Ordenado Diácono Permanente en 1972, Joao Luis Pozzobon -conocido como Don Joao- nació en 1904 en una familia pobre de origen italiano y murió en 1985. Fue un laico, comerciante, padre de 7 hijos y fundador de la Campaña de la Virgen Peregrina de Schoenstatt, que hoy llega a más de 90 países y está en proceso de canonización.
Hoy Siervo de Dios, Don Joao, quien era casi analfabeto, salía con la imagen de la Virgen de casi 11 kg sobre los hombros, visitando casa por casa, familia por familia, cárceles y escuelas, rezando el Rosario con ellos. Vestía de manera formal, pues consideraba que debía rendir honor a la Virgen. Sus “pequeños detalles” hablan de una santidad profunda y organizada. Cada día anotaba sus propósitos a cumplir.
En los años cincuenta, conoció el Movimiento de Schoenstatt y al Padre Kentenich. Durante un mes, llevó a la Virgen Peregrina, gracias a la invitación de una Hermana de María, y luego sintió que debía continuar con la misión. Este año se cumplen 75 años de la Campaña de la Virgen Peregrina, iniciada por Don Joao el 10 de septiembre, quien caminó más de 145 mil kilómetros con la Virgen en los hombros.
Virgen peregrina
Don Joao, padre de familia y comerciante, habló con su esposa e hijos sobre este llamado y ellos lo apoyaron. Se dio cuenta de que no podía ir a todos lados, por lo que tuvo la idea de hacer imágenes pequeñas para las familias, creando el sistema de la Virgen Peregrina. Hoy se ha adaptado para llegar a todos, incluyendo a los ciegos, enfermos y niños.
“Si alguna vez me encuentran muerto por la vereda del camino, sepan que morí de alegría”, decía Don Joao.
Murió una mañana cargando la imagen de Nuestra Señora. Los que lo conocieron hablan de un hombre cariñoso, sencillo y lleno de vitalidad, a pesar de su escasa educación. Era un gran apóstol, preocupado por los más vulnerables y por su educación.
Él mismo construyó la Villa Noble de la Caridad cerca del Santuario de Schoenstatt en Santa Maria, Brasil, para los pobres, con la condición de mantener el orden y crecer espiritualmente.
De origen humilde y con problemas de la vista, fue una persona devota gracias a su familia, quienes le inculcaron la fe. Su vida muestra que la santidad se puede vivir en el día a día. Su amor por Jesús y la Virgen, fruto de su Alianza de Amor, lo hizo un hombre de gran fuerza y espíritu apostólico.
Don Joao demuestra que hoy también es posible ser santo y que la espiritualidad de Schoenstatt produce santos.