En su corta vida, Teresa de Lisieux desafió discreta pero radicalmente las actitudes jansenistas que persistían en el catolicismo de su época. El jansenismo, movimiento que ganó terreno en el siglo XVII, hacía hincapié en la indignidad del hombre y en la supuesta dificultad de "ganarse" la gracia de Dios.
Sus seguidores, caracterizados por una flagrante escrupulosidad, veían a menudo la vida como una lucha constante por ser aceptados por un Dios distante, mientras recorrían sus días agobiados por el miedo y la duda.
Abandono infantil a Dios
El "Caminito" de santa Teresa no podría ser más diferente. En el corazón de su espiritualidad hay un abandono infantil a la misericordia de Dios, una actitud directamente opuesta a la rigidez del jansenismo.
Para Teresa, la perfección no se encontraba a través de un exhaustivo examen de sí misma o de una rigurosa penitencia, sino a través de la simple confianza y la humildad. Reconocía su pequeñez ante Dios, pero veía esta falta de pretensiones como una fuente de alegría, no de desesperación.
En su autobiografía, La historia de un alma, escribió: "Soy demasiado pequeña para subir las duras escaleras de la perfección". En cambio, confió en Dios para que la llevara, como un niño confía en un padre cariñoso.
Confianza absoluta en Dios
Esta confianza en el amor de Dios desafía radicalmente la mentalidad jansenista. En lugar de un juez severo y exigente, Teresa veía a Dios como un Padre amoroso, íntimamente implicado en los más pequeños detalles de su vida.
El jansenismo llevaba a menudo a las personas a escrutar cada uno de sus pensamientos y acciones, temiendo que un paso en falso pudiera poner en peligro su salvación. Teresa, en cambio, creía que incluso sus imperfecciones podían acercarla a Dios, si las asumía con confianza y sinceridad.
En este espíritu, su pequeño camino nos invita a no obsesionarnos con nuestros fracasos, sino a ponerlos en manos de un Dios misericordioso.
La renuncia de Teresa libera al alma de la agotadora escrupulosidad que asolaba a tantos bajo la sombra del jansenismo.
Su modo sencillo de amar a Dios transforma la vida espiritual de una carga en una relación liberadora, subrayando que la verdadera santidad no está reservada a una especie de "élite espiritual", sino que es accesible a todos, especialmente a los que se sienten más insignificantes.
Descansar en el amor de Dios
Esta "democratización de la santidad" (una invitación a amar con la libertad de un niño) sigue inspirando a millones de personas.
En una época en la que todavía se lucha contra el perfeccionismo y el miedo a ser inadecuado, el Caminito de Teresa habla con notable pertinencia.
Su enfoque nos recuerda que el amor, y no el miedo, es el fundamento de una vida con Cristo.
Donde el jansenismo puede haber dejado a muchos desanimados y aislados, el mensaje de Teresa ofrece una suave tranquilidad: Simplemente confía en el abrazo de Dios y descansa sin miedo en Su amor.