El hombre de hoy está frustrado espiritualmente
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El resentimiento, la frustración, la desconfianza, la sensación de pérdida de la gratuidad, la tendencia humana a buscar confirmación en vez de refutación, son adjetivos que describen algunos motivos reflejados en el accionar del hombre moderno.
Estas condiciones se trasladan a todos los campos y actividades de la vida. Las relaciones sentimentales, la familia, las instituciones, y dentro de estas últimas las que corresponden a la religión y a las ciencias.
El sentirse estafado y defraudado por la institución oficial o académica, característica más frecuente en el hombre occidental, se ve hoy reflejada en gran cantidad de pseudoespiritualidades y pseudociencias que ofrecen en su amplio y vasto mercado la posibilidad de adoptar una vía alternativa y adecuada a los tiempos que vivimos, es decir, con menor reactualización de los tiempos sagrados (extensión de los profanos) o una disminución en la calidad de ese tiempo sagrado, con menor compromiso y el deseo de un resultado positivo y al momento.
Sociológicamente este fenómeno corresponde a la adaptación a la vida urbanizada y sus necesidades, el tiempo que cronológicamente es igual y lineal para todos, pero que a algunos no les alcanza. Por ende la transformación de los actos por menores plazos de tiempo.
La desconfianza en el campo institucional se evidencia sintomáticamente en la pérdida de respetos, confianza y valores como el de la gracia comunitaria, transformada en autosalvación individualista, la misericordia reemplazada por la apatía energética meditacional, la fe por impacto emocional irrisorio y la curación física y mental por métodos supersticiosos y primitivos; renovando la confianza en las prácticas “milenarias”.
Lógicamente estas características superficiales no colman la realización espiritual del ser, que conjuntamente con las brechas psicopatológicas transforman al individuo en un consumidor compulsivo. La angustia por la frustración ante el éxito que no llega, el deslumbramiento ante la costosa tecnología, la desesperación por el paso incontenible del tiempo y la conciencia de nuestra finitud, se llena con productos de calidad escasa y técnicas dudosas, acordes al ansioso panorama actual.
Las consecuencias de la pobreza sociocultural, la mala formación educacional, una fe confusa, la inestabilidad emocional, entre otras, logran que algunos individuos sean potenciales víctimas de éstas y otras pseudociencias y prácticas esotérico-ocultistas.