Tres maneras de explicar el Sí a Jesús a tres millones de jóvenes en la playa
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No hay duda, el Papa sabe llegar a los jóvenes. Un nuevo lenguaje. Metáforas simples y conceptos ingeniosos. ¿Estamos en Brasil? Hablemos de fútbol: “¿qué hace un jugador cuando se le llama para formar parte de un equipo? Debe entrenarse y entrenarse mucho, afirmó el Santo Padre: “¡Jesús nos ofrece algo más grande que la Copa del Mundo!”
Empatiza, les escucha, les entiende y sobre todo les ilusiona. Se pone al lado de los jóvenes que se sienten indignados y se manifiestan por las calles de todo el mundo: “¿Por dónde empezar? ¿Cuáles son los criterios para la construcción de una sociedad más justa?” y les contesta en palabras de la Madre Teresa: “Cuando preguntaron qué era lo que debía cambiar en la Iglesia, respondió: Tú y yo.
Papa Francisco llegó al corazón de los tres millones de jóvenes presentes en Copacabana con un discurso muy medido y preparado. Comenzando por la historia de San Francisco de Asís: “Poco a poco se da cuenta de que no se trataba de hacer de albañil y reparar un edificio de piedra, sino de dar su contribución a la vida de la Iglesia; se trataba de ponerse al servicio de la Iglesia, amándola y trabajando para que en ella se reflejara cada vez más el rostro de Cristo”.
Y a esta labor llama el Papa Francisco, repitiendo esta llamada a cada uno de los presentes y con tres premisas: el campo como lugar donde se siembra; el campo como lugar de entrenamiento; y el campo como obra en construcción.
El terreno
En la primera de ellas utiliza la parábola, lenguaje evangélico por excelencia y juega con la idea del sembrador: “¿Qué terreno somos o queremos ser?” y muestra que podemos dejarnos “atontar por tantos reclamos superficiales que escuchamos”, ser “inconstantes” o “como el terreno espinoso: las pasiones negativas sofocan en nosotros las palabras del Señor”.
Ante todo ello, el Papa Francisco explica que los presentes no son “cristianos a tiempo parcial, no «almidonados», de fachada, sino auténticos”. “Sé que ustedes apuntan a lo alto, a decisiones definitivas que den pleno sentido a la vida”, les expresó.
El deportista
En la segunda utiliza la metáfora, fácilmente entendible por los jóvenes y mucho más si ésta es deportiva y futbolística: “¿qué hace un jugador cuando se le llama para formar parte de un equipo? Debe entrenarse y entrenarse mucho”. “¡Jesús nos ofrece algo más grande que la Copa del Mundo! Nos ofrece la posibilidad de una vida fecunda y feliz, y también un futuro con él que no tendrá fin, la vida eterna”, les explicó, pero como los grandes deportistas: “hay que estar en forma” y “sudar la camiseta”.
“¿Cómo? A través del diálogo con él: la oración, que es el coloquio cotidiano con Dios, que siempre nos escucha. A través de los sacramentos, que hacen crecer en nosotros su presencia y nos configuran con Cristo. A través del amor fraterno, del saber escuchar, comprender, perdonar, acoger, ayudar a los otros, a todos, sin excluir y sin marginar”, ilustró el Papa Francisco, como si de un entrenador personal se tratara. “Juéguenla adelante, paté en adelante, al futuro”, afirmó.
La edificación
En la tercera la interpelación directa a los jóvenes: “Esta tarde, respondámosle: Sí, también yo quiero ser una piedra viva; juntos queremos construir la Iglesia de Jesús. Digamos juntos: Quiero ir y ser constructor de la Iglesia de Cristo”.
Papa Francisco vuelve a jugar con la casa de San Francisco y les muestra a los que “somos piedras vivas que forman una casa espiritual”, recordando el mandato de la misión, el lío que ya se ha hecho famoso en estos días: “Vayan, y hagan discípulos a todas las naciones”.
El obispo de Roma terminó su intervención con un mensaje de cambio y con el deseo compartido de “una civilización más justa y fraterna”: “Los aliento a que, de forma ordenada, pacífica y responsable, motivados por los valores del evangelio, sigan superando la apatía y ofreciendo una respuesta cristiana a las inquietudes sociales y políticas presentes en sus países”
Tres maneras de explicar el sí a Jesús y múltiples preguntas que crearon en los jóvenes un climo de silencio y de catarsis: “la catarsis bergogliana” que está viviendo toda la Iglesia. La parábola: “Ustedes son el campo de la fe”; la metáfora deportiva: “Ustedes son los atletas de Cristo” y la interpelación directa: “Ustedes son los constructores de una Iglesia más hermosa y de un mundo mejor”, con las que Francisco alentó a los jóvenes a un cambio en el mundo y elaboró un discurso que muestra de pleno una nueva evangelización.