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Detened el ataque contra Damasco antes de que sea demasiado tarde

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ABO SHUJA

Bernardo Cervellera - AsiaNews - publicado el 06/09/13

Que la ONU pueda investigar lo sucedido en Ghouta antes de tomar una decisión

Demasiadas contradicciones en la versión de EE.UU. sobre el uso de las armas químicas. No se quiere esperar siquiera a los resultados de la investigación de la ONU. Es falso pensar que un ataque militar ayudará a la conferencia de paz. En cambio, ayudará a los islamistas, que quieren dominar a la oposición.

Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, la Liga Árabe tienen prisa en lanzar una acción de castigo contra Siria: ésta es culpable, a sus ojos, de haber usado armas químicas contra la población en la periferia de Ghouta (Damasco), el pasado 21 de agosto. Quienes acusan a Siria son los rebeldes, que han difundido en internet imágenes petrificantes de personas muertas por asfixia, de niños envueltos en el sudario, de jóvenes con convulsiones o con la máscara de oxígeno.

Casi en seguida, el tam tam de los medios de comunicación recordó que con el uso de armas químicas se había atravesado la “línea roja” puesta por Obama para una intervención militar contra Damasco. A las declaraciones de EE.UU. – al principio tímidas, después cada vez más “seguras” – se añadieron después las de Gran Bretaña, después las de Francia, de Turquía, de Canadá, de Australia y de la Liga Árabe. Contra la intervención están Rusia, China, Irán, desde siempre aliados de Damasco. Más débilmente, también Italia, Alemania y Polonia se han dicho contrarios a la acción militar, privilegiando la acción política.

Mientras la flota de EE.UU. se está colocando ante las costas sirias, en estas horas se está decidiendo también el modo de la intervención: durará sólo pocos días; afectará a objetivos escogidos (comunicados por los rebeldes); no servirá para hacer caer a Assad; no frenará la conferencia de paz que la ONU y la Liga Árabe están preparando con lentitud. ¡Al contrario, según fuentes árabes, un ataque contra Siria facilitará la puesta en marcha de esta conferencia!

Hasta el día del ataque de Ghouta hasta hoy, ha habido un crescendo de declaraciones, de amenazas y de promesas para castigar los “crímenes contra la humanidad”, como la ONU ha designado el uso de armas químicas. Al mismo tiempo, ha habido un deslizamiento continuo hacia la conclusión obvia de que el responsable del ataque químico es el régimen de Damasco.

Los países intervencionistas pidieron primero una investigación de las Naciones Unidas; después, cuando Siria y los rebeldes aceptaron la presencia de los inspectores – garantizando el alto el fuego – los mismos países han dicho que es “demasiado tarde " y que hay que intervenir porque "casi seguramente" Damasco era responsable del ataque. Finalmente, en las últimas horas, Joe Biden, vicepresidente de EE.UU. dijo que fue el gobierno sirio "sin duda alguna". Lo mismo hizo David Cameron, premier británico. Y sin embargo, todos tenemos alguna duda.

El pasado 25 de agosto, hablando a los fieles en la plaza de san Pedro, el papa Francisco ha expresado “gran sufrimiento y preocupación" por la "guerra entre hermanos" en Siria. Él ha pedido a la comunidad internacional que “se muestre más sensible hacia esta trágica situación y ponga todo su empeño para ayudar a la amada nación siria a encontrar una solución a una guerra que siembra destrucción y muerte".

Es precisamente en nombre de esta “sensibilidad” – que implica razonabilidad y solidaridad – que destacamos algunas contradicciones que nos hacen estar en contra del ataque programado con tanta velocidad, pero sin demasiada inteligencia.

Para Estados Unidos, la “prueba de que Damasco ha lanzado armas químicas viene de la interceptación de un dialogo telefónico de una personalidad del ministerio sirio de exteriores, que pedía noticias sobre un ataque con armas químicas; una prueba indirecta pero insuficiente. Tanto más que estas “pruebas” no han sido hasta ahora compartidas con nadie, ni siquiera con la ONU, y lo que se sabe procede de declaraciones anónimas a algunos medios de comunicación.

Por el lado contrario, existen declaraciones y documentaciones de satélite de Rusia que muestran dos misiles con cabezas químicas lanzados desde una zona de los rebeldes, Douma, y que caen sobre Ghouta, donde han matado a centenares de personas.

Los investigadores de la ONU presentes en Siria han empezado su trabajo de recogida de pruebas del uso de armas químicas. Al principio tuvieron dificultades porque – en la zona controlada por los rebeldes – fueron objeto de algún disparo de francotirador. La precipitación en querer lanzar el ataque hace olvidar que estos están allí para ver si ha habido un ataque químico y (ojalá, pero no es su tarea) recoger indicios sobre el presunto responsable. Pero EE.UU. y Gran Bretaña han despreciado estas investigaciones, diciendo que después de unos días, las pruebas de un ataque químico se volatilizan. En realidad, según los expertos, las trazas del gas sarín permanecen en el aire, en las paredes, en los cabellos, en la piel de las víctimas, y pueden permanecer durante meses. Esperar a la conclusión de la investigación de la ONU, por tanto, puede arrojar luz sobre muchos aspectos de lo ocurrido.

Tanto más cuando hay expertos militares y médicos que ponen en duda incluso la veracidad de las imágenes mostradas por los rebeldes; pues dado que el gas sarín permanece activo sobre la piel de las víctimas, ¿cómo es posible que los voluntarios y médicos que se ve cuidar a las víctimas salen tranquilamente sin ninguna máscara antigás? ¿Y cómo hay tanta prisa ahora por castigar a los responsables de la feroz tragedia de Ghouta, pero se ha dejado morir a más de cien mil personas en dos años de guerra, sin escandalizarse?

A nosotros nos parece que no es “demasiado tarde” para dejar a la ONU el tiempo necesario para la investigación, también porque precisamente hoy, Ban Ki-moon ha dicho que sus expertos han hecho “descubrimientos válidos ".

Nos parece fuera de lugar (o de locos) decir que un ataque militar facilita la conferencia de paz. El ataque militar ayudaría ciertamente a los rebeldes, que en este momento pierden cada vez más terreno, a pesar de la gran ayuda bélica de los Estados occidentales, de Arabia saudita y Qatar. Además, el refuerzo del frente de la oposición no significa automáticamente una ayuda sólo a la parte laica del Free Syrian Army, sino también a la yihadista, ligada a Al-Qaeda. Uno de los motivos por los que no se consigue poner en marcha la conferencia de paz es precisamente el conflicto entre estas dos almas, la laica y la islamista, sobre quién debe representar a la oposición. El ataque militar debilitaría quizás a Assad, pero no resolvería el problema que hay entre los rebeldes, al contrario, lo agudizaría.

Finalmente, una pregunta sobre los posibles escenarios medio-orientales. A nivel geopolítico existe el riesgo de una guerra en la región, si no mundial, con Siria, Líbano (Hezbollah), Irán, Rusia, China por una parte y EE.UU., Francia, Gran Bretaña, Israel, Arabia saudita, Qatar, Turquía, etc. Por la otra. A nivel local, no se puede imaginar lo que podría pasar en Siria, ahora que se ha convertido en el feudo de muchos integristas musulmanes: algunos hablan de una desintegración en base a la etnia, otros que nacerá un Kurdistán con partes de Siria, Iraq, Turquía… En todo caso, un ataque militar ahora sería la mecha que provocaría una violenta inestabilidad en Oriente Medio y que duraría muchos años. Con el resultado de empobrecer estos países de las mejores mentes de la sociedad, sean estas cristianas o musulmanas.

Bernardo Cervellera es el director de la agencia Asianews.
Artículo traducido con autorización.

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