Bajar los sueldos no solucionará los problemas, señor Rhen
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Juan acude a la consulta del doctor porque las pastillas recetadas días atrás para recuperarse de su dolor de espalda no le estaban ayudando en absoluto. El médico, tras examinarle de nuevo, concluye recetarle otras pastillas. La sorpresa del paciente es mayúscula cuando en la farmacia descubre que se trata del mismo principio activo. “¿Si las primeras pastillas no me han funcionado por qué tengo que esperar que me ayuden las segundas, si son el mismo medicamento? “-le pregunta al doctor al día siguiente en la consulta. El médico, con cara de experto y aires de sabiduría, procede a narrarle las bondades del medicamento y su efectividad del 99,9% según diversos estudios realizados sobre deportistas de élite. Al acabar, el paciente Juan se levanta con la paciencia que le confieren sus ochenta años de edad, toma su bastón, se despide con un escueto “Gracias, doctor” y sale de la consulta. Tira las pastillas en la primera papelera que encuentra y resuelve buscar otro médico.
El pasado 2 de agosto, saltaba a los medios de comunicación la noticia de que el Fondo Monetario Internacional recomendaba una reducción del 10% de los salarios dentro del marco de un gran pacto entre empresarios y trabajadores acompañado de una reducción de 1,7 puntos en las cotizaciones sociales y un posterior aumento del Impuesto del Valor Añadido. Según su estudio de simulación, esta rebaja impulsaría un crecimiento del Producto Interior Bruto de 5 puntos y del empleo en 7 puntos a lo largo de 5 años. Al poco, esta recomendación encontró eco en el blog del vicepresidente de la Comisión Europea y responsable de Asuntos Económicos, Olli Rehn, en su entrada del 6 de agosto donde se pregunta si la situación de altas tasas de desempleo en España no es suficiente acicate para acometer una reforma como la indicada por el Fondo Monetario Internacional.
El debate se propagó como la pólvora tanto en la calle como en ámbitos académicos. Resulta cuanto menos doloroso y temerario pedir un esfuerzo de esta dimensión al trabajador español que tras cinco años de crisis ha visto que las políticas de austeridad apoyadas por el Fondo Monetario Internacional no han traído la ansiada recuperación. Pero además, se convierte en poco estético cuando aquellos que recomiendan el recorte de un 10% en un salario medio de 22.790 (y un salario más típico de 16.500 euros) están percibiendo retribuciones casi diecisiete veces superiores. Christine Lagarde hace relativamente poco tiempo elevó su propio sueldo un 11% pasando a cobrar la poco desdeñable suma total de 381.397 euros anuales. Olli Rehn gana en una paga mensual lo que ganaría un español medio con suerte de trabajar en todo un año.
Pero al margen de esta consideración de tipo estético, cabe preguntarnos si esta receta podría ser adecuada para la recuperación del paciente que nos ocupa, la economía española. Si fuera adecuada, el ejecutivo no debería cejar en el empeño de lograr el acuerdo social y coordinar esfuerzos para alcanzar la recuperación.
En primer lugar, cuando se reclama una rebaja del 10% del salario nominal en los próximos dos años, lo relevante es que lo consideremos en términos reales, es decir, términos de poder adquisitivo. Para eso, hemos de deducir la inflación interanual, tomaremos la reciente de julio de 2013, 1,8%. Supongamos que el próximo año fuera la misma, la rebaja esperada en promedio anual sería de una caída del 6,93% del salario real. (El cálculo es simple: primero calculamos la tasa de crecimiento anual promedio del salario nominal para los dos años (x) planteando (1 -10%)=(1+x)2 y despejando x= -5,13%. Al restarle la inflación anual 1,8% obtenemos la caída del 6,93% de salario real)
Curiosamente, la evolución de los salarios reales en España muestra que desde el año 2010 ha caído un total de un 6,87% (Véase gráfico 2)
Gráfico 1 Evolución de los salarios reales en España. Datos AMECO EU Comission. Elaboración propia. Predicción del dato del año 2013.
Gráfico 2Variación% acumulada de los salarios reales en España. Datos AMECO EU Comission. Elaboración propia. Predicción del dato del año 2013.
Gráfico 3Variación% anual de los salarios reales en España. Datos AMECO EU Comission. Elaboración propia. Predicción del dato del año 2013.
Además, tal como se observa en el Gráfico 3 del 2010 al 2012, la caída del salario real ha sido alrededor de los dos puntos porcentuales anuales. Esta caída sustancial de los salarios reales no parece haber sido acompañada de creación de empleo, antes bien todo lo contrario ya que la tasa de paro ha pasado del 17,36% en el 2009 al 26,26% de acuerdo con los datos publicados por la EPA de julio de 2013.
Gráfico 4Tasa de Paro EPA. Datos INE. Elaboración propia.
No es fácil vaticinar si se hubiera creado empleo con una reducción salarial en términos reales más intensa como la propuesta por el FMI, pero lo que sí se ha constatado es el desplome de la demanda agregada hasta tal punto que las importaciones están en mínimos nunca vistos.
Si los mercados funcionasen de forma eficiente, si no hubiera oligopolios ni problemas de información asimétrica ni externalidades, propiciar una caída de los salarios en un mercado regulado como el del trabajo implicaría que las empresas invertirían más y contratarían a un mayor número de trabajadores. Pero en la realidad de España esto no es así. Las pequeñas y medianas empresas, que son las que dinamizarían el empleo, se enfrentan a restricciones de crédito que dificultan su financiación y hay sectores claves como el energético y el financiero con fuertes y protegidos oligopolios.
Por si esto fuera poco, el escenario que dibuja el FMI requiere que la demanda externa de los productos españoles se mantenga gracias a la devaluación interna. Y, tal como exponen en su estudio, todo esto no está exento de riesgo. En el caso de que este plan fracasase, los resultados serían nefastos sobre el déficit fiscal, la demanda interna y el sistema bancario. Como indicaba brillantemente Emilio Ontiveros en su recomendable artículo “Supongamos que tenemos un abrelatas” , la reducción del 10% de los salarios se enmarca en un acuerdo social con presupuestos alejados de la realidad española.
Aún así, lo más grave no es que el FMI haga un ejercicio teórico de simulación económica, que cuanto menos alberga un interés académico, sino que Olli Rehn lo adopte para hacer sus doctas recomendaciones. De igual manera, lo absurdo no es que un laboratorio haya desarrollado un efectivo medicamento para deportistas de élite, sino que el doctor de nuestra historia se lo recete a un paciente de ochenta años incapaz de aprovechar sus bondades. Así de absurdas caen las recomendaciones del señor Rehn en una economía que se aleja de sus presupuestos y que ya ha sufrido esa reducción salarial desde el 2010. Ante esto, lo que nos queda es la elegancia de un escueto “Gracias, señor Rehn” y buscar la papelera más cercana.