No criminalizar al adicto ni infravalorar el riesgo del consumo de estupefacientes, aconseja la pastoral nacional sobre drogodependencia de Argentina
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Ante el problema de las drogas, hay dos peligros: criminalizar al adicto y disminuir la “percepción del riesgo” del consumo de estupefacientes. Son dos apuntes del documento “No criminalicemos al adicto” presentado este lunes 10 de junio por la Pastoral Nacional de Argentina sobre Drogodependencia, ante la proximidad del 26 de junio, Día Internacional de la Lucha contra el uso indebido y el tráfico ilícito de drogas.
En lugar de criminalizar al drogodependiente, hay que “escucharlo y recibirlo para acompañarlo en un camino que le permita tener una vida digna, vivida en libertad y en plenitud”, advirtieron los representantes de la pastoral nacional sobre drogodependencia en rueda de prensa.
Aunque no hay recetas mágicas, “trabajando juntos, poniendo el esfuerzo en acciones concretas, podremos avanzar significativamente en la ‘reducción de los daños’ que provoca la droga”.
En este sentido, animaron a los credos, el Estado y la sociedad civil a trabajar “juntos, apoyando a las familias que son la principal barrera contra la droga”.
En referencia a la situación en Argentina, los representantes eclesiales constataron “una ausencia histórica y estructural del Estado” para favorecer la inclusión social de los adictos, “y no se trata de ningún Gobierno en particular, sino de algo que como sociedad no terminamos de asumir, de encontrarle la vuelta”.
“En el centro del problema no están las sustancias, sino el ser humano, la persona que se droga”, destacaron. “¡No criminalicemos a nuestros hermanos que sufren por las drogas!”, exhortaron.
“El camino de la criminalización del adicto empieza mucho antes”, explicaron: “se inicia cuando la contención
es insuficiente en los espacios comunitarios o en el ámbito de la educación formal y no formal, cuando son escasas las oportunidades de inclusión social y no se ofrecen propuestas que den una verdadero sentido de la vida a los jóvenes más pobres, cuando se les dificulta en lo cotidiano el acceso a la salud y a la justicia”.
También subrayaron que “poco ayuda cuando los medios de comunicación nos imponen una mirada estigmatizante de los jóvenes: pobres, adictos, delincuentes y peligrosos. Todo esto es parte del camino de la criminalización del adicto. Por eso todos somos parte, ningún actor o sector podría decir que no está en este camino”, indicaron.
Por otra parte, alertaron de la “creciente tolerancia social” y la disminución de la “percepción del riesgo” del consumo de estupefacientes, cuando la cuestión genera en realidad graves problemas sociales.
Finalmente, la Comisión valoró positivamente que se haya frenado el debate legislativo para despenalizar el consumo, dado que en los proyectos presentados se detectó cierto "apuro y superficialidad" en pos de aprobarlos.