Campaña de Cuaresma 2025
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Desde el Domingo de Ramos hasta el Domingo de Pascua, la Iglesia nos ofrece una serie de celebraciones litúrgicas que exaltan nuestros sentidos y nos sumergen en la belleza del misterio pascual. Sin embargo, no siempre participamos de la mejor manera posible. Ciertamente, muchos de nosotros asistimos a todo el Triduo Pascual, incluido el Jueves Santo, el Viernes Santo y la Vigilia Pascual del Sábado Santo. Sin embargo, la pregunta sigue siendo: "¿Participamos de la Semana Santa en cuerpo y espíritu?"
Orando con el corazón
El lunes de Semana Santa, el sacerdote suele rezar por el pueblo la siguiente oración que se encuentra en el Misal Romano :
"Dios y Padre nuestro, que tu protección socorra a los humildes y asista continuamente a quienes confían en tu misericordia, para que se preparen a celebrar las fiestas pascuales no solo con acciones corporales, sino sobre todo con pureza de corazón. Por Jesucristo, nuestro Señor".
Puede ser fácil “seguir adelante” con la Semana Santa y hacer todo lo que “se nos requiere”.
Podemos recibir las palmas el Domingo de Ramos, el lavado de pies el Jueves Santo y venerar la cruz el Viernes Santo. Podemos hacer todas esas cosas externas sin ninguna participación interna del corazón.
A esto se refiere la Iglesia, por ejemplo con la siguiente cita de Sacrosanctum Concilium:
"La Madre Iglesia desea ardientemente que todos los fieles sean conducidos a esa participación plenamente consciente y activa en las celebraciones litúrgicas que exige la naturaleza misma de la liturgia". (SC, 14)
La Conferencia del Episcopado de Estados Unidos (USCCB por sus siglas en inglés) confirma también este punto de vista cuando escribe en su comentario a la Sacrosanctum Concilium:
"El corazón y la mente deben estar en armonía con lo que se proclama con los labios. La participación exterior e interior no pueden separarse, ambas necesitan ser alimentadas y desarrolladas por la reflexión y la meditación de los textos sagrados que la Iglesia nos ha dado".
Una semana verdaderamente santa
Podemos "cumplir" con nuestro sentido de obligación estando físicamente presentes en el edificio de la iglesia, pero al mismo tiempo, podemos ser "inactivos" en nuestra participación.
Lo que tenemos que hacer es acercarnos a cada liturgia de Semana Santa con un corazón contrito y humilde, abierto a las muchas gracias que Dios quiere derramar sobre nosotros.
Ciertamente no es fácil centrar nuestra mente y nuestra atención en lo que ocurre en las liturgias de Semana Santa, pero debemos esforzarnos todo lo posible por acercarnos a cada una con espíritu de oración.
La Semana Santa es realmente santa y pretende ser una preparación para ese día en el que compartiremos la resurrección que Jesús ganó para nosotros.


