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Hace ya mucho tiempo que los padres arreglaban los matrimonios para sus hijos. Si hoy quieres encontrar a alguien, tendrás que buscarlo. Normalmente, es en el propio círculo de amistades y en el ambiente de convivencia donde empieza la pareja.
Sabemos que el ambiente amolda, en cierta manera, a la persona; luego, deberás buscar a alguien en aquel ambiente que tenga los valores que aprecias.
Si eres cristiano, entonces, busca entre las familias cristianas, ambientes cristianos, grupos de jóvenes, entre otros, a la persona que quieres.
El noviazgo comienza con una amistad, que puede ser un pre noviazgo que va evolucionando. No te sumerjas de cabeza en el noviazgo, sólo porque te has “enamorado” del otro. No te precipites, porque puedes equivocarte.
Descubre primero, a través de una pura amistad, quien es la persona que está frente a ti. Tal vez ya en esta primera interacción amistosa te darás cuenta de que no es con esa persona con la que deberás iniciar un noviazgo.
Es el primer filtro, cuya gran ventaja es no tener aún ningún compromiso con el otro, más allá de la amistad.
No siempre será fácil para ti comenzar y terminar un noviazgo. Especialmente hoy, con tanta apertura, donde las familias también se involucran, y eso hace que el noviazgo se vuelva más comprometido.
Si no exploras bien el aspecto saludable de la amistad, puede ser que tu primera relación se termine rápidamente porque te quedaste decepcionado con el otro. Eso podría haberse evitado si antes, los dos hubierais sido buenos amigos.
No son pocas las veces en que el término de una relación involucra también a los padres de la pareja, y eso no siempre es fácil de armonizar.
El noviazgo es el encuentro de dos personas, en aquello que ellas son y no en aquello que ellas poseen. Si tu mujer quisieras conquistar a un chico sólo por tu belleza o tu dinero, puede ser que un mañana no le satisfagas solamente con eso. A veces una persona simpática, con buen humor, feliz supera a muchas otras que ofrecen más belleza y perfección física que ella.
Por desgracia, nuestra sociedad intercambia la “cultura del alma” por la “cultura del cuerpo”. La prueba de eso es que nunca las ciudades estuvieron tan llenas de academias de gimnasia, salones de belleza, cosméticos, cirugías plásticas, etc., como hoy.
Se invierte al máximo en aquello que es la dimensión más inferior del ser humano – aunque importante –, el cuerpo. Está claro que todas las chicas quieren tener una relación con un chico guapo, y lo mismo vale para los chicos, pero nunca se debe olvidar que lo más importante es “invisible a los ojos”.
Lo que es visible desaparece un día, inexorablemente quedará viejo con el pasar del tiempo. Aquello que no ves: el carácter de la persona, su simpatía - que se muestra siempre tras una sonrisa fácil y gratuita - su buen corazón, su tolerancia con los errores de los otros, sus buenas actitudes, etc., todo eso no pasará, eso el tiempo no podrá destruirlo. Eso es lo que vale.
Si compras una piedra preciosa sólo por su brillo, tal vez compres una “joya” falsa. Es necesario que conozcas su constitución y su peso. El dicho popular dice muy bien que “no es oro todo lo que reluce”.
Si te sientes decepcionado en el plano físico, podrás aún realizarte en los planos superiores de la vida: el sensible, el racional y/o el espiritual.
Pero, si te decepciona en los niveles superiores, no tendrá compensación en el nivel físico, porque éste es inferior, o más bajo.
La felicidad no está en el color de la piel, en su tipo de cabello y en su estatura, sino en la grandeza de su alma. ¿No te has dado aún cuenta de cuantos artistas bellos y bellas terminan la vida de manera trágica?
Ni la fama mundial, ni el dinero en abundancia, ni los “mil” amores fueron suficientes para hacerlos felices. Faltó cultivar lo esencial; aquello que es invisible a los otros.
He visto a muchos muchachos frustrados porque no tienen ese cuerpecito de maniquí, o ese cabello de modelo de “shampoo”; pero eso no es lo más importante, porque termina.
La vida es corta – aunque tu, joven, no lo percibas – y, por eso, no podemos gastarla con aquello que acaba con el tiempo. Los hombres de todos los tiempos siempre han querido construir obras que traspasaran los siglos.
Aún hoy puedes ver las pirámides de hace 4000 años de Egipto, o el Coliseo Romano de hace 2000 años, y tantas obras fantásticas.
Pero la obra más linda y más duradera es aquella que se construye en el alma, porque es inmortal. Por lo tanto, al escoger a la pareja, no te dejes llevar por las apariencias físicas, desciende a las profundidades de su alma. Busca ahí sus valores.
(Publicado originalmente en http://blog.cancaonova.com/felipeaquino/)