Cuando acudimos a una reunión social es bastante común que el amigo anfitrión nos presente a sus otros amigos; y para hacerlo, nos presentará algo de su historia y atributos.
Atributo es una palabra de origen latino que la Real Academia de la Lengua define como: “Cada una de las cualidades o propiedades de un ser”.
¿Cómo es Dios?
Todas las personas, de todas las culturas y épocas, nos hemos preguntado acerca de Dios. Sorprende que las respuestas sean más o menos coincidentes. Esto es así pues todos somos obra original de Dios que, en su amor y poder infinitos, nos ha hecho “a su imagen y semejanza” (Gn 1,26). Tal elemento común nos lleva a buscar a Dios como respuesta a una búsqueda anterior y persistente: la de Dios por nosotros.
Esta búsqueda llega a su feliz término en el encuentro y plenitud de la encarnación del Verbo; es decir, en su incursión en nuestra historia; en su vida, testimonio y enseñanzas; en su anuncio del Reino, en sus signos y milagros; en su amorosa pasión (no solo dolorosa); en su resurrección redentora; en su gloriosa Ascensión a los cielos; y en su promesa de segunda venida; aunque, misteriosamente, sabemos y podemos experimentar que nunca se fue del todo pues se quedó plenamente en la Iglesia (Cuerpo místico, cuya cabeza es Él) y en el “Pan de cada día” que pedimos en el Padrenuestro (Cuerpo eucarístico).
Y si ahora quisiéramos que alguien nos dijera algo acerca de este sorprendente, fascinante e inabarcable Amigo, podríamos lograrlo a través del conocimiento de sus atributos.
"Yo soy"… Dios se nos revela en la Sagrada Escritura
La Biblia guarda numerosos textos que nos presentan diferentes atributos de Dios. Entre ellos destacan las autoafirmaciones de Dios sobre Sí mismo. Los famosos: “Yo soy…”. Estos son solo algunos:
- “Yo soy el que soy” (Ex 3,14-15). Este nombre es el que Yahvé mismo da a Moisés cuando este le pregunta su nombre. “Yo soy” denota el atributo de eternidad. Jesús se hace partícipe de este mismo nombre y atributo (Cf. Jn 8,58).
- “Sean, pues, santos porque yo soy santo” (Lv 11,45).
- “Yo soy la luz del mundo; el que me siga no caminará en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida.” (Jn 8,12).
- “Yo soy la puerta; si uno entra por mí, estará a salvo…” (Jn 10,9).
- “Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas” (Jn 10,11).
- “Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mi” (Jn 14,6).
- "Yo soy la vid, ustedes los sarmientos. El que permanece en mí, y yo en él, da mucho fruto" (Jn 15, 5).
Él es… La Iglesia nos revela a Dios
El magisterio de la Iglesia, fundado en la Sagrada Escritura y ratificado en la Tradición, la reflexión teológica y filosófica bimilenaria, junto con la experiencia de los santos místicos, nos revela algunos otros atributos de Dios. Una muestra de ellos, no exhaustiva, nos enseña que:
1Dios es amor
Esta es la más exacta y sublime definición de Dios. Es atributo, esencia, expresión natural y vía para conocerle. “Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es Amor” (1 Jn 4,8)
2Dios es omnipotente
Su poder es ilimitado. Es soberano conforme a su santa, perfecta y preciosa voluntad. Gobierna y es Señor de todo y de todos. “Jesús, mirándolos fijamente, dijo: 'Para los hombres eso es imposible, mas para Dios todo es posible'” (Mt 19,26).
3Dios es santo
Dios es absolutamente santo, perfectamente puro, ajeno a todo pecado y mancha; sin defecto ni maldad. “Y (los Serafines) se gritaban el uno al otro: 'Santo, santo, santo, Yahveh Sebaot: llena está toda la tierra de su gloria'” (Is 6,3).
4Dios es eterno
No tiene principio ni fin; no está sujeto al tiempo (Cronos). “¿Es que no lo sabes? ¿Es que no lo has oído? Que Dios desde siempre es Yahveh, creador de los confines de la tierra, que no se cansa ni se fatiga, y cuya inteligencia es inescrutable” (Is 40,28).
5Dios es omnisciente
En efecto, Dios lo sabe todo pues es creador de todo. Nada hay que escape a su conocimiento. Nos conoce de manera perfecta, singular, completa e íntima, mucho mejor de lo que nosotros mismos nos conocemos. “¿No se venden dos pajarillos por un as? Pues bien, ni uno de ellos caerá en tierra sin el consentimiento de vuestro Padre. En cuanto a vosotros, hasta los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No temáis, pues; vosotros valéis más que muchos pajarillos (Mt 10,29-31).
6Dios es bueno
Su bondad y misericordia son perfectas, incondicionales e inagotables. La cruz es prueba de ello. “... bueno es Yahveh para con todos, y sus ternuras sobre todas sus obras" (Sal 145,9).
7Dios es fiel
Su amor por nosotros es constante a pesar de nuestras faltas. Siempre cumple su Palabra. “Has de saber, pues, que Yahveh tu Dios es el Dios verdadero, el Dios verdadero, el Dios fiel que guarda la alianza y el amor por mil generaciones a los que le aman y guardan sus mandamientos…” (Dt 7,9).
8Dios es justo
Dios juzga con equidad y es recto en todas su decisiones. No traiciona. “El (Yahveh) es la Roca, su obra es consumada, pues todos sus caminos son justicia. Es Dios de la lealtad, no de perfidia, es justo y recto” (Dt 32,4).
9Dios es sabio
En efecto, tiene un conocimiento perfecto de todo cuanto existe. “¡Oh abismo de la riqueza, de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus designios e inescrutables sus caminos! En efecto, ¿quién conoció el pensamiento de Señor? O ¿quién fue su consejero? O ¿quién le dio primero que tenga derecho a la recompensa? Porque de él, por él y para él son todas las cosas. ¡A Él la gloria por los siglos! Amén” (Rm 11,33-35).
10Dios es omnipresente
Está en todo lugar, pasado, presente y futuro. Nada ni nadie escapa a su presencia. ”¿A dónde iré yo lejos de tu espíritu, a dónde de tu rostro podré huir? Si hasta los cielos subo, allí estás tú, si en el seol me acuesto, allí te encuentras. Si tomo las alas de la aurora, si voy a parar a lo último del mar, también allí tu mano me conduce, tu diestra me aprehende. Aunque diga: «¡Me cubra al menos la tiniebla, y la noche sea en torno a mí un ceñidor, ni la misma tiniebla es tenebrosa para ti, y la noche es luminosa como el día” (Sal 139, 7-12).
11Dios es inmutable
Esto significa que no cambia; es el mismo ayer, hoy y siempre. Todos sus atributos fueron, son y serán eternos. “Desde antiguo, fundaste tú la tierra, y los cielos son la obra de tus manos; ellos perecen, mas tú quedas, todos ellos como la ropa se desgastan, como un vestido los mudas tú, y se mudan. Pero tú siempre el mismo, no tienen fin tus años” (Sal 102, 26-28).
Tú eres… ¿Cómo describes tú a Dios?
Nada de todo lo anterior tendría sentido existencial si no llegamos a responder a esta última pregunta; por ello regresamos al ejemplo con el que iniciamos estas líneas: no basta que un amigo nos hable de los atributos del otro amigo que nos ha presentado para realmente conocerle. Es necesario experimentarlo en la amistad.
Con Dios pasa lo mismo. Para conocerlo no basta con leer de Él, sino tratarlo a Él en la amistad –así nos describe Santa Teresa de Jesús lo que es la oración mental: “un trato de amistad estando muchas veces a solas con quien sabemos nos ama” (V. 8,5)–; encontrarnos cotidianamente con Él en su Palabra viva, en los sacramentos –particularmente la Sagrada Eucaristía– y en el prójimo; dejarnos seducir por Él, conquistar por Él, enamorar por Él. Sólo así podremos pasar del simple conocimiento intelectual a la experiencia más gozosa y plena de toda la vida.