Campaña de Cuaresma 2025
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En el Evangelio del día de hoy, Jesús responde a la tragedia de los galileos asesinados por Pilato, recordando que las tragedias no son castigos de Dios, sino un llamado a la conversión. Nos invita a no juzgar a los demás, sino a reflexionar sobre nuestro propio corazón.
A través de la parábola de la higuera estéril, Jesús muestra la paciencia de Dios, quien nos da oportunidades para cambiar. Pero también nos recuerda que la conversión no puede esperar para siempre.
En la reflexión que hace el padre Giovanni, nos comparte:
En este evangelio, unas personas le cuentan a Jesús sobre una tragedia: Pilato ha mandado matar a unos galileos. Esperan que Jesús los juzgue como pecadores, pero Él los sorprende.
"¿Creen que esos galileos eran más pecadores que los demás? No, y si ustedes no se convierten, todos perecerán de la misma manera."
Jesús deja claro que las tragedias no son castigos de Dios, pero sí son un llamado a la conversión.
Nos preocupamos por lo que les pasa a otros, pero Jesús nos invita a mirar nuestro propio corazón.
Jesús cuenta la historia de un hombre que tenía una higuera plantada en su viña. Después de tres años sin dar frutos, decide cortarla.
Pero el viñador intercede:
"Déjala un año más. Yo cavaré y le echaré abono. Si da fruto, bien; y si no, la cortas."
Aquí Jesús nos muestra la paciencia de Dios.
Dios espera frutos de nosotros, pero también nos da oportunidades para cambiar.
Dios nos ha dado vida, dones, fe… pero nos toca responder.
No podemos vivir la fe con indiferencia, sin crecimiento, sin dar frutos de amor, justicia y misericordia.
Hoy Jesús nos pregunta:
Dios es paciente, pero la conversión no se puede postergar para siempre.


