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La confianza en una mujer, desde una perspectiva integral, es un reflejo de la dignidad que Dios le ha otorgado como hija amada y creada a su imagen y semejanza. La verdadera confianza no es solo una cuestión de autoestima o de valor personal, sino de reconocer y aceptar el plan divino que Dios tiene para cada persona, confiando en su amor incondicional y su gracia con fe.
La Sagrada Escritura, nos recuerda que una mujer está llamada a ser valiente y fuerte, no por sus propios méritos, sino por la fortaleza que proviene de su relación con Dios. Una mujer que cultiva la confianza en su vida espiritual entiende que su valor no depende de las expectativas del mundo ni de la perfección externa, sino de la certeza de ser amada por Dios tal y como es.
Esta confianza se nutre de la oración, la reflexión sobre las enseñanzas que el mismo Cristo nos da y del ejemplo de mujeres santas que, en su fragilidad humana, encontraron fuerza en la fe. La confianza invita a la mujer a descubrir su vocación única, a enfrentar los retos con esperanza, y a ser testigo del amor de Dios en su vida cotidiana.
La identidad de una mujer
La identidad de toda mujer debe estar centrada en Cristo. La mujer no solo fortalece su confianza personal, sino que se convierte en un reflejo viviente de la bondad y la misericordia divinas, siendo luz y sal en el mundo.
Para seguir el ejemplo de María, que confió en los planes que Dios tenía para ella, Dios te dice a ti: ¡Confía! He aquí algunos puntos que puedes poner en práctica para mejorar tu confianza.
1Reconoce tu dignidad y valor personal
Es fundamental recordar que tu valor no depende de lo que impone la sociedad o las redes sociales, sino de la verdad de que eres una hija amada de Dios. Puedes meditar sobre aquellas virtudes que la Biblia destaca sobre la mujer y así hacerlas presentes en tu vida para que tu confianza se fortalezca.
2Sé auténtica
La autenticidad no implica perfección, sino ser fiel a ti misma y abrazar, tanto tus virtudes, como defectos.
3Mírate como Dios te ve
En ocasiones nos volvemos inseguras porque pensamos en qué dirán los demás; o buscamos aprobación constante para ser aceptadas en cierto grupo o ser vistas de cierta forma. Todo esto genera inseguridad. Lo más importante es vernos como Dios nos ve y buscar seguir su voluntad.
4Rodéate de personas que te impulsen a ser mejor
No hay nada como las buenas amistades que, además de ofrecerte su valiosa compañía, te aconsejan y te impulsan a dar lo mejor de ti. Busca amistades que estén donde tú quieres estar y que lleven los mismos valores que tú.
5No minimices tus logros
Cada pasito es importante y va sumando un logro a tu vida. Recuerda que vas a tu ritmo. Aprovéchalo y reconócelo. No importa que sea un pequeño logro, recuerda que la suma de pequeños logros hace la diferencia.