La situación en el país sudamericano es alarmante, afirma el arzobispo de Corrientes
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A pedido del episcopado argentino, católicos argentinos y quienes se sintieron apelados por el llamado realizaron el sábado una jornada de ayuno y oración por el “flagelo” de la droga en el país.
“Este gesto tiene un profundo significado espiritual, pero también de cercanía humana con quienes padecen este flagelo. Queremos decirles que no están solos, que nos sentimos parte de una sociedad que los acompaña, que se siente solidaria con ellos, pero también que quiere crear las condiciones que permitan el desarrollo de una vida más digna”, explicó el arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina monseñor José María Arancedo.
En varias catedrales y templos del país se organizaron liturgias concretas para congregar a los fieles en torno a esta intención, que llamó la atención de los prelados argentinos durante su última Asamblea Plenaria. En aquella ocasión, emitieron un documento titulado “El drama de la droga y el narcotráfico”.
En algunos templos, las Eucaristías estuvieron acompañadas por testimonios de pacientes recuperados. “Pensamos en el consumidor de drogas. Meditamos en las familias desintegradas a causa de este mal. En los padres que sufren las caídas y pérdidas de sus hijos. Confiamos en la infinita misericordia de Dios. Sabemos de los milagros del Señor que tocan los corazones desgarrados, propio de estos casos”, explicó el director nacional de las Obras Misionales Pontificias argentinas, padre Dante De Sanzzi.
La situación en el país sudamericano es alarmante. Como decía en su homilía el Arzobispo de Corrientes monseñor Andrés Stanovnik “la gente sabe quién vende, cuándo y dónde se vende. Estamos hablando de algo que está a la vista de todos”. Monseñor Stanovnik recordó que “no es la primera vez que la Iglesia se refiere a esto. En 2007 se habló de la droga sinónimo de muerte, advirtiendo entonces que el narconegocio se instaló en nuestro país. Sin embargo, en ese momento no hubo reacción ante esa grave advertencia que hoy reiteramos con mucha preocupación”.
Sacerdote, director de organismo nacional contra la droga
En el documento, emitido en noviembre, los obispos reclamaban que aún no se había nombrado un director para la Secretaría de Programación para la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico (SEDRONAR). Pero a las pocas semanas el gobierno nacional eligió a un candidato para ese puesto, y sorprendió. El elegido era un sacerdote. El nuevo director del SEDRONAR es el padre Juan Carlos Molina, sacerdote del clero de la diócesis de Río Gallegos, quien en su diócesis llevaba una importante tarea combatiendo este flagelo. El cargo fue asumido a título personal, y no en nombre ni en representación de la Iglesia Católica. Su Obispo monseñor Miguel Ángel D'Annibale le concedió el pedido de retiro de las licencias ministeriales para el ejercicio público del ministerio sacerdotal, a fin de poder asumir el cargo. A su jura, tomada por la presidenta Cristina Kirchner, asistieron los obispos Jorge Lozano, presidente de la Pastoral Social, y Oscar Ojea, presidente de Cáritas.