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Guadalupe: Millones reiteran su amor a la morenita del Tepeyac

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Jaime Septién - publicado el 13/12/13
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“Todos nosotros hemos sido testigos del inmenso amor de Dios, por medio de Santa María de Guadalupe”, dice el cardenal Rivera

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En la celebración del 482 aniversario de las apariciones de la Virgen de Guadalupe a san Juan Diego, el arzobispo primado de México, cardenal Norberto Rivera Carrera encabezó la Misa mayor del 12 de diciembre en la nueva Basílica, a la que, durante dos días, visitaron siete millones de peregrinos, superando en número a los peregrinos del año pasado.
 
Se calcula que cerca de 300 personas por minuto desfilaron el día de ayer frente a la imagen milagrosa que dejó plasmada en la tilma o ayate de san Juan Diego la Virgen y que en casi cinco siglo no ha sido restaurado ni se ha deteriorado siendo que la imagen se plasmó en una tela de hilo muy burdo.
 
Evangelización perfectamente inculturada
 
En la homilía, el cardenal Rivera Carrera dijo que “todos nosotros hemos sido testigos del inmenso amor de Dios, por medio de Santa María de Guadalupe, para todos los seres humanos de todos los tiempos y de todas las latitudes. ¡Un amor universal!”
 
Tras recordar las palabras del beato, Juan Pablo II; “Y América, que históricamente ha sido y es crisol de pueblos, ha reconocido «en el rostro mestizo de la Virgen del Tepeyac, […] en Santa María de Guadalupe, […] un gran ejemplo de evangelización perfectamente inculturada».”, el primado de México señaló que Santa María de Guadalupe “armoniza la fe y la razón (…) En el Acontecimiento Guadalupano se da la perfecta inculturación en la armonía de la fe y la razón”.
 
Para el arzobispo primado de México “es claro que todos nosotros, debemos celebrar esta gran fiesta de Santa María de Guadalupe construyendo desde nuestro corazón esa ‘casita sagrada’, con las manos que se extienden en la misericordia, en el perdón, en la solidaridad, en la generosidad, en la justicia, en la paz y en el amor, espacialmente a favor de los hermanos más necesitados y los más desprotegidos e indefensos”.
 
Más adelante, monseñor Rivera Carrera dijo que en el continente americano y de manera especial en México, “estamos ante tremendos retos que nos deben de inspirar y motivar, e impulsar para poner todo lo que esté de nuestra parte, para hacer una realidad este encuentro pleno del amor de Dios”.
 
El cardenal Rivera Carrera mostro que este “es el momento de las grandes oportunidades para demostrar nuestra fe, para disponer un corazón humilde y, así, la fuerza del amor de Dios se manifieste. Por ello recordamos las palabras de nuestra Madre: ‘No tengas miedo, ¿Acaso no estoy yo aquí que tengo el honor y la dicha de ser tu madre?’”.
 
La misericordia como única respuesta
 
Unas horas antes, en la madrugada del 12 de diciembre, tras el canto de “Las mañanitas a la Virgen” por miles de peregrinos aglomerados en la Plaza de la Basílica de Guadalupe, el rector de este santuario –que tiene carácter de “insigne y nacional”—monseñor  Enrique Glennie Graue ofreció a la guadalupana como modelo de una nueva cultura de la misericordia, en una sociedad como la sociedad mexicana que se encuentra “plagada de males que marcan fuertemente nuestra existencia”.
 
“Una atroz delincuencia organizada, injusticias y corrupción que claman al cielo, miles de familias condenadas al hambre y a una pobreza degradante, secuestros infames, divisiones entre los pueblos, asesinatos de niños en el seno de sus propias madres, extorsiones… devastadoras catástrofes naturales, inundaciones, sequías, enfermedades que aquejan a una grande porción de nuestro pueblo”, señaló el rector del santuario mariano más visitado del mundo.
 
En un análisis de la violencia, monseñor Glennie dijo que “provoca que numerosas personas vivan como si Dios no existiera, sobrellevando un inevitable vacío de sentido de la vida. A partir de esto el hombre se deshumaniza. Cuando se pierden la clemencia, la compasión, el altruismo y el perdón recíproco, ahí campean a sus anchas el egoísmo y la indiferencia ante el prójimo y las relaciones humanas se convierten en meros procesos de intercambio económico. El dinero y el poder se vuelven los valores supremos”.
 
Para estos males, terminó diciendo el rector de la Basílica de Guadalupe, “la única respuesta viable es la misericordia, que es la actitud que supera el egoísmo y el egocentrismo, y no tiene puesto el corazón en sí mismo, sino en los demás, en especial junto a los pobres y afligidos por toda clase de miserias”.

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