Los dirigentes del G8 intentan buscar una salida a la crisis siria en la cumbre que celebran ayer y hoy en Lough Erne (Irlanda del Norte)
Barack Obama, Vladimir Putin, David Cameron, Angela Merkel y sus homólogos de Francia, Italia, Japón, Canadá están compartiendo sus distintas perspectivas para ver un conflicto que según la ONU ha causado 93.000 víctimas mortales. El Papa les ha animado a asegurar en cada actividad una referencia al hombre, en una carta dirigida al primer ministro británico David Cameron, actual presidente del G8.
Francisco les exhorta a consentir la máxima expresión de la libertad y de la creatividad individual y colectiva, promoviendo y garantizando la responsabilidad y la solidaridad con una particular atención a los más pobres.
Francisco ha elogiado que dentro de las prioridades que la Presidencia Británica ha fijado para la próxima cumbre no falten temas como la atención fundamental al hombre, centrada en la propuesta de una acción concreta del Grupo para eliminar definitivamente el flagelo del hambre y garantizar la seguridad alimentaria, la protección de las mujeres y niños de la violencia sexual en situaciones de conflicto, uno de los temas centrales de la agenda.
Por otra parte, “centrarse en la legalidad como hilo conductor del desarrollo con los siguientes compromisos para evitar la evasión fiscal y asegurar la transparencia y la responsabilidad de los gobiernos -escribe Francisco- son medidas que apuntan a las raíces éticas profundas de los problemas”.
“Como ya señaló mi predecesor Benedicto XVI, la presente crisis global demuestra que la ética no es algo externo a la economía sino que es una parte integral e ineludible del pensamiento y de la acción económica”, añade.
El Papa reitera que las medidas para resolver la crisis mundial se deben guiar por “la ética de la verdad que comprende sobre todo, el respeto de la verdad del hombre, el cual no es un factor económico más, o un bien excluible, sino alguien que tiene una naturaleza y una dignidad no reducible a meros cálculos económicos”.
“Por tanto –concluye- la preocupación por el bien básico material y espiritual de cada hombre es el punto de partida de cada solución política y económica y la medida última de su eficacia y su ética”.