Un documental sobre una escuela de música arrasa en el festival de cine de Ciudad Rodrigo
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El documental A Film about Kids and Music. Sant Andreu Jazz Band, de Ramón Tort, ha sido el gran triunfador en la Tercera edición del Festival Internacional de Cine Educativo y Espiritual (FICEE) de Ciudad Rodrigo (España), celebrado entre el 16 y el 20 de julio, tras alzarse con los galardones a Mejor Película, Mejor Sonido, Premio Especial del Público y Premio Signis, que concede la Asociación Católica Mundial para la Comunicación.
El evento, organizado por la asociación Kinema Siete de la localidad castellana, ha contado con 197 películas a concurso, de las que 26, de gran nivel, pasaron a la fase final de exhibición; varias ponencias con docentes del sector audiovisual, como las profesoras María Rosa Pinto Lobo y Ninfa Watt, y distintas proyecciones fuera de concurso para grandes y pequeños, como Los miserables, Las aventuras de Tadeo Jones, El hobbit, Ice age IV, El lado bueno de las cosas, 4 días de mayo o Un Dios prohibido, realizada por Pablo Moreno, que es también miembro de la organización.
Otros premiados en este festival internacional, único en España en cuanto al número de población (Ciudad Rodrigo cuenta con poco más de 12.000 habitantes) ha sido para la Mejor Dirección, en la persona de la realizadora Marina Seresesky, por La boda, que ya fuera nominada en los premios Goya de este año; Amor a primera vista, del británico Mark Playne, en el apartado de
Mejor cortometraje; la Mejor animación recayó en la rusa La luz inefable, de Natalia Fedchenko; y una mención especial de Signis para la alemana Ein augenblick in mir, de David M. Lorenz.
Vejez, enfermedad, paro…
Varios de los trabajos en competición abordaban la ancianidad y el alzheimer desde la comprensión y atención a los seres queridos. Ocurría en la emocionales y entrañables Mi ojo derecho, de Josecho de Linares; Juliana, de Jana Herreros; Inolvidable, de Diego Carballo y Daniel Carlón; y más duras, como Huir, de Carlos Pérez Santamaría; o Nana, de Alberto Santaella Gallego.
La denuncia de las violaciones a niños en el Tercer Mundo tuvo cabida con Monster do not exist, de Paul Urkijo; la fraternal compañía en la enfermedad, con Help, de Patxi Gabella; los prolegómenos de la crisis económica actual con la ficción de Lucas Figueroa Prólogo; o la lacra del paro con locución en euskera, con Elkartea, de Kote Camacho.
De lo líquido a ejercitar Sudokus
“Cuando antes era una cosa habitual, actualmente es imposible dar una hora completa de clase: das 20 minutos y el resto haces entretenimiento”, alertó María Rosa Pinto Lobo, catedrática de Teoría de Comunicación de la Universidad Pontificia de Comillas (Salamanca-España), quien no se refiere a niños o adolescentes, sino a universitarios. En su intervención, disertó sobre “Estilos de vida, valores y educación en el cine”.
En esta línea habló también Ninfa Watt, profesora del mismo centro superior, quien ejercita últimamente juegos de Sudoku con sus alumnos para “que aprendan las mínimas reglas de la lógica”, ya que absorben mucha información, “pero son incapaces de deducir, de sacar consecuencias a partir de datos de la realidad”. En su ponencia, apostó por el cine para educar en valores, máxime cuando actualmente es “lenguaje materno” para los niños.
La organización ha suplido muchos obstáculos: uno de ellos, la burda indiferencia del diario regional La Gaceta para informar del evento, o la imposible comparecencia de última hora del director Manuel Sanabria. Para solventar esta ausencia, incluyó las experiencias de organización y rodaje de Un Dios prohibido por parte de varios de sus responsables.
Esta película, que ha contado con un presupuesto de 300.000 euros, ha superado ya los 27.000 espectadores y es la más vista en España en cuanto a su franja de inversión económica. Además, se visionará en la JMJ de Río y tiene encargos de países europeos y del continente americano.
Arte y fe, unidos
Los miembros del jurado acordaron erigir, por primera vez, el galardón Denis Rafter para reconocer de ahora en adelante algún aspecto significativo que no esté dentro de la sección oficial. De paso, valoraron también la vinculación personal del director y actor de teatro y cine irlandés que ha tenido desde sus inicios con este festival. El novedoso premio ha recaído en la banda sonora de la película de Ramón Tort y de los niños y jóvenes que componen la San Andreu Jazz Band, escuela dirigida por Joan Chamorro, quien es uno de los protagonistas del documental, triunfador en esta edición del FICEE 2013.
La implicación del obispado de Ciudad Rodrigo en el festival y en otras manifestaciones culturales de la Ciudad Antigua, Noble y Leal, cuyos títulos ostenta la localidad castellana, tiene un nombre propio: Juan Carlos Sánchez Gómez, rector del seminario, quien ha promovido también en la localidad, entre otras, la Feria de Teatro que se realiza anualmente en agosto. No duda en decir, así, que “arte y fe” están unidas desde tiempo inmemorial.
La participación del público en las distintas actividades ha sido numerosa y tiene un cauce de expresión fundamental al elegir su película preferida, esta vez la cinta de Ramón Tort.
La calidad de los trabajos presentados, el incremento anual de las propuestas fílmicas, la gratuidad y la implicación por parte de organización y voluntarios, denota la fuerza que hace posible una idea; sintaxis humana necesaria para volver a escribir el guión de la cuarta edición de esta muestra cinematográfica en 2014, que se ha hecho por méritos un hueco en el panorama nacional.