A San Francisco se le pidió que reconstruyera la Iglesia de Cristo, y desde el anuncio de su nombre este nuevo Papa se retrata como un reformador. Ciertamente esa es la inclinación de la Associated Press en las recientes noticias sobre el Vaticano. El titular de la AP denuncia: “El Papa criminaliza las filtraciones y los abusos sexuales mediante las leyes”, mientras que Drudge Report plantea un enfoque mucho más sensacionalista: “El Papa arremete”.
El Daily Telegraph de Londres también informa sobre el refuerzo de las reglas vaticanas con respecto al abuso sexual a los niños. El Telegraph informa que David Clohessy, el director de la Red de Víctimas de los Abusos de los Sacerdotes (SNAP), criticó estas leyes contra el abuso de los niños porque según él no son más que “retoques administrativos” que se aplicará solo en Ciudad del Vaticano.
La prensa ha retratado de forma sensacionalista esta historia y la muestra como parte de una operación llevada a cabo por el Papa Francisco contra la corrupción del Vaticano. Lo que dan a entender es que bajo el mandato de Benedicto XVI el Vaticano estaba lleno de corrupción y que Francisco es la “escoba” nueva con la que se está limpiando el lugar.
Pero cuando uno se para a pensar en ello… ¿Cómo es posible que en solo tres meses el nuevo Papa haya sido capaz de escribir una nueva encíclica y además aprobar reformas legales? Las leyes tienen una dimensión internacional, que vinculan al sistema legal del Vaticano con el ámbito jurídico internacional. Este tipo de cosas es complicado. ¿Lo ha hecho él solo en tres meses y sin ayuda? Probablemente no. Estas cosas llevan tiempo –y especialmente en Roma, que recibe el nombre de Ciudad Eterna y no por casualidad.
De hecho las historias sensacionalistas creadas por los periódicos son inexactas y engañosas. Al igual que la encíclica, las reformas legales han sido obra de Benedicto XVI. El Catholic News Service, medio más fiable, explica que las reformas legales puestas en acto fueron iniciadas por el Papa Benedicto hace tres años. En lugar de ser un Papa reformista y radical, que toma medidas enérgicas contra los abusos sexuales y el trapicheo financiero, Francisco simplemente implementa las reformas y las enseñanzas de su predecesor.
La crítica de Clohessy de que los cambios son “meros retoques administrativos” en el pequeño Estado del Vaticano es sencillamente errónea. Es exactamente lo contrario, las nuevas leyes puestas en marcha no se limitan al Vaticano sino que amplían su margen de acción hacia fuera. Las reformas toman las leyes vaticanas obsoletas y las actualizan al mismo nivel en el que están las italianas, y más importante las actualizan conforme a las leyes internacionales.
El CNA explica que las leyes son una respuesta a la globalización del crimen. Reconociendo la creciente movilidad y la naturaleza global del crimen, las nuevas leyes permiten a las autoridades vaticanas enjuiciar a los ciudadanos que comenten crímenes aunque no estén en el Vaticano. Es más, las nuevas leyes llevan al Vaticano a la misma línea que diferentes convenciones internacionales. Más que unos meros retoques administrativos, las nuevas leyes adquieren una dimensión internacional importante.
Mientras que los medios de comunicación se ocupan de las partes más sensacionalistas de las leyes, están ignorando, por otro lado, otros aspectos importantes de las nuevas leyes vaticanas. En línea con las convenciones internacionales estas leyes también condenan el apartheid, la tortura, la guerra injusta, el tráfico humano y el genocidio.
Sin duda el Papa Francisco continuará reformando el Vaticano, pero aquellos que creen que barrerá toda la Iglesia con celo reformador seguramente quedarán defraudados. Los signos son que el Papa Francisco alentará las reformas a nivel local en la Iglesia remitiendo muchos asuntos a los obispos de los lugares correspondientes. Liderará un movimiento de reforma, esperando que los líderes locales sigan su ejemplo. Probablemente no impondrá reformas radicales de arriba abajo.
El problema principal con los informes de los medios de comunicación es que sus mentalidades están condicionadas por una hermenéutica de revolución. Una “hermenéutica” es un método de interpretación de datos; es una forma de ver el mundo, y el paradigma secular es el concepto hegeliano de tesis, antítesis y síntesis. En pocas palabras, los secularistas ven la historia humana como una serie de revoluciones. El cambio siempre significa una violenta ruptura con el pasado – un enfrentamiento y un conflicto del que una nueva y mejor solución surge.
En lugar de una hermenéutica de la ruptura, la comprensión católica es de continuidad y de constante reforma. Los medios seculares intentarán representar a Papa Francisco como un reformista radical –incluso revolucionario. En vez de esto se encontrarán con una mano firma que intenta limpiar y reformar la Iglesia al igual que sus dos predecesores hicieron: poco a poco el proceso que trae la luz del Evangelio que una y otra vez vuelve a caer en el error humano, la corrupción y el pecado.
Las reformas de Francisco son en realidad, nada más y nada menos que la Iglesia Católica haciendo su trabajo: llamar a la humanidad al arrepentimiento, a la reforma a la constante conversión. Lejos de ser una revolución radical, es la natural marcha de la vida católica, y Papa Francisco lidera a la Iglesia entera en esta práctica del arrepentimiento y reforma, así como sus ilustres predecesores hicieron antes que él.
Fr. Dwight Longenecker es el párroco de Nuestra Señora del Rosario, Greenville, Carolina del Sur. Visita su blog, o compra sus libros o contacta en: dwightlongenecker.com.
Hoy celebramos a...