Campaña de Cuaresma 2025
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En un mundo lleno de distracciones y preocupaciones, es fácil olvidar que nuestra vida tiene un propósito eterno. Jesús, en su enseñanza, nos invita a reflexionar sobre nuestra relación con Dios y evaluar cómo vivimos sabiendo que algún día daremos cuentas ante Él. Hoy el Evangelio nos habla sobre un momento clave en el ministerio de Jesús: tras sanar al paralítico en sábado, Jesús nos muestra, no solo su poder divino, sino también su profunda comunión con el Padre.
En su meditación del Evangelio, el padre Giovanni nos comparte lo siguiente:
¿Vives como quien sabe que un día dará cuentas a Dios?
Después de sanar al paralítico en sábado, Jesús enfrenta la crítica de los judíos. ¿Su respuesta? Directa y poderosa:"Mi Padre sigue actuando y yo también actúo."
Con esto, Jesús deja claro que Dios no descansa cuando se trata de salvar al hombre. Aunque sea sábado, la misericordia no se detiene.
Y va más allá: "El Hijo no puede hacer nada por su cuenta, sino lo que ve hacer al Padre."
Aquí Jesús revela su profunda unión con el Padre. No actúa por sí mismo, sino en perfecta obediencia y comunión con Dios.
Jesús dice algo que debería estremecernos:"Así como el Padre resucita a los muertos y les da vida, también el Hijo da vida a quienes Él quiere."
Y también:
"El Padre no juzga a nadie, sino que ha confiado al Hijo todo juicio."
Esto significa que un día estaremos frente a Cristo, no solo como Salvador, sino como Juez.
Un Juez que nos conoce por completo, que no se deja engañar por apariencias, pero que también quiere darnos vida eterna.
Jesús lo dice claramente: "El que escucha mi palabra y cree en el que me envió, tiene vida eterna."
La salvación no es magia ni tradición, es fe y obediencia.
Y añade: "Llega la hora en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que la escuchen vivirán."
Hoy Jesús te llama a escuchar su voz, porque solo en Él hay vida verdadera y eterna.
