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El infierno de la represión sexual

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Élisson Santos - publicado el 03/06/13
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La represión contribuye a que surjan neurosis, histerias, impotencia sexual, frigidez y otros trastornos

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El comportamiento sexual de hombres y mujeres siempre fue centro de atención para las ciencias humanas, además de estar directamente relacionado con las bases de una sociedad, las formas del comportamiento sexual expresan también la actitud de las personas ante el mundo que les rodea.

Si por un lado, una pseudo-libertad sexual fundamentada en los instintos en detrimento de la razón y del espíritu es nociva para el desarrollo humano, y por tanto se considera deshumanizadora, una represión sexual que impone fardos emocionales sobre hombres y mujeres también ejerce una fuerza destructiva para la vivencia armoniosa de la sexualidad.

La represión sexual contribuye al surgimiento de neurosis, entre ellas especialmente la neurosis obsesiva, histerias, impotencia sexual, frigidez y otros trastornos psíquicos.

En la vida de muchas parejas es común detectar trazas de represión sexual especialmente entre las mujeres, lo que dificulta la experiencia armoniosa y fecunda de la pareja, generando incomprensiones, peleas e incluso separaciones.

Una educación sexual represiva se fundamenta en el autoritarismo y en la imposición de reglas infundadas y sin sentido que muchas veces se transmiten a los hijos de forma incoherente, pues ni los propios padres consiguen seguir sus propias normas referentes a la sexualidad.

La energía sexual, también denominada libido, está completamente interrelacionada con toda la vida de la persona, en sus aspectos biológicos, psíquicos y espirituales.

Una vez que se imprime en un niño o en un adolescente la idea de que su sexualidad es algo prohibido, feo o pecaminoso, se le ofrece también un dispositivo de disimulación de la verdad, pues el niño se verá obligado a negar el desarrollo natural de su sexualidad, el interés por el sexo opuesto y las experiencias de placer.

La represión sexual normalmente sucede cuando los padres y educadores no comprenden o incluso no conocen bien la sexualidad.

Ante el miedo de que los hijos vivan una sexualidad irresponsable y promiscua prefieren imponer leyes morales basadas en su autoridad, pero sin ofrecer fundamentos para una vivencia responsable y armoniosa.

No saben los padres que esta actitud puede generar problemas aún peores que los que antes temían.

Algunos estudios afirman que gran parte de los comportamientos sexuales indeseados y anti-sociales actuales está directamente vinculados con la represión sexual.

Existe también el riesgo de considerar la represión como el único mal de los problemas sexuales de la sociedad post-moderna, por lo que muchos científicos y movimientos que promueven el liberalismo sexual como la solución contra la represión incurren en los mismos errores, provocando males aún mayores para el desarrollo saludable de las personas, como escribí en mi anterior artículo sobre la libertad sexual.

El equilibrio de la sexualidad está directamente relacionado con la madurez afectiva. Un niño educado en un ambiente de amor tiene libertad para expresar sus sentimientos de forma natural, no necesita ser castigado ni mucho menos reprimido.

La vivencia responsable de la sexualidad no se enseña mediante reglas, sino por el ejemplo y la comprensión de padres y formadores. Un comportamiento sexual responsable tiene sus fundamentos en un conciencia libre y responsable, jamás reprimida.

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