En su inocencia infantil, Teresita le dijo a su mamá cuál era su más grande deseo para ella. Un acto de amor que nos recuerda el corazón gentil de esta santaCampaña de Cuaresma 2025
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Santa Teresa de Lisieux, religiosa carmelita, es muy conocida en la Iglesia Católica por el gran amor que tenía a Dios y que podemos conocer a través de sus escritos, en especial, en su autobiografía, Historia de un Alma.
En este libro menciona el gran amor que tenía por sus padres. Durante su infancia, llena de momentos de alegría y cariño, tenía una forma un poco inusual de expresar ese gran amor que sentía por ellos.
Un acto de amor a su madre
Cuando era pequeña, se acercó un día a su madre, Celia Martín. Teresita, con un amor puro e infantil, tenía la intención de desearle lo mejor en este mundo; pero, así como lo describe ella, no lo decía siempre de las formas más comunes.
"Quería mucho a papá y a mamá, y les demostraba de mil maneras mi cariño, pues era muy efusiva. Solo que los medios que empleaba, a veces, eran raros, como lo demuestra este pasaje de una carta de mamá:
'La niña es un verdadero diablillo, que viene a acariciarme deseándome la muerte: ¡Cómo me gustaría que te murieras, mamaíta...! La riñen, y me dice: ¡Pero si es para que vayas al cielo! ¿No dices que tenemos que morirnos para ir allá? Y cuando está con estos arrebatos de amor, desea también la muerte a su padre'".
Estas muestras de amor que la pequeña santa expresaba a su mamá eran desde la más pura intención de corazón. Teresita atesoraba estos pequeños momentos que pasaba con su madre porque, en ese momento, observaba cómo la enfermedad del cáncer de mama la debilitaba más frecuentemente.
"Teresita me preguntaba el otro día si iría al cielo. Yo le dije que sí, si se portaba bien, y me contestó: 'Ya, y si no soy buena, iré al infierno... Pero sé muy bien lo que haré en ese caso: me echaré a volar contigo, que estarás en el cielo, ¿y cómo se las arreglará Dios para cogerme...? Tú me apretarás muy fuertemente entre tus brazos'. Y leí en sus ojos que estaba firmemente convencida de que Dios no podría hacerle nada mientras estuviese en brazos de su madre…"
Su madre falleció al poco tiempo, un 28 de agosto de 1877. Teresita tenía cuatro años y confiesa que no derramó muchas lágrimas al presenciar el fallecimiento de Celia, pero notó un cambio en su temperamento desde ese día; de ser una pequeña muy risueña y alegre, se volvió tímida y sensible.
¿Qué significaba la muerte para santa Teresita?
Para la florecilla de Dios, como era el apodo de santa Teresa, la muerte nunca fue motivo de miedo. Ella veía la vida como un paso temporal para la verdadera felicidad; la eterna alegría de poder estar con el Amado.
Lo describe en su diario, en varias ocasiones; uno de ellos es cuando le pide a Dios una muerte de mártir, inspirada en los santos que padecieron grandes tormentos por su fe.
"No, no temo una vida larga, no rehuso el combate, pues el Señor es la roca sobre la que me alzo, que adiestra mis manos para el combate, mis dedos para la pelea, él es mi escudo, yo confío en él (Sal CXLIII). Por eso, nunca he pedido a Dios morir joven, aunque es cierto que siempre he esperado que fuera ésa su voluntad".
Santa Teresita falleció a los 24 años de edad debido a una tuberculosis que la debilitó durante varias semanas. Era uno de sus anhelos: morir para ir al cielo. Un gran deseo que llegó a compartir con su madre.
"Al posar mis labios sobre el polvo purpurado por la sangre de los primeros cristianos, me latía fuertemente el corazón. Pedí la gracia de morir también mártir por Jesús, y sentí en el fondo del corazón que mi oración había sido escuchada…"