“A los Apóstoles y los discípulos les cuesta creer. A las mujeres, no”: lo destacó el papa Francisco en una audiencia de los miércoles ya en el año 2013, recordando que las mujeres fueron las primeras testigos de la Resurrección.
“Las mujeres se mueven por amor y saben acoger este anuncio con fe –afirmó el Pontífice- creen, y en seguida, lo transmiten, no se lo guardan, lo transmiten”.
Esta es, según Francisco, ¡la misión “de las madres, de las mujeres!”. Dar testimonio a los hijos, a los nietos, de que Jesús está vivo, es el viviente, está resucitado”.
Pero esto nos hace reflexionar sobre cómo las mujeres, en la Iglesia y en el camino de fe, tienen y han tenido, también hoy, un papel especial abriéndole la puerta al Señor”.
Partiendo de esta reflexión, Aleteia presenta los testimonios de sor Eugenia Bonetti, comboniana, desde hace años comprometida en la lucha contra la trata de mujeres y a María Giovanna Ruggieri, presidenta de la Unión mundial de las organizaciones femeninas católicas, un organismo que ha superado el siglo de vida y que reúne a 5 millones de mujeres de todo el mundo.
¿Qué le sugieren las palabras de Francisco?
Bonetti: La actitud de las mujeres que van a la tumba de Jesús y la encuentran vacía es la que nos acompaña cuando, como nos invita el Papa, caminamos hacia las “periferias existenciales”, hacia las personas heridas por la vida.
Esperamos encontrar “un cuerpo muerto” y, sin embargo, encontramos a mujeres y a hombres vivos, que esperan el anuncio de un Cristo capaz de vencer la muerte y sus humillaciones
¿Quién, sino el corazón de una mujer, es capaz de acercarse con ternura a estos lugares de sufrimiento y de abandono? Es lo que sugiere el Papa con esta reflexión.
Es un gran aliento para nuestra obra cuanto nos está diciendo estos días, y sobre todo el domingo de Pascua, en el que denunció explícitamente la trata de seres humanos.
El pasado 15 de marzo, las monjas celebraron 10 años de presencia en el Centro de identificación y expulsión de Ponte Gelaria, en Roma, donde son retenidos durante meses.
Cada sábado por la tarde, durante 10 años, las hermanas se encuentran con mujeres que, en un periodo en el que se habla tanto de la dignidad de las personas, se ven recluidas entre rejas y cemento, sin esperanza y sin futuro.
No hemos abandonado nunca esta obra, aunque a veces ha faltado poco. Una vez una hermana nigeriana, a la superiora que le preguntó qué hacía ella en Ponte Galeria, respondió:
“Hacemos lo que hacía la Virgen bajo la Cruz, no podía cambiar el sufrimiento pero estaba allí”.
Estamos presentes para poder decirles: “no estáis solas, no estáis solos·: este es el corazón que se pone en el camino de quien está cansado y el Papa nos recuerda que este es el papel de las mujeres “que se ven empujadas por el amor”.
También lo dijo a los chicos de Casal del Marmo: “lo hago con el corazón”.
Ruggieri: Hay una “feliz” atención del papa Francisco a las mujeres en la Iglesia que nos anima y nos estimula en nuestro compromiso, también la relevancia que le dio al problema de la trata de seres humanos que es una de las prioridades en la obra de sensibilización que la UMOFC realiza en varios lugares del mundo sobre el tema de la dignidad de la mujer.
Las mujeres que llegan al sepulcro son la imagen del “genio femenino” que ante la muerte, ante las situaciones difíciles y a veces, desesperantes, no “tira la toalla” y continua trabajando.
No hay dudas en las mujeres que llegan a la tumba de Jesús, saben que deben cumplir con el deber de atender su cuerpo muerto y, precisamente por su capacidad de no perder el ánimo, de estar siempre alerta, son las primeras destinatarias de la Resurrección.
Como destaco el Papa, la Biblia y el Evangelio están llenos de historias de mujeres fuertes: María fue la primera en decir “sí” a Dios, aceptando con valentía el desafío de aquella maternidad excepcional en su vida.
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Me gusta que el Papa haya destacado que el deber del testimonio es el de las madres y de las mujeres en general.
A menudo en la Iglesia se destaca el papel de la mujer como esposa y madre, que es esencial, pero ha habido y hay mujeres que aún no siendo madres han dado una contribución muy importante a la edificación de la comunidad eclesial, así como a la civil.
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¿Hay un problema de reconocimiento del papel de las mujeres en la Iglesia?
Bonetti: Debemos admitir que en el pasado ha faltado a menudo un reconocimiento del papel de la mujer en la Iglesia, pero esto no es una reivindicación por una cuestión de protagonismo.
La mujer no busca “su propio lugar”, por sí mismo, sino su “propio lugar” para ponerse al servicio de los demás.
Para esto es necesaria una terminología nueva, inclusiva de la especificidad del hombre y de la mujer, juntos en la Iglesia para vivir y anunciar el Evangelio.
Las mujeres, aunque no haya sido valoradas, han estado siempre allí: muchas han ofrecido en el servicio a los demás, la “maternidad” sin la cual la Iglesia habría resultado estéril, menos “madre” y más “maestra”.
Las mujeres ayudan a mantener el equilibrio y a redescubrir que Jesús no hizo distinciones. Tanto que, como dijo el Papa, confió incluso a las mujeres, a las que por ley no se les reconocía la facultad de testimoniar, el anuncio de la Resurrección y que, incluso, si ha tenido alguna preferencia ha sido por el más humillado y despreciado, fuera hombre o mujer.
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Ruggieri: Recuperar la atención a la contribución de la mujer en la Iglesia, no se trata de reivindicaciones sino de construcción de la misma Iglesia como cuerpo de Cristo, según la imagen conciliar de la Lumen Gentium.
Si una parte del cuerpo no funciona, tampoco el resto del cuerpo funciona.
Sin embargo, recuperar la reciprocidad significa valorar, “negociar”, los talentos de cada uno al servicio de toda la comunidad.
Cuando Francisco dice que las mujeres creen y testifican “porque se ven empujadas por el amor”, pone en evidencia la capacidad de las mujeres de ir más allá de lo tangible, de seguir la intuición contra lo racional, considerada más masculina, que a veces es tachada de sentimentalismo o fantasía, pero que es, sin embargo, una manera de anclarse en la experiencia humana, involucrándose en el testimonio con todo su ser.
Espero que la atención del Papa al papel de la mujer sea una gran empuje en su valoración, especialmente en sitios como África, Oriente Medio, o tantos sitios del continente asiático, donde esta conciencia está menos presente o es directamente negada.
Hoy celebramos a...