Dios creó el mundo para que fuera la casa de todos los hombres
Para ayudar a Aleteia a continuar su misión, haga una donación. De este modo, el futuro de Aleteia será también el suyo.
“¡Nunca más la guerra!”, el gran grito de Pablo VI ante la ONU en 1965 lo hizo suyo esta noche el Papa Francisco ante miles de fieles congregados en la Plaza de San Pedro acogiendo su llamamiento para rezar por la paz en Siria. Hay un camino para la paz, siempre que las partes acepten vencer las propias razones que llevan a la muerte, y abrirse al diálogo y la reconciliación.
La Plaza de San Pedro y la Via della Conciliazione se convirtieron la noche del sábado en un gigantesco santuario a cielo abierto donde miles de personas participaron solemne y recogidamente en la sencilla vigilia de oración convocada por Francisco y presidida por la imagen de María Salus Populo Romano, la Virgen a la que siempre acuden los romanos para pedir ayuda y protección.
Después del solemne rezo del Rosario, el Papa Francisco tomó la palabra para releer el pasaje de la Creación y del Pecado original, para afirmar que Dios creó al mundo “bueno”, y especialmente el ser humano, “vértice de la creación”.
“Nuestro mundo, en el corazón y en la mente de Dios, es “casa de armonía y de paz” y un lugar en el que todos pueden encontrar su puesto y sentirse “en casa”, porque “es bueno” – afirmó el Papa –. ¿No es ése el mundo que yo deseo? ¿No es ése el mundo que todos llevamos dentro del corazón?”.
Caín ha vuelto
Pero, se preguntó, ¿es este el mundo en que vivimos? No. El hombre se ha puesto en el lugar de Dios, pensando “sólo en sí mismo, en sus propios intereses”, dejándose “fascinar por los ídolos del dominio y del poder, cuando se pone en el lugar de Dios, entonces altera todas las relaciones, arruina todo”.
Al caer de esta forma, “rompe la armonía con la creación, llega incluso a levantar la mano contra el hermano para matarlo”. En cada agresión y en cada guerra “hacemos renacer a Caín. ¡Todos nosotros! Y también hoy prolongamos esta historia de enfrentamiento entre hermanos, también hoy levantamos la mano contra quien es nuestro hermano”.
En este momento de caos, Dios apela a la conciencia de los hombres, afirmó el Papa: la pregunta “dónde está tu hermano” que Dios hace a Caín “se dirige también a nosotros”, afirmó. “Sí, tú eres el guardián de tu hermano. Ser persona humana significa ser guardianes los unos de los otros”.
“Sin embargo, cuando se pierde la armonía, se produce una metamorfosis: el hermano que deberíamos proteger y amar se convierte en el adversario a combatir, suprimir. ¡Cuánta violencia se genera en ese momento, cuántos conflictos, cuántas guerras han jalonado nuestra historia!”.
Es posible la paz
Aun en estos momentos, afirmó el Papa, “es posible seguir otro camino. Sí, es posible para todos”.
“Quisiera que cada uno de nosotros, desde el más pequeño hasta el más grande, incluidos aquellos que están llamados a gobernar las naciones, dijese: Sí, queremos”.
Invitó a los cristianos a “mirar a la Cruz”, donde “calla el fragor de las armas y habla el lenguaje de la reconciliación, del perdón, del diálogo, de la paz”, y pidió a los representantes de las demás religiones y a los no creyentes a “escuchar a la propia conciencia”.
“Sal de tus intereses que atrofian tu corazón, supera la indiferencia hacia el otro que hace insensible tu corazón, vence tus razones de muerte y ábrete al diálogo, a la reconciliación; mira el dolor de tu hermano y no añadas más dolor, detén tu mano, reconstruye la armonía que se ha perdido; y esto no con la confrontación, sino con el encuentro”, concluyó el Papa.