Homilía y palabras del Papa antes del Regina Coeli del domingo 28 de abril
Para ayudar a Aleteia a continuar su misión, haga una donación. De este modo, el futuro de Aleteia será también el suyo.
El domingo 28 de abril, en el marco del Año de la Fe, el Papa Francisco confirió, por primera vez, el Sacramento de la Confirmación a cuarenta y cuatro fieles de todo el mundo en representación de toda la Iglesia en los cinco continentes. En su homilía de la misa celebrada a las diez de la mañana en la Plaza de San Pedro, ante 70 mil personas, el Obispo de Roma reflexionó sobre tres puntos: la novedad de Dios, las tribulaciones en la vida y la firmeza en el Señor.
Homilía del Papa:
Queridos hermanos y hermanas,
Queridos hermanos que van a recibir el sacramento de la confirmación:
Quisiera proponerles tres simples y breves pensamientos sobre los que reflexionar.
1. En la segunda lectura hemos escuchado la hermosa visión de san Juan: un cielo nuevo y una tierra nueva y después la Ciudad Santa que desciende de Dios. Todo es nuevo, transformado en bien, en belleza, en verdad; no hay ya lamento, luto… Ésta es la acción del Espíritu Santo: nos a trae la novedad de Dios; viene a nosotros y hace nuevas todas las cosas, nos cambia. El Espíritu nos cambia. Y la visión de san Juan nos recuerda que estamos todos en camino hacia la Jerusalén del cielo, la novedad definitiva para nosotros, y para toda la realidad, el día feliz en el que podremos ver el rostro del Señor, ese rostro maravilloso del Señor Jesús, podremos estar con Él para siempre, en su amor.
Ven, la novedad de Dios no se asemeja a las novedades mundanas, que son provisorias, pasan y siempre se busca algo más. La novedad que Dios ofrece a nuestra vida es definitiva, y no sólo en el futuro, cuando estaremos con Él, sino también hoy: Dios está haciendo todo nuevo, el Espíritu Santo nos transforma verdaderamente y quiere transformar, contando con nosotros, el mundo en que vivimos. Abrámosle la puerta, dejemos que Él nos guíe, dejemos que la acción continua de Dios nos haga hombres y mujeres nuevos, animados por el amor de Dios, que el Espíritu Santo nos da. Qué hermoso si cada uno de ustedes noche, pudiera decir: hoy en la escuela, en casa, en el trabajo, guiado por Dios, he realizado un gesto de amor hacia un compañero, mis padres, un anciano. ¡Qué bello!
2. Un segundo pensamiento: en la primera lectura Pablo y Bernabé afirman que “hay que pasar muchas tribulaciones para entrar en el reino de Dios” (Hch 14, 22). El camino de la Iglesia, también nuestro camino cristiano personal, no son siempre fáciles, encontramos dificultades, tribulaciones. Seguir al Señor, dejar que su Espíritu transforme nuestras zonas de sombra, nuestros comportamientos que no son según Dios, y lave nuestros pecados, es un camino que encuentra muchos obstáculos, fuera de nosotros, en el mundo en el que vivimos que frecuentemente no nos comprende, y también dentro de nosotros, en nuestro corazón. Pero las dificultades, las tribulaciones, forman parte del camino para llegar a la gloria de Dios, como para Jesús, que ha sido glorificado en la Cruz; las encontraremos siempre en la vida. No nos desanimemos: tenemos la fuerza del Espíritu para vencer nuestras tribulaciones.
3. Y así llego al último punto. Es una invitación que dirijo a ustedes, los que se van a confirmar y a todos: permanezcan estables en el camino de la fe con una firme esperanza en el Señor. Aquí está el secreto de nuestro camino. Él nos da el valor para caminar contra corriente. Escuchen bien jóvenes: ir contra corriente. Esto hace bien al corazón, pero hace falta valor para ir contra corriente. Y Él nos da esta fuerza. No hay dificultades, tribulaciones, incomprensiones que nos hagan temer si permanecemos unidos a Dios como los sarmientos están unidos a la vid, si no perdemos la amistad con Él, si le hacemos cada vez más espacio en nuestra vida. Esto también y sobre todo si nos sentimos pobres, débiles, pecadores, porque Dios da fuerza a nuestra debilidad, riqueza a nuestra pobreza, conversión y perdón a nuestro pecado. Es tan misericordioso el Señor que siempre si vamos a Él nos perdona. Confiemos en la acción de Dios. Con Él podemos hacer cosas grandes y nos hará sentir el gozo de ser sus discípulos, sus testigos. ¡Apuesten por los grandes ideales, por las cosas grandes, nosotros los cristianos no hemos sido elegidos por el Señor para las cosas pequeñas, vayan siempre más allá, hacia las cosas grandes, jóvenes, juéguense la vida por grandes ideales!
Novedad de Dios, tribulaciones en la vida, firmes en el Señor. Queridos amigos, abramos de par en par la puerta de nuestra vida a la novedad de Dios que nos concede el Espíritu Santo, para que nos transforme, nos fortalezca en las tribulaciones, refuerce nuestra unión con el Señor, nuestro permanecer firmes en Él: ésta es una verdadera alegría. Así sea.
Alocución del Papa antes del Regina Coeli:
Antes de concluir esta celebración, quisiera encomendar los confirmados y todos ustedes a la Virgen. La Virgen María nos enseña qué significa vivir en el Espíritu Santo y qué significa recibir la novedad de Dios en nuestra vida. Ella ha concebido a Jesús por obra del Espíritu, y cada cristiano, cada uno de nosotros está llamado a recibir la Palabra de Dios, recibir a Jesús dentro de sí y después a llevarlo a todos.
María ha invocado al Espíritu con los Apóstoles en el Cenáculo: también nosotros, cada vez que nos reunimos en oración, estamos sostenidos por la presencia espiritual de la Madre de Jesús, para recibir el don del Espíritu Santo y tener la fuerza de testimoniar a Jesús resucitado. Esto se los digo de modo particular a ustedes, que hoy han recibido la Confirmación: ¡Que María los ayude a estar atentos a lo que el Señor les pide, y a vivir y caminar siempre según el Espíritu Santo!
Quisiera extender mi saludo afectuoso a todos los peregrinos presentes, venidos de tantos países. Saludo en particular a los chicos que se preparan a la Confirmación, al nutrido grupo guiado por las Religiosas de la Caridad, a los fieles de algunas parroquias polacas y a los de Bisignano, así como a la Katholische akademische Verbindung Capitolina.
Ahora en la luz pascual, fruto del Espíritu, nos dirigimos juntos a la Madre del Señor.