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Es una niña: Las tres palabras más mortales del mundo

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Aleteia Team - publicado el 05/08/13
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¿Cómo puede el mundo asistir impasible al asesinato de 200 millones de mujeres?

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Naciones Unidas consideran que se han perdido unos 200 millones de niñas, la mayoría de India y China. ¿Qué modelos culturales e historias individuales hay detrás de esta impactante estadística? Evan Grae Davis, un americano que tiene gran experiencia en el mundo subdesarrollado, ha producido un documental que responde estas preguntas  a través de las bocas de las mujeres inmersas en estas culturas y de activistas que hacen campaña por ellas. En esta entrevista vía email con MercatorNet el cineasta explica cómo llegó a hacer el film y qué es necesario que suceda después.
 
– MercatorNet: Se trata de una película muy angustiosa. ¿Cómo llegó a realizarla?
 
Evan Grae Davis: Había dedicado las dos últimas décadas a viajar por el mundo recogiendo historias de miseria humana para ONG y entidades sin ánimo de lucro de ayuda humanitaria y desarrollo. Durante este tiempo fui testigo de mucha injusticia. Empecé por preguntarme: ¿cuáles son las raíces culturales y las mentalidades que permiten estas violaciones de los derechos humanos a la escala que estamos viendo hoy en el mundo? Empecé a explorar esta pregunta a través de un documental. Yo y mi equipo viajamos a nueve países recogiendo historias para esta película. Uno de los países que visitamos fue la India, con la esperanza de comprender cómo la dominación y la devaluación de la mujer podían ser justificadas por la cultura profundamente establecida de la preferencia hacia el hijo varón.
 
Lo que descubrimos durante el rodaje en la India sobre la epidemia de las niñas desaparecidas y la proporción de sexos sesgada drásticamente y el abuso y el abandono de las niñas nos hizo cambiar nuestros planteamientos. Después de conocer las estadísticas de la ONU que hablan de por lo menos 200 millones de niñas desaparecidas en el mundo actual como resultado del 'feminicidio', investigamos el tema en China, también, y nos quedamos completamente asombrados por la poca gente que parecía darse cuenta de lo que parece el mayor problema de los derechos humanos de nuestro tiempo, y sin duda la mayor forma de violencia contra las mujeres en el mundo de hoy. Parece que había muy poco sobre el tema. Fue entonces cuando se determinó dedicar el proyecto de la película de la exposición de esta historia no contada y educar y movilizar un movimiento para acabar con feminicidio en la India y China.
 
– ¿Qué prácticas observó usted que contribuyen al feminicidio?
 
En la película, exploramos la mentalidad de preferencia hacia el hijo varón que subyace en el feminicidio. En culturas como las de India y China, la preferencia por los varones está respaldada por tradiciones seculares que dicen que los niños son más valiosos que las niñas. Sólo los varones mantienen el nombre familiar y heredan los bienes, o realizan los últimos ritos de los padres cuando estos mueren. Las hijas se unen a la familia del marido cuando se casan y ya no se consideran parte de su familia de origen.
 
En la India, la preferencia por los varones está además influenciada por la costumbre de la dote, por la que las familias a menudo deben pagar grandes sumas de dinero o dar oro, tierras y otros bienes familiares a la familia del marido cuando las hijas se casan. El coste de asegurar maridos para las hijas se hace prohibitivo, por lo que las familias evitan tener más de una, o como mucho, dos hijas.

En China, la Política del Hijo Único ha contribuido a la eliminación de millones de niñas en las últimas décadas. Los hijos cuidan de sus padres en la ancianidad, mientras que las hijas dejan la familia para unirse a la del marido, como en la India. Por ello, si a una familia sólo se le permite tener un hijo, está decidida a identificar el sexo en cada embarazo y a eliminar sistemáticamente a los fetos femeninos hasta que consiguen tener un hijo.
 
– Quizás el testimonio más impactante en su película procede de una mujer india que mató a ocho hijas – y a la que le de lo más natural. Usted entrevistó a esta mujer personalmente – ¿logró comprender, al final, cómo pudo hacerlo? ¿Qué luz arroja este caso a la globalidad del problema en la India?
 
Encontrarme de pie en el borde de un campo en el Sur de la India, escuchando a una mujer contar cómo ella misma había estrangulado a ocho de sus propias hijas recién nacidas en su búsqueda de un varón, fue para mí la entrevista más impactante y difícil. Ella lo dijo de forma tan natural, a menudo sonriendo o riendo, mientras explicaba que no podía afrontar la crianza de hijas, y decía cosas como “las mujeres tienen el poder de dar la vida y el poder de quitarla”.
 
Después, en la entrevista, ella nos cantó una canción sobre su situación como mujer y el dolor de haber sido entregada en un matrimonio concertado cuando era joven. Nos dijo que cuando tenía 15 años, era muy buena estudiante y tenía grandes proyectos de futuro, cuando se decidió que se la entregaba como segunda esposa al marido de su hermana, porque ésta no podía tener hijos. Su meta en la vida era dar un hijo varón a su esposo.
 
Fue ahí cuando el feminicidio adquirió un significado totalmente nuevo para mí, porque me di cuenta de que ella era sencillamente un producto de la cultura en la que vivía. Esta mujer estaba programada desde el nacimiento para aceptar ciertas visiones tradicionales sobre su valor y su lugar como mujer. Estas creencias culturales profundamente arraigadas mantienen todo el sistema, y las mujeres son a menudo las que lo hacen, perpetrando la misma violencia que ellas experimentaron sobre sus hijas y nueras.
 
– ¿Fue difícil obtener testimonios de mujeres del lugar que afronten este problema directamente? ¿Quién le ayudo a llegar a ellas?
 
Como cineastas americanos, no podíamos ir directamente y pedir a las mujeres que hablaran de la devaluación de la mujer y del asesinato de niñas. Por ello nos pusimos en contacto con ONG locales y abogados que tuvieran relaciones con sus comunidades. Nos presentaron a mujeres que querían compartir sus historias con nosotros. Por ejemplo, la Jesus Mercy Home Association nos puso en contacto con unas comunidades en Tamil Nadu, incluyendo aquella a la que pertenecía la madre que estranguló a sus ocho hijas. Y el equipo del Centre for Social Research de Delhi nos llevó a visitar varias de sus comunidades dentro de sus programas de divulgación en Delhi y Haryana. Women's Rights en China nos ayudó con algunas de las historias de allí, junto con otras organizaciones. La película no habría sido posible sin el trabajo y el apoyo de esas organizaciones que trabajan sobre el terreno, y estamos inmensamente agradecidos por sus años de trabajo en este campo que ha permitido esta comunicación tan abierta.
 

Todas estas organizaciones que nos ayudaron fueron muy cuidadosas con la privacidad y la seguridad de las mujeres con las que trabajan, y tuvimos que preguntar en cada caso si querían o no compartirnos sus historias. Para nuestra sorpresa, en la India, muchas de las mujeres y sus familias estaban abiertas a contárnoslas sin pena ni vergüenza. Esto nos indica cuán profundamente arraigadas son estas creencias culturales.
 
– La política del hijo único en China hace la situación algo diferente allí, pero ¿las mujeres también se comportan de la misma forma? ¿Le pareció que la gente aceptaba esta política, o no?
 
La impresión que yo he recibido tras hablar con activistas y otras personas que trabajan para acabar con el feminicidio en China es que la naturaleza opresora y coercitiva de la Política del Hijo Único la hace tremendamente impopular entre las mujeres chinas. Sin embargo, no tienen opciones, sino que deben callar hacia esta intrusión del gobierno en sus vidas privadas y no pueden hacer nada contra el poder de los funcionarios de Planificación Familiar sobre sus derechos reproductivos. Quienes se atreven a protestar o rehúsan someterse a esta política sufren duros castigos, que se extienden a los miembros de su familia.
 
– India es un país democrático y religioso, mientras que China oficialmente no lo es. ¿Debería tener India una mayor oportunidad para acabar con esta horrible guerra contra las niñas?
 
La religión en la India tiene impacto sobre el feminicidio en la medida en que algunas comunidades como los musulmanes y los cristianos no practican el feticidio y el infanticidio de niñas al mismo nivel que los budistas, hindúes y sikhs. Sin embargo, la mentalidad profundamente arraigada del patriarcado y de la preferencia por el hijo permea toda la cultura en India, y la devaluación de la mujer persiste en todas partes a pesar de la persuasión religiosa.
 
Uno pensaría que la naturaleza democrática del gobierno en India debería llevar al progreso en el empoderamiento de la mujer. Pero a pesar de que hay un significativo número de mujeres en las altas esferas, y de que un tercio de los puestos de responsabilidad locales lo ocupan mujeres, la violencia contra las mujeres en India es peor que nunca.
 

El gobierno, tanto en India como en China, sólo serían parte de la solución si tuvieran la voluntad política para ello, y este no es el caso de ninguno de los dos países en este momento. Cuando el gobierno chino desarrolló la política para acabar con el vendaje de los pies en China, la práctica se eliminó de forma efectiva en una generación.
 
Ambos países necesitan acciones gubernamentales, pero en sentidos distintos. China debe acabar con su planificación familiar obligatoria, mientras que el gobierno indio debería ser presionado para que refuerce las leyes ya existentes contra la dote, la selección del sexo y el infanticidio.
 
– Usted ha expresado su esperanza de que su película ayude a inspirar un movimiento mundial para acabar con el feminicidio. ¿Qué objetivos específicos debería marcarse este movimiento?
 
El primer objetivo del movimiento es aumentar el nivel de conciencia sobre el feminicidio en todo el mundo. Animamos a todos los que quieren ver el valor y la dignidad devueltos a las niñas en la India y China a que difundan nuestro documental entre sus amigos y familiares, a través de Facebook y Twitter, y que ayuden a que se puedan hacer pases del documental. Se puede saber más sobre cómo difundir u organizar un pase en nuestra web www.itsagirlmovie.com.
 
Cuanta más gente sepa sobre el tema, nuestra esperanza es que se movilicen y actúen. Hay muchas formas de implicarse, desde firmar nuestras peticiones a los líderes mundiales para que pidan el fin del feminicidio a la India y China, o apoyando a las organizaciones que trabajan sobre el terreno para salvar a las niñas y luchar por los derechos de las mujeres en la India y China. De nuevo, los interesados pueden encontrar más sobre esto en nuestra página web.
 
Hasta ahora hemos movilizado a casi medio millón de personas. Imagínese si tuviéramos a diez millones pidiendo a los gobiernos de India y China que dieran justicia e igualdad a las niñas y mujeres que sufren feminicidio, y pidieran a los líderes mundiales que exigieran responsabilidades por esta masiva violación de los derechos humanos.
 

– En un programa de la BBC sobre este tema, un portavoz indio señaló que Occidente está profundamente implicado en el feminicidio al promover el control de la población en la India y China – y en todas partes – y la aceptación del aborto como un método de control de la población. ¿No es este el mayor obstáculo para cualquier papel positivo que la presión política occidental pudiera jugar?
 
Es verdad que el desequilibrio de género en la India, China y otras naciones de Asia se ha visto impulsado por la presión de los gobiernos occidentales y de las organizaciones no gubernamentales para el control de la población, que en muchos casos ha explotado la preferencia cultural por los hijos varones existente para el “bien mayor” del control de la población. Para saber más sobre esto hay un libro excelente de Mara Hvistendahl, Unnatural Selection: Choosing Boys Over Girls, and the Consequences of a World Full of Men.
 
Y, aunque los desequilibrios en la ratio de sexo en los países de Occidente no son tan extremos como en India o China, el feminicidio tiene lugar en todos los países de Occidente en diverso grado. En particular, algunos estudios muestran que las comunidades inmigrantes asiáticas en Occidente tienen ratios similares que en sus países de origen, lo que indica que el feminicidio (y en particular, la selección del sexo) podría estar teniendo lugar en una tasa similar entre las comunidades de inmigrantes. Canadá, Nueva Zelanda, Australia y muchos países en Europa Occidental prohíben el aborto en base al sexo del feto – la única excepción notable son los Estados Unidos.
 
Todas estas son cuestiones relevantes que, estoy seguro, pueden impactar en el papel positivo que Occidente podría tener en presionar para que acabe el feminicidio.
 
Originalmente publicado en MercatorNet el 30 de julio de 2013.  Utilizado con autorización, todos los demás derechos reservados. 

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