Un buen momento para volver a lo esencial
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Llega diciembre y es ahora cuando comienzan los afanes por terminar lo emprendido durante el año, la hazaña de cumplir con los compromisos, las fiestas, la decoración del hogar con motivos navideños, las carreras para comprar los regalos. ¿Pero se saca tiempo para lo verdaderamente importante que es prepararnos espiritualmente para esta gran celebración?
La Navidad es tiempo de recogimiento, en ella se contempla el nacimiento del Niño y la creación de la Sagrada Familia, es por eso que el llamado a vivir esta época de manera más espiritual y menos social. Que sea ésta la ocasión para que la familia se reúna reviviendo con devoción el nacimiento de Dios en la tierra y llevando felicidad a los más desfavorecidos.
Especial atención al pesebre
Hay muchas formas de vivir la Navidad con un espíritu cristiano y ante todo en familia. Para estimular el interés de los más chicos y para que éstos no crezcan pensando que la navidad es solo fiesta y diversión, nos podemos concentrar este año en el pesebre.
También conocido como natividad o “Belén’’, es la ilustración de cómo nuestro Señor Jesucristo nace pobre en un humilde pesebre acompañado de sus padres la Santísima Virgen y San José y junto a ellos, los pastores y animales que les brindaron compañía y calor.
Aprovechemos el pesebre para que desde el momento en que se arma, contemos a los niños lo que pasará en la Navidad. Ya que cada figura tiene un significado especial, podemos hablar de cada personaje al ocupar su puesto en el pesebre.
Tiempo de gracias y buenos propósitos
El adviento, o tiempo de preparación para la celebración de la Navidad, es un buen momento para dar gracias a Dios por todo lo recibido durante el año y pensar en los buenos propósitos para el siguiente. Es también época para pedir perdón y acercarse a las personas de las que estuvimos alejados; y ante todo, es el momento de pensar en cómo llevar alegría a las personas más desfavorecidas.
Enseñemos a los niños a amar la Navidad como un momento de entrega y alabanza a Dios, no solo de diversión.
Artículo publicado originalmente por LaFamilia.info