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Convivir con niños “distintos” y madres solteras sin recursos

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Enrique Chuvieco - publicado el 25/09/13
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Casa de la Almudena: tres familias comparten techo en una experiencia pionera en España

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“Cuando los descubridores de la doble hélice del ADN exultaron de alegría era porque habían llegado a la verdad, a su objetivo, y eso es lo más bello que te puede pasar”. Con este ejemplo comenzó su intervención, María Rosa, una voluntaria sexagenaria que enseña a coser a madres solteras y a quienes se acercan a la Casa de la Almudena.

La sala repleta de gente oía a la “abuela de Jessie”, como la llaman los hijos de las madre acogidas, que ocupaba mesa con otra joven voluntaria que apoya al estudio a niños con problemas, y con Juan Orellana, profesor del CEU y uno de los matrimonios que vive con sus hijos y dos familias más, que acogen a jóvenes embarazadas y madres solteras y a chavales con riesgo de exclusión social en este lugar del distrito madrileño de San Blas, cercano al cariacontecido,  por los últimos acontecimientos, Estadio Olímpico.

Recientemente, celebraban el primer aniversario de este complejo con amigos y conocidos, que inauguró en el verano del 2012 el cardenal Rouco (los terrenos fueron cedidos por el arzobispado de Madrid) y la alcaldesa, Ana Botella. Los tres matrimonios que se embarcaron en el proyecto, junto con sus 18 hijos naturales, adoptados y acogidos, habían cristalizado un proyecto que venían rumiando de atrás, cuando conocieron realidades semejantes en distintos lugares de Italia. Con datos, comprobaron que se conseguían mejores resultados de integración social e interfamiliar de chicos en riesgo de exclusión si convivían con familias en vez de hacerlo en residencias o pisos tutelados.

Un factor importante, además, es que todas las actividades de la Casa de la Almudena se complementan con las visitas periódicas de los padres biológicos de los acogidos.

“Los niños tienen derecho a una familia –subraya Teresa, mujer de Juan- y el objetivo de este proyecto es que vuelvan con ellas cuando lo permitan sus circunstancias. Nosotros entendemos el acogimiento así”.

“En vez de traer un regalo, me lo llevo”

La cocción ha sido lenta en cuanto a la preparación personal y la obtención de medios necesarios para plasmar la iniciativa. La amistad de años unía a los tres matrimonios (Juan/Teresa, Eduardo/Estrella y Juan Ramón/Belén). Su recorrido personal en el movimiento católico Comunión y Liberación les hizo descubrirse íntimamente y experimentar que la ley de la vida es darla, como recordaba el fundador Luigi Giussani.

Pasaron años antes de colocar la primera piedra física. Les sirvieron las experiencias vividas por Belén, Juan Ramón y otros en Familias para la Acogida, una asociación que lleva años trabajando con las administraciones públicas para encauzar adopciones y acogimientos en familias de niños y jóvenes, muchos de ellos con problemas físicos y de comportamiento.

Entre el gentío reunido para el cumpleaños, estaban también algunos responsables públicos. Una, de Servicios Sociales, manifestó a la concurrencia: “Pensaba que había venido a traer un regalo y el regalo me lo llevo yo”.

Algo parecido a un colegio

De camino a la Casa de la Almudena para la celebración, situada en el moderno barrio de las Musas del distrito de san Blas, la pregunta indicativa a algún vecino de la zona era obligada para llegar a tiempo: “Esta allí. Creo que es un colegio porque se ven muchos chicos, pero no estoy segura porque están jugando fuera de los horarios habituales”, precisaba una señora.

Desconocía con exactitud la labor que se hace en el moderno edificio y en sus instalaciones adyacentes (piscina, campo de fútbol sala, salón de actos y otros espacios abiertos, entre otros), pero se preguntaba por aquel movimiento de chicos y grandes tan discordante con el horario escolar al uso. Las respuestas, estaban cruzando el umbral de la puerta, abierta para todos los que quisieran hacerlo.

Cómo ayudar

Propiamente, la Casa de la Almudena consta de los siguientes recursos: tres casas de acogida familiar donde viven los tres matrimonios promotores con sus hijos biológicos, adoptados y acogidos. Por ejemplo, Eduardo y Estrella tienen cinco nacidos de su unión; Juan, adoptado y síndrome de Down; y Alejandro, acogido, desde hace dos años, cuya madre biológica le visita frecuentemente. Contiene, además, una Casa Materno-infantil en la que viven actualmente cinco madres con sus respectivos hijos con problemas para salir adelante. A ellas se las acompaña hasta que su situación personal adquiera estabilidad y sostenibilidad.

La última pata, de momento, es un Centro de apoyo infantil y juvenil, que ha seguido en este tiempo a 24 niños y jóvenes derivados por centros sociales y educativo para apoyo escolar, habilidades sociales, ocio, tiempo libre y actividades de apoyo socioeducativo también para sus familias.

Respaldan el trabajo de la Casa de la Almudena, las fundaciones Internacional de Educación (FIE) y Educación, Asistencia Social y Cultura” (FEASYC), pero son lógicamente insuficientes para desarrollar y atender todas las necesidades y proyectos que van surgiendo. Las formas de ayudar son muchas y muy variadas, desde la donación dineraria habitual hasta la que consigue contactar con empresas que quieran patrocinar alguna o varias partes de este proyecto único en España, pasando por el voluntariado, una de las más valoradas por los responsables del proyecto (más en http://estaestucasa.wordpress.com/)

El mayor bien

Como en otras obras asistenciales, se acude a la responsabilidad del voluntari@ para que sea fiel en su compromiso de mayor o menor tiempo e implicación. Esto es así, por pura organización y por el respeto que merece toda persona que es atendida. Atención que es “boomerang” en forma de agradecimiento y disfrute para el que la presta, como manifestaba María Rosa y expresan otros voluntarios, porque el mayor bien en la vida es experimentar la alegría –no exenta de sacrificio- de darse.

Estrella testimonia ese bien viendo a Juan, su hijo adoptado Down, del que disfrutan ella y su familia, porque cuando le mira ve “al Niño Jesús” y comprende “que la vida me la da el Señor” y, como es así, “¿por qué no me la va a seguir dando si lo ha hecho hasta ahora?

Argumento realista y contundente que hace del milagro un hecho habitual que contrasta con el centrifugado circundante.
 
 

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