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El que pronuncia palabras cristianas sin Cristo, es decir, sin ponerlas en práctica, se hace daño a sí mismo y a los demás porque ha sido vencido por el orgullo y causa división, también en la Iglesia.
Esto es, en síntesis, lo que afirmó el papa Francisco en la Misa presidida en la Capilla de Santa Marta el 5 de diciembre de 2013.
Escuchar y poner en práctica la palabra del Señor es como construir la casa sobre roca.
El Papa explica la parábola evangélica propuesta por la liturgia de hoy. Jesús recrimina a los fariseos que conozcan los mandamientos pero que no los cumplan en su vida.
“Son buenas palabras”, pero si no se ponen en práctica “no sólo no sirven, sino que hacen daño: nos engañan, nos hacen creer que tenemos una casa bonita, pero sin cimientos”.
Cristo, la roca
Una casa que no está construida sobre roca:
El orgullo será derribado
Y una locura – explica el Papa – que nos lleva a la soberbia:
¿Cómo son nuestras palabras?
“Nos hará bien hacer un examen de conciencia –afirma el Papa– para comprender “cómo son nuestras palabras”, si son palabras “que creen ser poderosas”, capaces “de darnos la salvación”, o si “son palabras con Jesucristo”: