La reflexión del arzobispo Bergoglio celebrando en Buenos Aires a la Candelaria
La última vez que el cardenal Jorge Bergoglio celebró las fiestas patronales en un barrio de Buenos Aires fue el 2 de febrero de 2013, un mes y once días antes de ser elegido Papa.
La misa, seguida de la procesión y la tradicional y cariñosa bendición de los niños, fue a las 20 en la parroquia de la capital argentina consagrada a Nuestra Señora de la Candelaria.
Este templo data de 1881, de tiempos del arzobispo Federico León Aneiros, cuando se inauguró la obra de una pequeña capilla.
De 1906 a 1958 duró la obra para la culminación del templo tal como se lo ve hoy. La historia es larga, y acompaña el crecimiento del barrio de Floresta.
Pero difícilmente quienes acompañaron e impulsaron este templo en sus inicios imaginaron que la celebración de Nuestra Señora de la Candelaria allí estaría varios años marcada por alguien que ocuparía la cátedra de San Pedro.
En la Presentación en el templo Jesús sale
Dos años antes, el 2 de febrero de 2011, el entonces arzobispo de Buenos Aires aseguraba en la homilía que Jesús es presentado en el templo «porque quiere salir al encuentro de su pueblo». Lo hacía en un mensaje muy similar al que caracteriza su impronta como Pontífice.
La presentación del niño en el templo, que se celebra con la fiesta de Nuestra Señora de la Candelaria, decía el cardenal Bergoglio, «es un gesto importante».
«Porque mientras estaba en el pesebre y en su casa, iban a visitarlo (…). Y le llevaban cosas que le hacían falta a la mamá. Pero iban a visitarlo. Pero ahí ya Jesús muestra la hilacha. Jesús sale. Es llevado al templo como todo chico judío, cumple con la ley».
El lío en la calle
La salida de Jesús no quedaba allí, decía el arzobispo de Buenos Aires. Porque, en un mensaje que hace pensar en la invitación a hacer «lío» que lanzó a los jóvenes en la Jornada Mundial de la Juventud de Río de Janeiro, aclaraba:
«Hay algo más, porque en el templo (Jesús) arma un alboroto. En el templo este anciano Simeón aparece y dice ‘por fin lo encontré’.
Y después aparece esa vieja Ana que, sigue el Evangelio contando, esa viejita de 84 años, que sería una de esas señoras que hay en las cuadras que van llevando chimento de un lado para el otro… Y ahí empezó la vieja a moverse en el templo a llevar el chimento: ‘Lo encontré, lo encontré’(…)».
«Jesús sale a encontrar a la gente. Jesús es un buscador de gente. Vino a buscar, vino a encontrarnos. Jesús siempre fue callejero. Rara vez en el Evangelio lo vemos quieto.
Dos veces dice el Evangelio que enseñaba en la sinagoga, pero el resto estaba en el camino, en las calles, por los pueblos (…). Jesús era callejero, porque quería encontrarnos».

Eran las palabras en aquella ocasión de Bergoglio. Aquel día el después papa Francisco mostraba figuras cercanas, el humor y el diálogo directo con la comunidad que aún hoy le caracterizan.