Diciembre es un mes muy ajetreado y, por desgracia, muchos de nosotros nos dejamos llevar por los regalos y las fiestas y nos olvidamos de dedicar tiempo a la oración.
Una manera sencilla de entrar en oración durante el Adviento es imaginar las últimas semanas del embarazo de María y acompañarla, reflexionando sobre lo que podría haber estado pensando durante este tiempo de su vida.
Este ejercicio también ilustra perfectamente una verdad espiritual central: cuanto más nos acercamos a María, más cerca estamos de Jesús.
María lleva a Jesús en su seno y cuanto más tiempo pasamos con Ella, más tiempo pasamos con Jesús.
Poner al Niño Jesús en nuestros corazones
En el libro Meditaciones para el Adviento, el autor recuerda todo esto y anima además al lector a pasar su Adviento con María, pues hará que la mañana de Navidad sea aún más enriquecedora espiritualmente:
"Acudamos a María. Dediquemos nuestro Adviento a María. Consagremos todo pensamiento, palabra y acción a María durante este santo tiempo; y entonces, en la bendita mañana de Navidad, Ella misma pondrá a su Niño en nuestros brazos; es más, lo depositará para que descanse en nuestros corazones; y Él es tan obediente a su dulce madre, que nunca se moverá del corazón donde Ella lo pone, a menos que Ella venga a llevárselo. ¿No la obligaremos a hacerlo?"
¿Estamos preparados para recibir semejante regalo?
¿Estaremos abiertos a que María ponga al Niño Jesús en nuestro corazón?
Esforcémonos por entrar verdaderamente en el espíritu de la Navidad y reconocer que el mayor regalo que podemos recibir en la mañana de Navidad es Jesús mismo.