Se prepara la peregrinación 2013, que llevará al Santuario a unas 80.000 personas
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La peregrinación 2013 (que comienza el 5 de julio) de Querétaro al Tepeyac, la más grande y organizada de todas las peregrinaciones de México al Santuario de Guadalupe, con una multitud que llega a las 80.000 personas que se trasladan a pie –hombres y mujeres—por una semana o dos, desde la profundidad de la Sierra Gorda entre los estados de Querétaro y Guanajuato, hasta la Basílica de Guadalupe, permite evocar los aportes de las culturas indígenas a la Iglesia católica en particular y a la sociedad latinoamericana en general.
Para hablar de ésta peregrinación que pasa del centenario en los hombres y del medio centenario de años en las mujeres, Aleteia ha entrevistado al padre Prisciliano Hernández Chávez CORC, una de las máximas autoridades en el tema del encuentro de dos culturas –la española y la náhuatl—a partir del Acontecimiento Guadalupano, las apariciones de María de Guadalupe al indígena Juan Diego en el cerro del Tepeyac, lugar donde ahora se levanta la Basílica de Guadalupe, centro de peregrinación mariana más visitado en el mundo.
– ¿Qué representa el Acontecimiento Guadalupano en el proceso de la conquista de México?
El momento medular del proceso de la Conquista fue la caída de la Gran Tenochtitlán. No hubo vencedor ni vencido, sino el doloroso nacimiento del México de hoy, como reza la placa en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco. Con poco se dice mucho. El pueblo mexica deviene en su crisis existencial más pavorosa; pierde su razón de ser: déjenos morir ya no queremos vivir, como se lamentan en el Nican Umpehua (“La visión de los vencidos”), que nos abre el corazón de los vencidos. Resucitan a una nueva vida con el Acontecimiento del Tepeyac: Guadalupe- Tonantzin, el nuevo sol de la maternidad de Dios, acepta sus categorías culturales para llenarlas de la buena nueva de su hijo Jesucristo.
– ¿Aceptaron pronto la nueva religión los mexica a partir de Guadalupe?
Ellos y las diversas etnias indígenas fueron aceptando la nueva verdad que inicialmente ya la poseían en germen. Ante ellos y ante esto, solo cabe la gratitud por su sacrificio y la constancia en la fe . Sin ellos y sin su ethos, México no sería México, ni tampoco Dios Padre con ternura de Madre, hubiera tenido el beneplácito de hacer con nosotros, lo que no ha hecho con ningún otro pueblo y ni le ha mostrado su amor, a través de su Rostro Materno,- Santa María de Guadalupe-, como lo ha hecho con nosotros, con el encargo de hacer que todas las naciones seamos enteramente de Casa-Cencalli.
– ¿Representa un rasgo de “novedad” México para el mundo en cuestión de inculturación de la fe?
Nuestro pasado con sus luces y sombras ha sido glorioso y doloroso en grandes aportes de cultura y humanismo para todas las naciones. Ahí están las pirámides que se elevan para glorificar a Dios y orientar la vida con sentido; la percepción de la verdad, del bien y de la belleza, traducidos en riquísimas arquitecturas, esculturas, alfarerías, orfebrerías, literaturas, música, cantos, danza, pinturas; usos y costumbres que revelan a través del tiempo y del espacio, la grandeza de un corazón que ama lo grande y lo noble en y desde Dios y en el ser humano, bajo el signo de la comunidad-familia.
– Una cultura material y una profundidad espiritual…
La cultura material es sólo la expresión de la cultura intangible, del caminar en búsqueda y en alabanza al Dios, Ipalnemohuani-Dador de la Vida, del Dios in Huelnellitéotl- Dios de la Gran Verdad, del Dios in Tloque in Nahuaque- el Dios Próximo e Inmediato, del Dios Moyocoyani, el Dios que se sustenta así mismo o que existe por sí mismo, del Dios Teyocoyani –Creador de las Personas, del Dios Dueño del Cielo y de la Tierra.
Una cultura que permanece como testimonio de grandeza que fue asumida por ese Dios desconocido y amado bajo diversos títulos y buscado afanosamente y que nos salió al encuentro a través de su Rostro Materno, la Santísima Virgen María. Su imagen es testimonio de respeto, de amor y de ternura a nuestro caminar por los sentidos de la existencia para darles su plenitud, para conducirnos a la plena realización en la historia y en la eternidad.
– ¿Es el lienzo de Guadalupe una síntesis total de esa nueva cultura?
Pienso que en la imagen de la Santísima Virgen Guadalupe Tonantzin, Amoxtli de Ometéotl-Códice de Dios-Rostro de Dios, ya no uno en dos, sino uno en tres-, se asume la cultura en totalidad y se siembra de la verdad no buscada, sino donada en el Evangelio limpio y transparente, cercano al in ixtle in yollot-rostro-corazón-personas.
Es el encuentro de Dios que toma la iniciativa para asumirnos plenamente como hijos a través de Santa María de Guadalupe y vivir con nosotros y a través de nosotros, su misterio de comunión-familia: este es el Dios de la Gran Verdad- In Huelnellitéotl; esta es la gran verdad, comunión-familia con El y los hermanos.
– ¿La aparición de Guadalupe a Juan Diego fue leída por los indígenas como una muestra de amor hacia ellos?
El Dios de la gran verdad- in Huelnellitéotl, se nos ha manifestado en la aparición de la Santísima Virgen, Guadalupe-Tonantzin, y nos ha devuelto nuestro rostro-corazón en el diálogo amoroso, con nuestro representante Juan Diego Cuauhtlatoatzin. No desde el sujeto que nos considera objetos e instrumentos de explotación y manipulación, sino en el nivel de personas, dignos de respeto y de amor, de ternura y protección.
Se sigue dando esa mutua mirada, que nos devuelve nuestra dignidad menospreciada y pisoteada; vive con nosotros esa corriente de empatía, es decir, se pone de nuestro lado y nos entiende, como nosotros nos entendemos, como una Madre entiende a su niño pequeño que apenas balbucea las primeras palabras. Nos elevó a su nivel de Madre como hijos, para ver las cosas como ella las contempla; para que su visión de las cosas, fuera nuestra visión, ya plena y completa.
– ¿Era el pueblo indígena, un pueblo maduro para el mensaje cristiano? ¿Lo sigue siendo?
Nos encontró capaces de compromiso de modo que nos invitó a colaborar con Ella, ante la barbarie, construir la verdadera cultura del amor. Por eso nuestro rostro cambió y se ensanchó el horizonte de la esperanza. Nos enteramos que el sacrificio y la entrega pasada, no fue del todo inútil, sino que la acogió con benevolencia . Por eso se ha conservado la fe y se ha trasmitido de generación en generación la fe cristiana y católica, enseñada con el lenguaje de una Madre que se adaptó a nosotros.
Valoró la flor y el canto in xochitl in cuicatl, como camino para la verdad, la bondad y la belleza. Si a través de éste camino se buscó a Dios, El también lo quiso usar de regreso; El caminó por este camino y así se encontró con nosotros, a través de flores y de la Flor Santa María Tonantzin. Como se entendía la mirada, la entendió; con el lenguaje de las manos, invitó a construir su Casita y recuerda permanentemente que su Casita no está aún acabada, pues necesita nuestro corazón hoy para edificar con todos los corazones y rostros de los diferentes a nosotros su Casita que es de todos.
– Se dice que el lienzo de Guadalupe es un códice acabado, ¿es cierto?
Aceptó la visión del nahui ollin, señalando que el verdadero nahui ollin- plenitud del movimiento –vida-redención, es su Hijo Jesucristo, el Señor, que lleva en sus entrañas y la trae permanentemente para entregarlo en su mirada-ternura de Madre. Con Ella siempre es Amanecer y nosotros, estamos naciendo, todos los que son in atl in tepetl –pueblo, poblados, y somos su bebé que está en Meztli-Xico, o el Ombligo de la Luna- México, ése que se buscaba como el centro del universo donde mora Ometeotl y muchos siguen buscando de manera errada en el afán de éxito, de poder, de placer irresponsable, pues creen que su yo es el centro-su ombligo y sólo encuentra vacío y muerte.
Se consideró la Huey Tlatoaní,- quien tiene el mando por la autoridad de la palabra, por eso su manto turquesa tachonado de estrellas y nos da su iniyotzin initlatolzin – su aliento- palabra-pensamiento de su corazón y nos consideró sus niños- xocoyotzin-xocoyohuetzin-pequeños- hijos-hijas los últimos, caballeros águilas, guerreros del amor, que como Iztapalotl –o mariposa de obsidiana, llevamos los corazones a Dios por medio de Ella.