartir un camino, un tomar conciencia de este evento, de elaborarlo a la luz de la fe, y de llevarlo a realización.
Escuchaba una entrevista transmitida por Rai 1 hace unos días, en la que un peregrino decía: “La Virgen me ha enseñado a dar un sentido al sufrimiento”. Creo que se trata de esto: El sufrimiento está ahí, el remordimiento por una vida asesinada o incluso varias vidas, porque muchas mujeres vienen después de varias experiencias, no es un dolor “perdido”.
Para mí ha sido una experiencia nueva, pues aparte de algún caso escuchado en confesión, era un mundo bastante nuevo respecto a nuestra experiencia de evangelización y de catequesis. Se nos ha dado un enriquecimiento muy grande, que seguiremos viviendo si Dios nos lo permite y si Benedetta Foà sigue contenta con nuestra colaboración.