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Esta oración nos recuerda de qué hay abstenernos realmente

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Philip Kosloski - publicado el 10/03/25
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Aunque abstenerse de comer carne y ayunar es una disciplina buena y santa, debería llevarnos a examinar más de cerca nuestra vida espiritual

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La Cuaresma es un tiempo en el que la Iglesia nos invita a abstenernos de comer carne los viernes y a ayunar el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo.

Algunos de nosotros podemos incluso tomar libremente la decisión de abstenernos del chocolate o de los dulces durante toda la Cuaresma, o de ayunar más intencionadamente todos los viernes.

Sea cual sea la disciplina cuaresmal que decidamos que es adecuada para nosotros, debemos recordar que estas opciones físicas deben recordarnos una realidad espiritual más profunda.

Abstenerse de pecar

El Misal Romano ofrece la siguiente oración para el lunes de la segunda semana de Cuaresma, que llega directamente al meollo de la cuestión:

"Oh Dios, que nos has enseñado a castigar nuestros cuerpos
para la curación de nuestras almas, permítenos, te rogamos,
abstenernos de todo pecado,
y fortalece nuestros corazones
para cumplir tus amorosos mandamientos.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos".

La Iglesia nos recuerda claramente que disciplinar nuestros cuerpos debe conducir a la "curación de nuestras almas".

Esto es algo que a menudo olvidamos, pues es tentador ver las disciplinas cuaresmales solo como cargas. Aunque ciertamente pueden ser difíciles, el sufrimiento que crean no debe considerarse arbitrario.

Por el contrario, deberían llevarnos a reflexionar sobre nuestras propias vidas y sobre qué áreas necesitamos crecer y qué pecados necesitamos confesar.

Elige un pecado para eliminar

Hay que tener en cuenta que, puesto que ninguno de nosotros fue concebido inmaculadamente, es casi imposible abstenerse de todo pecado mientras estemos en esta tierra.

No debemos adoptar el enfoque nuclear y tratar de abolir toda tendencia pecaminosa en nuestras vidas. Si intentamos hacer eso, rápidamente descubriremos lo pecadores que somos y probablemente abandonaremos todo el proceso.

Lo que podríamos intentar hacer durante la Cuaresma es más modesto: por cada disciplina cuaresmal que emprendamos, elegir un pecado sobre el que trabajar activamente.

Somos seres humanos débiles y frágiles, pero la buena noticia es que la gracia de Dios es un océano insondable. La clave para nosotros es abrirnos a ese océano y levantar las compuertas de nuestro corazón.

Una vez que seamos capaces de hacerlo, Dios podrá darnos el valor necesario para afrontar cualquier obstáculo y eliminar poco a poco las influencias del pecado en nuestras vidas.

A medida que avancemos en la Cuaresma, recordemos esta sencilla realidad e intentemos abstenernos también de pecados particulares durante este tiempo de renovación.

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