Campaña de Cuaresma 2025
Este contenido es gratuito, como todos nuestros artículos.
Apóyanos con un donativo y permítenos seguir llegando a millones de lectores.
En el Evangelio del día, reflexionamos sobre la importancia de nuestras acciones y vida terrenal. A través de sus palabras, Jesús no solo nos anima a vivir con generosidad y fe, sino que también nos advierte sobre las serias consecuencias del pecado y la necesidad de alejarnos de todo lo que nos separa de Él.
En la reflexión que el padre Giovanni hace, nos comparte:
¿Te estás tomando en serio tu camino hacia Dios?
En este evangelio, Jesús nos habla con palabras fuertes y sin rodeos. Nos advierte sobre la seriedad de nuestras acciones y el impacto que tienen en nuestra vida espiritual.
Primero nos dice:
"El que les dé un vaso de agua por ser de Cristo, no quedará sin recompensa."
Esto nos enseña que ningún acto de amor, por más pequeño que parezca, pasa desapercibido para Dios.
Pero después, la enseñanza se vuelve más intensa. Jesús nos advierte sobre el escándalo, el pecado y el peligro de alejarnos de Dios.
"Si tu mano te hace caer, córtala. Más vale entrar manco en la vida, que con las dos manos ir a la gehenna, al fuego que no se apaga."
Jesús no está diciendo que literalmente nos mutilemos. Nos está diciendo que eliminemos todo lo que nos aparta de Dios, sin excusas ni medias tintas.
Hoy en día, muchos toman el pecado a la ligera, pero Jesús nos recuerda que tiene consecuencias eternas.
La gehenna era un valle donde se quemaba basura, un símbolo del destino de aquellos que rechazan a Dios. El pecado nos quema por dentro, nos destruye si no hacemos algo al respecto.
Jesús termina con una frase poderosa:
"Tengan sal en ustedes y vivan en paz unos con otros."
La sal en la antigüedad tenía dos propósitos: dar sabor y conservar los alimentos.
Jesús nos llama a ser esa "sal": dar testimonio de la verdad y mantener viva nuestra fe en un mundo que se corrompe fácilmente.
Pero si la sal pierde su sabor, ya no sirve para nada.
Jesús no nos llama a vivir con miedo, pero sí con seriedad. El pecado no es un juego.
Dios quiere que vivas plenamente, pero para eso, necesitas despojarte de lo que te aleja de Él.
Elige la vida eterna, aunque implique renunciar a lo que te atrapa en este mundo.
