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En un futuro papa no se mira de qué país viene sino su persona

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© Manuel Fernández MARINERO

El nuncio en México, monseñor Christophe Pierre

Rosa María Ordaz - publicado el 06/03/13

Habla el nuncio en México, monseñor Cristophe Pierre

Cuando los cardenales se plantean cuál es el candidato ideal para suceder a Benedicto XVI, no miran si es de África, Europa, América latina, “lo importante es que sea verdaderamente elegido por Dios, capaz de vivir su Pontificado como un acto de obediencia al Señor”. Así lo afirmó monseñor Christophe Pierre, en esta entrevista realizada por la periodista mexicana Rosa María Ordaz.

Monseñor Cristophe Pierre la pregunta que hoy muchos se hacen, es quién será el próximo Papa. ¿Qué puede decirnos al respecto?

Efectivamente  esa es  la pregunta que muchos ahora se hacen, pero yo no me siento  con la capacidad de decirlo. Pienso que el Papa los últimos días,  particularmente estos días  en el último encuentro con las personas en la plaza San Pedro y  cuando se despidió de los cardenales, nos ha dado un poco la llave de lo que va a pasar. El nos dijo algo, que  para mí es una cosa extraordinaria, cuando fue elegido Papa. Benedicto XVI no busco esta responsabilidad, fue un acto de obediencia a los cardenales que lo eligieron y ante todo de obediencia al señor. Su sentir y sus palabras fueron  “sí yo lo acepté es porque siento que Dios me pide esa tarea, pero lo voy a hacer como un humilde servidor en la viña del Señor, y voy a cumplir, lo voy a realizar con todas mis fuerzas y todas mis capacidades”.

Ahora, ocho años después, él termina su pontificado con esta palabras que pronunció al despedirse “yo soy un peregrino, he terminado mi misión y la peregrinación.   Siento que no puedo más, no porque no tenga la voluntad de ser Papa, yo quiero continuar sirviendo pero físicamente no tengo las fuerzas, tengo problemas de salud, he tomado una decisión con toda libertad, pero esta decisión tomada no es un capricho, es un acto de obediencia, hecho como un acto libre, es una obediencia a Dios”, que le ha manifestado su voluntad eso me parece un poco la llave.

Estamos muy lejos hoy de pensar en una dirección de la iglesia; de un continente o del otro. Creo que los cardenales son los que tendrán la respuesta. Claro que ellos necesitarán considerar todos los aspectos. Lo más importante es que ellos deben recapacitar en la persona. El candidato, no significa que debe ser de África, Europa, América latina, lo importante es que sea verdaderamente elegido por Dios, capaz de vivir su Pontificado como un acto de obediencia al Señor, porque este cargo es un servicio para dirigir la iglesia, para que ésta sea la iglesia en un mundo como el de hoy, con todos sus retos inmensos que conocemos bien.  

Monseñor Pierre por favor quisiera ahondar más ¿Cuál necesita ser el perfil del nuevo Papa?

Benedicto XVI nos dijo y también a los cardenales: “yo he cumplido, estoy dispuesto a obedecer al próximo Papa y sé; que se encuentra entre ustedes”,

Al final el futuro Vicario de Cristo insisto, no corresponde a una nacionalidad. Es una persona escogida por Dios, así como Pedro fue escogido. Esta fue la voluntad de Jesús, no porque Pedro tuviera todas las cualidades, no era perfecto; pero, fue su vocación y él consuma la misión a partir de la llamada de Cristo. Hoy necesitamos de una persona muy preparada sin importar la nacionalidad, que sea un hombre de Dios, que sea capaz de dirigir la iglesia; porque es algo muy complicado, que sea una persona competente al comunicar  y para resolver  los problemas del catolicismo en el contexto de hoy

Monseñor Pierre para la opinión pública y los feligreses católicos. Su opinión respecto al final del pontificado de ambos Papas es muy valiosa y estoy segura que aquietará grandemente, al igual que mi colega Valentina Alazraki las inquietudes que las personas  tienen con relación al tema.

Desde mi opinión personal, no veo tanta contradicción, como lo fue para los feligreses y la opinión pública, de hecho el Papa, siente muy bien la dificultad de cumplir hoy; con todo lo que es necesario, para seguir siendo el Sucesor de Pedro actualmente.
Yo pude entender que de frente a la posibilidad de hacer un viaje a Brasil en la próxima Jornada Mundial de la Juventud en julio;  él percibió “yo ya no puedo más”

Este fue un acto muy razonable. Muy coherente con todo lo que él ha dicho, nos ha explicado que no se retira en esta dimensión simbólicamente hablando: tampoco se baja de la Cruz, sigue con la Cruz. Los dos Papas dieron un testimonio idéntico, por una parte; Juan Pablo II nos mostró todo el valor del sufrimiento, pero siendo él como Cristo, con toda la dificultad de hablar, de caminar y lo hizo hasta el final.  También Benedicto, él ha ido hasta el final en lo que él pudo hacer. “Yo ahora no quiero retirarme, continuo, pero con mis posibilidades”. Nos lo dijo “Voy a retirarme en el silencio de la oración y así con la oración, con la meditación, con mi presencia de frente a Dios voy a seguir ayudando a la iglesia pero no puedo más asumir esta responsabilidad entonces dejo a otro”.

Cada uno en su condición y contexto nos dio un testimonio sobre el valor de una virtud primorosa,  la obediencia, de igual manera la gran riqueza de valores escondida en el sufrimiento.

En este mundo y nuestras sociedades actuales, hay muchísimas personas que sufren y que lamentablemente no saben qué sentido darle a su vida en medio de su propio dolor. El Papa Benedicto siempre ha sido un testigo de Fe, de la esperanza para todos aquellos que se encuentran en la desesperanza, de la misma manera  Juan Pablo II nos dio esa muestra. Cada Vicario de Cristo, nos evangelizo en sus circunstancias, con su ejemplo, su entrega  y nos condujo a Cristo.

Monseñor Pierre, me gustaría que ahondará un poco más, de ese Dios que manifiesta todo su esplendor a través de la humanidad, pequeñez y fragilidad del hombre, sobre todo en la enfermedad; obviamente manifestada igualmente en un Papa.

En el caso de Juan Pablo II, inicialmente los primeros años, él salió con toda su gloria, me refiero a la capacidad intelectual y física, a su fuerza de persuasión, de simpatía, de resistencia vital por sus virtudes físicas, todo esto fue parte de su encanto. Pero recordemos como poco a poco al final de su pontificado, su enfermedad desgastaba su vida; Juan Pablo II evangelizo a través de su toda su humanidad. Así debe ser, porque esta gloria y sufrimiento es la lógica de la encarnación de Dios que se ha hecho hombre en Cristo para redimir al hombre en el dolor. 

Cristo fue un compañero, de hecho fue un compañero con sus discípulos, ellos se sintieron cautivados por él, por esa dimensión humana de solidaridad con la fragilidad y sufrimiento del hombre; pero justamente a través de ese nivel humano, salió algo más, algo nuevo. Yo pienso que, en cada etapa de la vida; siempre se manifiesta la humanidad divina de Jesucristo, que nos habla de Dios, que nos acerca a Dios.

Benedicto XVI ha sido tremendamente humano, en todos los sentidos de la palabra, es un hombre de una inmensa inteligencia, una inmensa cultura, que más humano que esto: es la parte más bella de su persona; su capacidad de pensar, de hablar, de iluminar la mente, el corazón, las vidas. El nos hablo a través de todas estas virtudes magnánimas y humanitarias. Esta dimensión de su ser, nos ha manifestado una humanidad muy hermosa a través de todas sus virtudes y su gran fortaleza como persona en medio de sus limitaciones físicas.

Nos habló mucho de la caridad, de la esperanza, de la fe y estamos en el año de la fe. En estos momentos que él tiene grandes dificultades físicas que son las de todas las personas cuando envejecen y tienen enfermedades; él reacciona como un hombre ejemplar en relación a una condición del hombre, nos dice; bueno “aquí estoy con mis limitaciones pero yo sigo adelante con mis otras capacidades”. Nuevamente es la humanidad que habla. Pero esa es la obra de la salvación, la humanidad transformada, renovada espiritualmente en el dolor de la vejez, que da y llena de significado en el ocaso de la vida de la persona y  glorificada por la humildad, por la presencia de Cristo en el hombre, esto es el camino de la santidad. 

Leamos un poco lo que Benedicto XVI dijo a los cardenales, hay palabras muy profundas,  nos dice: la iglesia siempre nace en el corazón de los hombres.  Cuando una persona se abre a Dios y deja a Dios tomar posesión de su propia humanidad, Dios llena de gloria a ese hombre en toda su dimensión como tal. Eso construye a la iglesia. El Papa lo hizo de un modo magnifico.

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