La violencia entre el ejército y los rebeldes ha causado más de 500 muertos según la ONU
Sudán del Sur se aboca a la guerra civil con el enfrentamiento entre las unidades militares leales al presidente Salva Kiir y los rebeldes que apoyan el ex vicepresidente Riek Machar, que en las últimas horas han conquistado la capital del estado de Jonglei, Bor.
En los últimos días, la ONU ha publicado un balance provisional de los enfrentamientos en base al cual las victimas son más de 500 y los heridos más de 800. Además entre 15.000 y 20.000 personas han encontrado refugio en las dos sedes de las Naciones Unidas de Juba. Muchas otras se han refugiado en iglesias y en centros de diversas organizaciones.
Radio Vaticano habla de una “guerra civil a todos los efectos” e informa que en las últimas horas la situación ha empeorado de tal modo que la ONU afirma haber perdido los contactos con la base de Akobo.
“El país va en una dirección muy peligrosa, hacia una especie de conflicto étnico aunque hay que señalar que la cuestión étnica es utilizada con fines de poder” informa la agencia vaticana Fides.
El riesgo es que el conflicto se extienda a otras zonas de Sudán del Sur y es por eso que las principales confesiones cristianas en el país, la Iglesia católica, la anglicana y presbiteriana, de inmediato han llamado a la calma y a la reconciliación, invitando a todos a evitar que se agrave el conflicto.
¿Golpe de Estado?
La tensión política en Sudán del Sur se acentuó después de que en julio el presidente Salva Kiir hiciera dimitir al vicepresidente Riek Machar. Esta semana, la violencia se ha agravado con los enfrentamientos entre miembros del ejército en distintos puntos de la capital de Sudán del Sur, Juba.
El presidente Salva Kiir aseguró que se había producido un golpe de Estado y que había conseguido restablecer la calma. El gobierno apuntó al al exvicepresidente Riek Machar, que hace unos meses se postuló como rival político de Kiir para las elecciones de 2015.
Sin embargo, Machar, desde paradero desconocido, rechazó su participación en un supuesto golpe e incluso negó que se hubiera producido ningún golpe de Estado.
La versión de Machar no es la única que contradice la de Kiir, que podría estar utilizando el uso de la violencia entre facciones políticas rivales para recuperar crédito y librarse de opositores de cara al futuro, según la revista Mundo Negro.
“Los conflictos políticos en Sudán del Sur se reflejan automáticamente en las Fuerzas Armadas; dentro del ejército los líderes tienen sus propios partidarios –declaró a la agencia Misna Leben Nelson Moro, profesor del Centro de Estudios para la Paz y Seguridad de la Universidad de Juba-. Hasta la semana pasada las Fuerzas Armadas parecían ser un solo cuerpo, pero el domingo se entendió que estaban divididas entre quienes apoyaban a uno y los que apoyaban al otro”.
¿Conflicto étnico?
Las autoridades de Juba han anunciado que la ciudad de Bor, capital del estado de Jonglei ha caído en manos de una unidad militar que ha desertado en favor de Machar.
“Este Estado desde el punto de vista étnico es mixto, pero con predominio de la etnia Nuer, la misma de Machar” dicen nuestras fuentes.
La inclinación hacia un conflicto étnico se vio ya durante los enfrentamientos entre el 15 y 16 de diciembre en la capital de Juba cuando varias personas fueron asesinadas en base al origen étnico.
Para la revista de los misioneros combonianos, la rivalidad étnica en Sudán del Sur es un hecho. También lo fue durante la guerra civil librada con el norte entre 1983 y 2005. Popularmente es sabido que muchos Dinka acusan a los Nuer de no haberse implicado suficientemente en la guerra contra Sudán. Los Nuer, a su vez, sienten cierta infrarrepresentación en un gobierno mayoritariamente Dinka y en el que, con la salida de Machar, perdieron a su principal exponente.
Pero también es cierto que los altos cargos detenidos por el supuesto golpe pertenecen a varias etnias, incluyendo la Dinka, y que algunos de los aliados políticos de Machar son también Dinka.
En Sudán del Sur, además de la etnia influyen otras filiaciones menores como son la tribu, e incluso el clan, y no existe esa unidad tan férrea entre las etnias como podría parecer cuando se mencionan titulares que hablan de guerra inminente entre Dinka y Nuer.
Evidentemente las cosas podrían ir a peor y desde luego es preocupante la utilización política que podría hacerse de las cuestiones étnicas y que estas arrastren a la población.
La independencia de Sudán del Sur trajo esperanzas a los sursudaneses para los que la separación de sus vecinos del norte suponía el advenimiento de la paz, la estabilidad y el desarrollo. Una mayoría de la población no se resigna, de momento, a perder lo que tanto les ha costado conseguir.