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Diferencias entre la consagración del mundo a Fátima de Juan Pablo II y la de Francisco

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Julio de la Vega-Hazas - publicado el 15/10/13
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Respuesta a una duda de un lector de Aleteia sobre el acto del pasado domingo

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¿El Beato Papa Juan Pablo II no había realizado ya algo similar hace unas décadas atrás? Porque me acuerdo que el hizo una consagración (no me acuerdo cómo era exactamente) a la cual convocó a todos los cardenales del mundo y dicen que justamente a partir de allí se empezó a agrietar el muro de comunismo soviético… y que eso tenía que ver con una petición de la Virgen de Fátima… ¿Cuál fue aquella consagración? ¿En que se diferencia de ésta que hizo el Papa Francisco? ¿O es análoga? Si alguien me lo aclara lo agradecería….

Si se comparan las consagraciones que hicieron Juan Pablo II en Fátima, y que va a realizar Francisco en Roma, en encuentran algunas diferencias y varias semejanzas.
 
A las videntes de Fátima la Virgen les anunció los males que vendrían de Rusia –ellos no sabían qué era, pensaban que se trataba de una señora con ese nombre-, y que se remediarían cuando el Papa consagrara ese país a su Corazón Imnaculado. Cuando hizo la consagración Juan Pablo II, consagró el mundo entero, pero haciendo mención expresa de Rusia. Antes no se había hecho esa mención, y sor Lucia, la vidente de Fátima que seguía viva, dijo que no se había cumplido lo requerido por la Virgen. En cambio, con la de Juan Pablo II afirmó que sí se había cumplido. Y poco después cayó el comunismo.
 
La consagración que va a hacer Francisco no obedece a un mandato expreso, como ocurría con la anterior. Pero quiere ser continuación de aquélla; o, en cierto modo, repetición de aquélla. En Fátima se solicitó un acto concreto ante un problema concreto. En este sentido, las dos consagraciones no son la misma cosa. Pero, a la vez, se puede entender que en Fátima se enseñó algo de valor permanente: el recurso a Santa María, a su Corazón Inmaculado, para todo, pero sobre todo para las situaciones difíciles. Ahora el peligro para la fe y la Iglesia no viene del comunismo soviético, sino del secularismo occidental; como decía Benedicto XVI, de la dictadura del relativismo. Es un peligro más incruento, pero no es un peligro menor. Por eso Francisco quiere hacer lo mismo que hizo Juan Pablo II, y que tan buen fruto dio. De ahí que quiera marcar la continuidad entre ambos actos realizando la consagración en el día 13 y ante la imagen de Fátima, que será llevada a Roma. Para cada cristiano hay asimismo un mensaje: a quién acudir en tiempos difíciles. 

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