Cómo fueron torturados y asesinados por los nazis los párrocos de la actual Gdansk
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La ciudad portuaria de Danzig (Gdansk en polaco), anteriormente prusiana, fue declarada Ciudad Libre por la Sociedad de Naciones en 1919. El objetivo era dar salida al Báltico al estado de Polonia, construido con antiguos territorios polacos de los imperios alemán, ruso y austríaco.
En vísperas del estallido de la guerra, el 31 de agosto de 1939 el clero polaco de Danzig, permanecía en sus lugares de trabajo pastoral: el párroco titular de la parroquia Cristo Rey en Gdansk-Wrzeszcz Francisco Rogaczewski con sus vicarios: Alfonso Muzalewski y Walter Hoeft (de vacaciones en casa de su familia); el párroco de la capilla para los polacos Nuestra Señora de Czestochowa en Gdansk-Nowy Port Mariano Górecki; el rector de la iglesia San Estanislao mártir para los polacos en Gdansk-Wrzeszcz Bronislao Komorowski; el párroco de Pieklo José Dydymski; el párroco de la parroquia San Pedro y San Pablo de Wotzlaff Bernard Wiecki. ; el párroco de Sopot Ladislao Szymanski y su vicario Jerzy Majewski; el párroco de Klodawa-Gdansk Robert Wohlfeil y finalmente el padre León Bemke, capellán auxiliar de la guarnición militar en el Westerplatte.
Las actividades de estos sacerdotes polacos, que tenían su servicio pastoral para la comunidad polaca de la Ciudad Libre de Danzig, no eran del agrado de las autoridades nazis, se les ponían todo tipo de trabas y estaban vigilados constantemente.
Ya el primer día de la guerra, el 1 de septiembre de 1939 el padre Mariano Górecki fue arrestado en su domicilio de Gdansk- Nowy Port. A las cuatro de la madrugada de forma repentina e inesperada, a los golpes y a los gritos lo obligaron a abandonar su casa de forma inmediata: en pantuflas y apenas el pantalón y en camisa El primer lugar de tortura fue el famoso Victoria-Schule (edifico de estilo neo renacentista que albergaba una escuela para niñas y que los nazis convirtieron en cárcel temporal hasta el 15 de septiembre de 1939).
Había un comité de bienvenida: los agentes de la GESTAPO formaban dos filas y por el medio tenían que pasar los arrestados a la carrera: los esperaban con gritos, insultos, golpes, patadas, culatazos. ¡Ay de aquellos que no podían correr o caían bajo los golpes de los verdugos! Chorreando sangre, de pie contra el muro del patio de la escuela y con las manos en alto junto al Padre Mariano estaban los sacerdotes Francisco Rogaczewski y su vicario Alfonso Muszalewski, Bronislaw Komorowski, Bernard Wiecki, Ladislao Szymanski y Leon Bemke. Siguieron llegando “polacos indeseables” al patio de la escuela y cuando ya los tenían a todos agrupados los trasladaron al gimnasio. Los testigos coincidieron en que los sacerdotes tenían signos visibles de haber sido golpeados muy duramente. A los prisioneros no le dieron nada de comer, les prohibieron conversar y a pesar de esto en la noche los sacerdotes escucharon las confesiones de sus compañeros de prisión.
Al día siguiente, 2 de septiembre, el grupo de los polacos arrestados, en un total de 150, también el padre Górecki y otros sacerdotes bajo una fuerte escolta partían hacia lo desconocido. La columna de camiones se detuvo en la localidad de Stutthoff, un pueblo situado a 36 kms al este de Gdansk y a 5 kms de la costa del mar. Rodeaba la zona por un lado el río Nogat y por el otro el Vístula y toda la red de canales y arroyos. Hermosos bosques de abetos y pinos mezclados con robles centenarios completaban el paisaje.
En un lugar aislado, de difícil acceso, los nazis decidieron establecer un Konzentrationslager in Stutthof– campo de concentración destinado a los polacos de la Ciudad libre de Gdansk, Warmia y Mazuria, Prusia Oriental y Pomerania
De inmediato los prisioneros tuvieron que deforestar varias hectáreas del bosque, levantar las barracas, nivelar el terreno, hacer el trazado del camino, transportar los materiales de construcción y finalmente instalar en todo el perímetro alambrado de púas. Como dato curioso el mobiliario con que se equipó la oficina del comandante pertenecía a la casa parroquial del Padre Górecki.
Desde el comienzo el trabajo era agotador y muy pesado y a esto se sumaba el maltrato y los golpes de los guardias, en particular el trato dedicado a los sacerdotes. Se les obligaba a llevar los troncos sobre los hombros y tenían que transportarlos a la carrera bajo los golpes y las burlas de los guardias. Había una barraca preparada especialmente para los sacerdotes y maestros, la número XII.
A fines de septiembre los sacerdotes de Gdansk fueron acusados y amenazados: “En vuestras iglesias se encontraron armas. Admítanlo. Si no lo admiten, todos serán fusilados. Les doy una hora”. Así se expresó el hombre de las SS de nombre Neubauer. Cuando la amenaza no tuvo eficacia, entonces los sacerdotes Rogaczewski, Wiecki, Komorowski y Górecki fueron castigados con tres días de arresto en el bunker. Los sometieron a pasar hambre y fueron torturados para forzarlos a declarar. Según las memorias del padre Muszalewski fueron tan duras y crueles estas torturas que el padre Górecki se quebró y reconoció que tenía armas aunque ciertamente no era verdad.
Durante su permanencia en el campo el padre Górecki cumplía la función de vidriero, trabajando a la vez en la tala de árboles. Las fiestas de Navidad de 1939 fueron ocasión para nuevos castigos. Por compartir el pan ácimo y cantar villancicos, los sacerdotes tuvieron que sacar la nieve de todo el terreno del campo, y no les ahorraron diferentes sufrimientos.
Cierto día el Padre Górecki quiso escaparse furtivamente a la barraca, lamentablemente lo vio un guardia, el sádico Neugeberger. Se escuchó un bramido: Górecki! Hier!– llamó a la víctima ¡Inclínate! El látigo de cuero silbó en el aire y continuó hasta que la ira del bruto se aplacó.
En los primeros días de marzo de 1940 los sacerdotes fueron transferidos al subcampo de Grenzdorf, para trabajar en las canteras. El comandante de este pequeño y muy primitivo campo dio la bienvenida a los sacerdotes: ¡Malditos curas! ¡Aquí todos morirán como perros! Pero la Divina Providencia tenía otros caminos y a la semana regresaron y la profecía del comandante fracasó. De regreso comenzó un brutal interrogatorio a los sacerdotes y a la intelectualidad de Gdansk, cuya duración se extendió hasta el domingo de Ramos, es decir hasta el 17 de marzo. A partir de ese día se formó una compañía de castigo, nombrada SK (Strafkompanie); compuesta por 45 representantes de los polacos de Gdansk, entre ellos el padre Górecki. Les quitaron todo, dejándolos sólo con lo puesto. Desde el lunes 18 de marzo comenzaron los ejercicios de castigo y la insoportable “gimnasia” en la plaza de la llamada (carrera, march, cuerpo a tierra, salto-rana, flexiones…). Los prisioneros tenían que hacer las cosas corriendo, estaba prohibido caminar. Los padres Górecki y Komorowski fueron tratados con especial crueldad y al cabo de tres días perdieron completamente las fuerzas.
El jueves santo, 21 de marzo de 1940, hubo un acontecimiento excepcional, porque en la barraca número 5 se celebró en el mayor secreto la primera misa en el campo. La celebró el padre Boleslao Piechowski. Los sacerdotes permanecían en sus cuchetas y el sacerdote celebrante sentado y tapado con mantas celebraba el santo sacrificio. A su lado lo asistía el padre Vicente Frelichowski, el principal organizador. Sin ornamentos litúrgicos ni cáliz. Consagró en un vaso común y el altar solo estaba adornado con dos míseras velas. La emoción fue grande porque para los padres Górecki y Komorowski la Eucaristía también fue el viático.
El Padre Dobromir Ziarniak, sacerdote de Gnienzo, nos ofrece este testimonio sobre las últimas horas del padre Górecki: “En vísperas de su ejecución el padre y profesor Górecki en una conversación conmigo era conciente de su muerte. Se confesó de manera ejemplar y se confió a la voluntad de Dios”.
Al día siguiente, 22 de marzo de 1940, el padre Marian Górecki, Bronislaw Komorowski y otros, en número de 65 personas fueron fusilados en un bosque a 1, 5 km del campo.
Después de la guerra, en 1947, los cuerpos de los fusilados en Stutthof fueron exhumados y enterrados en el cementerio de los beneméritos en Zaspa en Gdansk- Wrzeszcz.
El padre Bronislao Komorowski también fue arrestado brutalmente en su domicilio en la madrugada del 1 de septiembre. Ensangrentado y esposado fue llevado al Victoria Schule, donde de nuevo fue torturado inhumanamente en venganza por su actividad con la población polaca. Al día siguiente fue trasladado a Stutthof. La vida en el campo para los prisioneros era de tormentos continuos.
El padre Komorowski tuvo que limpiar las letrinas del campo sacando los excrementos del depósito cloacal con un balde ordinario y transportarlos a la alberca. Este trabajo lo tenía que realizar en sotana y a la vista de todo el campo. Un compañero de prisión, el padre Gajdus, ante semejante humillación se acercó para preguntarle qué siente realizando este trabajo a la vista de todos. El padre Bronislao de forma bondadosa y sonriendo le respondió: “Me siento como en el púlpito de cara a los prisioneros y cuido de esto, que el sermón salga bien. Pienso que estos serían mis mejores sermones”.
Las autoridades del campo lo nombraron kapo del comando de trabajo en las letrinas. Querían que fuera el hazmerreír de todos y que por lo mismo se burlaran de él. Sin embargo el sacerdote supo amar como su Maestro, para los prisioneros era el amor del mismo Cristo, ayudando a los más agotados, compartiendo con ellos cada alimento. Él mismo, maltratado y torturado cruelmente, hasta el final conservó un corazón abierto y un rostro sonriente para todos sus compañeros de infortunio.
Siguió el mismo via crucis que el padre Górecki y junto con su amigo alcanzó la palma del martirio el Viernes Santo de 1940.
De la misma manera que los padres Górecki y Komorówski también fueron arrestados los padres Francisco Rogaczewski y su vicario Alfonso Muszalewski aquel fatídico 1 de septiembre. Eran las cinco de la madrugada. Exactamente 15 minutos después que el obsoleto pero aún potente acorazado alemán Schleswig-Holstein, supuestamente en visita ceremonial abriera fuego a corta distancia sobre el Westerplatte, una vieja fortaleza situada a 6 kilómetros de distancia al norte de Danzig donde los polacos tenían un depósito de municiones. Comenzaba la segunda guerra mundial.
Desde su brutal arresto hasta el ingreso al Victoria Schule el padre Rogaczewski soportó las humillaciones, los golpes, las torturas con una serenidad asombrosa y pacientemente. Allí también confesó a los polacos detenidos y al absolverlos les decía: “Si aquí nos fusilan nos veremos en el cielo”.
Al día siguiente también formó parte del primer transporte al campo de Stutthof. Arriesgando su vida, continuó con su servicio sacerdotal y enseñaba a todos a orar y a poner su confianza en Dios. A los prisioneros que preparaba para morir dándoles la absolución sacramental les decía: “Te veré en el cielo”
En el campo siempre regresaba con el pensamiento a su querida parroquia y a sus amados feligreses conjeturando planes para futuras actividades pastorales. Poco antes de su partida del campo para ser ejecutado le dice a su vicario: “Sabes, creo que voy a morir, diles a mis queridos fieles de la iglesia de Cristo Rey que con gusto doy mi vida pro Christo et Patria”.
En la primera mitad de enero de 1940 fue llamado durante el pasa lista del atardecer y añadido a un grupo de varios activistas de Gdansk, entre ellos estaba también el padre Bernard Wiecki. Los trasladaron a Nowy Port donde agregaron a algunas personas más y también aquí se encontraba otro sacerdote, el padre Ladislao Szymanski. Una vez completado el grupo fueron llevados al lugar de la ejecución. Durante muchos años este lugar no era conocido. Se sospechaba que fueron fusilados en Piasnica. Sin embargo en 1979 la Comisión Regional para la Investigación de los Crímenes Nazis en Gdansk en base al estudio realizado determinó que el lugar era un bosque cerca del campo de concentración. Allí el 11 de enero de 1940 fueron ejecutadas 22 personas del grupo de prisioneros, entre ellas los tres sacerdotes. Los restos fueron exhumados del 10 al 16 de mayo de 1979.