Las empresas textiles europeas subcontratan para evitar los problemas legales
Para ayudar a Aleteia a continuar su misión, haga una donación. De este modo, el futuro de Aleteia será también el suyo.
El día 23 de abril, los empresarios del edificio de “Rana Plaza” en Savar, a 24 km de Dhaka, capital de Bangladesh, en el sudeste asiático, eran informados por la policía del riesgo de derrumbamiento del edificio. Los empresarios decidieron que no podían paralizar el trabajo, por lo que significaba de pérdidas económicas y obligaron a trabajar a sus más de dos mil trabajadores.
Horas después se colapsaron los pisos superiores y fueron cayendo piso a piso, aplastando a más de 300 trabajadores: niños, mujeres y hombres.
Aleteia ha querido preguntar por la situación que se está viviendo en este país asiático. Manos Unidas realiza numerosos proyectos en la zona y tiene información de primera mano sobre lo ocurrido. Paloma Valdés, coordinadora del Noreste de India-y Bangladesh ha hablado con los responsables de proyectos en la zona: “Me han dicho que la situación es caótica y que se debe fundamentalmente a la falta de derechos laborales en la población”, añadiendo que en este caso, “en el Sector textil trabaja un 90% de mujeres que no tienen derechos laborales”.
Según le han informado desde Bangladesh: “Las empresas contratan a través de subcontratas, de tal manera que son sociedades intermedias las que incumplen la legislación”, explica Paloma Valdes, “mientras que están libres de ese incumplimiento los destinatarios finales de estas prendas”.
Más de 600 muertos en 6 años
Los antecedentes son incontables. El 26 de enero del 2013 se produjo un incendio mortal en una fábrica textil en Bangladesh, cuyas llamas y humo provocaron la muerte de 7 trabajadoras, cuatro de ellas de tan sólo 17 años. También en 2006, un incendio en la fábrica Chittagong mató a 50 trabajadoras y trabajadores e hirió a 100 más y el derrumbe del Phoenix Building, acabó con la muerte de 19 personas y con 50 más heridas.
Se calculan que más de 600 trabajadoras han muerto en los últimos 6 años: 12 personas muertas en Agosto de 2000 en el incendio de Globe Knitting, 48 personas muertas en noviembre de 2000 en el incendio de Sagar Chowdhury Garment Factory (entre ellas 10 niñas y niños), 24 personas muertas y más de 100 heridas en agosto de 2001 en Macro Sweater, 9 personas muertas y más de 50 heridas en Mayo de 2004 en Misc Complex…”
Son las consecuencias de la deslocalización de las grandes marcas europeas de producción textil que producen en países como Bangladesh, China, Tailandia, Marruecos, México, o Centroamérica para ahorrar costes gracias a ser los países con más bajos salarios y peores condiciones de trabajo en todo el mundo. El “outsourcing” o subcontrata elimina los problemas legales para las empresas europeas.
La esclavitud textil o la pobreza agraria
El nivel salarial en Bangladesh se encuentra entre los más bajo de todo el mundo y la media es de 1.662,50 taka al mes (24 dolares, unos 16 Euros mensuales). Si a esto se le resta la posibilidad de que el trabajador tenga que quedarse a dormir porque su casa está lejos y deba pagar por ello al empresario, el salario mensual es ínfimo.
“En Bangladesh no hay otro tipo de trabajo”, explica Paloma Valdes, “el único puede ser la agricultura en las zonas rurales, pero se gana 1-2 euros al día”. Durante años se intentó potenciar la agricultura, a través de microcréditos, pero finalmente este modelo se ha descartado.
Las mujeres viven como esclavas
“El 90 % de los trabajadores en la industria textil de Bangladesh y otros países de la zona, son mujeres”, explica Paloma Valdés. Sus salarios según un estudio de la Organización Internacional del Trabajo de 2009 es aún más bajo por el hecho de ser mujeres.
Según la OIT, las mujeres ganan un promedio del 23,2 % menos por hora que los hombres y estos salarios obligan a las trabajadoras a realizar horas extra, alargando la jornada laboral hasta 10 12 ó más horas por día: “La situación de las mujeres en Bangladesh es de esclavitud”, muestra la responsable de Manos Unidas en Bangladesh, “Trabajan de 10 a 12 horas diarias sin derechos laborales y además soportan todas las cargas domésticas y familiares. A esto hay que añadir los problemas de acoso que suelen sufrir estas mujeres en sus lugares de trabajo”, añade.
Una trabajadora habitualmente sale de su casa a las 6 am para regresar ya por la noche, muestra una investigación realizada por la OIT en fábricas textiles de Bangladesh, que recoge el dato del 76,4% de las trabajadoras, declarando que los objetivos de producción son eran imposibles de cumplir en horario habitual.
A esto, muestra el informe, habría que añadir la precariedad de las condiciones que repercuten en la salud: “Años de trabajo en habitaciones calurosas y densas con carencia de ventilación y de iluminación; la exposición al polvo y a productos químicos, el exceso de horas y una posición corporal inadecuada…”
“Se trata de otro tipo de esclavitud que no es muy diferente a la del siglo XVIII y el Siglo XIX”, añade Paloma Valdes
Díficil solución
Diversas ONGs entre las que se encuentra Manos Unidas han ido realizando campañas de concienciación y denuncia para que el Estado español y otros países denuncien las condiciones de trabajo de las textiles en Bangladesh y Asia: “La única manera de solucionarlo es a través de organismos internacionales que presionen para que estos países lleven a cabo cambios legislativos”. “ONGs como ManosUnidas intentan concienciar y presionar en este sentido” explica Paloma Valdes, que muestra que el ciudadano de a pié no puede hacer nada.
“Lo único que puede hacer es denunciarlo y mostrarlo para que no se pueda tapar la existencia de estas situaciones”, añade, pero para revertir la situación “se debe dar un proceso, muy, muy lento de recuperación de valores”.
Según explican desde Manos Unidas, desde hace años, “existe una serie de exigencias para un plan social corporativo por parte de las empresas del mundo textil con el que se puedan garantizar estos derechos pero finalmente nunca se lleva a cabo”.