Campaña de Cuaresma 2025
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Hay momentos en nuestra vida en los que nos sentimos gravemente tentados a cometer un pecado. Puede ser cualquier tipo de tentación, como un pecado sexual, o tal vez la tentación de arruinar la reputación de alguien por un chisme.
Sea lo que sea, podemos pensar que la mejor manera de combatirlo es enfrentarse a él de frente; solemos pensar que podemos vencerla con nuestras propias fuerzas. Desgraciadamente, esa es la peor manera de vencer una tentación e inevitablemente fracasará, ya que somos demasiado débiles para hacer frente a una tentación.
¿Cuál es la mejor estrategia?
¡Corre!
Esto puede parecer una respuesta débil, pero san Francisco de Sales aconseja a sus lectores en su Introducción a la Vida Devota que corran tan rápido como puedan (física o espiritualmente) lejos de la tentación:
"Tan pronto como te sientas tentado, haz como nuestros niños cuando ven un lobo o un oso en las montañas. En seguida corren al amparo de su padre o de su madre, o al menos gritan pidiendo ayuda. Acude tú de igual modo a Dios, reclamando su compasión y socorro; es el remedio que nos enseñó el mismo Señor: 'Oren para que no entren en tentación'".
Debemos correr con todas nuestras fuerzas a los brazos amorosos de la Santísima Madre y de Jesucristo. Ellos nos envolverán con su ayuda protectora y nos escudarán de la tentación.
Renuncia
Del mismo modo, debemos renunciar firmemente a la tentación, no cediendo al poder del Diablo sobre nosotros:
"No discutas con tu Enemigo, y dale solo una respuesta, aquella con la que Nuestro Señor le confundió: 'Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a Él sólo servirás'. Del mismo modo que la esposa pura no respondería ni miraría al asqueroso seductor que se esforzaba por descarriarla, sino que huiría inmediatamente de él al lado de su marido, sin discutir, sino adhiriéndose a su legítimo señor con renovada fidelidad".
Huir de una tentación es humillante, pero ese es el camino hacia la santidad.
Si queremos seguir a Cristo, tenemos que seguir sus pasos y volvernos "impotentes" para que Dios pueda obrar a través de nosotros.


